Los alineamientos de Carnac son un conjunto de alineamientos megalíticos situados al norte del pueblo del mismo nombre, junto al golfo de Morbihan, en Bretaña (Francia).
Es el monumento prehistórico más extenso del mundo – con casi 8 km. de longitud – y se cuentan entre las estructuras humanas más antiguas de Europa.
Fue erigido durante el Neolítico, en algún momento entre los milenios V y III AC. Varios estudiosos han especulado sobre su finalidad, aún incierta. Originalmente, las piedras de Carnac eran unas 10 mil. Hoy, 65 siglos después, quedan sólo 3 mil, en cuatro grandes agrupamientos: Le Menéc, Kermario, Kerlescan y Le Petit Menéc.
Le Menéc es el alineamiento más numeroso. Son 1.099 piedras en once filas colocadas como soldados o escolares, por orden de altura: las mayores miden 3,7 metros y las menores 90 centímetros. Se despliegan hacia el nordeste en suaves ondulaciones a lo largo de una línea levemente curvada. El alineamiento está flanqueado en sus dos extremos (este y oeste) por crómlecs (círculos de piedras).
Los megalitos de Kermario son los más grandes, las rocas más altas superan los 7 metros y disminuyen el tamaño a lo largo de 1.200 metros. Los otros dos agrupamientos son menores, pero Kerlescan se diferencia por una configuración cuadrada de las 540 piedras que lo componen.
La tradición local ha creado numerosas leyendas alrededor de los menhires. Una afirma que los megalitos son soldados romanos petrificados por Dios para proteger a San Cornelio, patrón de la zona de Carnac y del ganado, que era perseguido por aquéllos. Otra asegura que, en las noches, las piedras se desentierran y avanzan hacia el mar para bañarse o beber. Se les han atribuido poderes curativos, y se creía que podían brindar fertilidad y ayudar a los jóvenes que deseaban encontrar pareja.
Hans Hirmenech propuso a principios de este siglo que las filas de menhires eran las tumbas de soldados de la Atlántida que habían muerto durante la guerra de Troya. Asimismo, James Fergusson decía que la erección de estos monumentos debe conmemorar alguna gran batalla que tuvo lugar en esta llanura en tiempos remotos.
El primero en aludir el “tema celestial” de Carnac fue André Cambry en 1794, quién sostuvo que las piedras de Carnac se refieren a las estrellas, los planetas y el zodíaco. Autores posteriores retomaron la idea y, en 1970, el ingeniero inglés Alexander Thom siguió los pasos de Gerald Hawkins en sus estudios sobre Stonehenge y los aplicó a Carnac.
Según Thom, el gran menhir caído de Locmariaquer era el centro de un inmenso observatorio astronómico apto para predecir eclipses. El inmenso menhir caído de Locmariaquer, conocido como Er Grah (la Piedra de las Hadas), medía más de 20 metros de alto y se cree que estaba en combinación con menhires hoy desaparecidos.
En experimentos efectuados en Francia, fue posible mover piedras de 30 toneladas, montadas sobre rodillos de madera, con el esfuerzo de 200 personas tirando de sogas y el apoyo de un grupo menor que mantenía la buena dirección con palancas. Si para mover un megalito de 30 toneladas hicieron falta 200 hombres.
¿Cuántos habrán sido necesarios para desplazar el menhir de Locmariaquer, que pesa 350 toneladas? Esta pregunta podría tener una sencilla respuesta aritmética. Pero hay un interrogante que es mucho más difícil de contestar: ¿Qué motivo impulsaba a nuestros antepasados de la Edad de Piedra y los llevaba a realizar esfuerzos tan desmesurados? Quizás las rocas lo saben, pero lo conservarán profundamente oculto hasta el fin de los tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.