Petra en Jordania es, sin duda, el testimonio más importante dejado por los nabateos. Sin embargo, unos kilómetros más al sur, en Arabia Saudí, se esconde un lugar igual de mágico, con restos arquitectónicos de la época preislámica. Este lugar se llama Madain Saleh (ciudad de Saleh en árabe).
Madain Saleh, también conocida como la ciudad de Hagra o Al Hijr en árabe (lugar de la Roca) se encuentra a unos 800 kilómetros al norte de Jeddah en la Provincia de Al Madinah. Después de Petra, es el segundo testimonio más importante dejado por la civilización nabatea cuyo apogeo se sitúa entre los años 100 antes de Cristo y 150 después de Cristo.
Se exige más que buena voluntad para penetrar el secreto de Madain Saleh, sobre todo si no se reside en Arabia Saudí. El país no otorga visados turísticos por lo que no es fácil visitar lo que fue el primer yacimiento del reino incluido en el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO en el 2008.
Alcanzar Madain Saleh requiere cierta preparación. Por ejemplo, un no musulmán no puede pasar por las ciudades santas, en este caso Medina, y debe fijarse en los carteles para coger la carretera reservada a los no musulmanes. Eso significa hacer algunos kilómetros adicionales. También, para visitarla, se debe pedir un permiso a la Saudi Commission for Tourism and Antiquities (la Comisión Saudita para el Turismo y las Antigüedades).
El paisaje que recibe al visitante no decepciona: unas rocas se levantan en medio de un desierto inmenso y en función de la hora del día, se reflejan unos colores que magnifican el escenario. Allí, los Nabateos construyeron una ciudad entera de piedra unos 500 años antes de Cristo. Petra, en Jordania, era la capital del reino Nabateo y Madain Saleh la segunda ciudad más importante. Querrían de esta manera, controlar las rutas mercantiles desde el Sur hacia el Norte de la Península Arábica. Tres civilizaciones vivieron en Al Hijr: los Thamudis, los Lihyanitas y los Nabateos. De hecho, según el Corán, el primer asentamiento en la ciudad de Al-Hijr data de alrededor del tercer milenio antes de Cristo durante el Reino de los Thamudis. Una leyenda cuenta que el Profeta Saleh fue enviado allí por Allah para que cambiaran de religión pero al fallar, Allah les castigó con un terremoto.
El pueblo Nabateo fue el que dejó esos vestigios arquitectónicos, los cuales demuestran su ingeniosidad e inteligencia. Según las fundaciones encontradas, las construcciones se dividían en tres partes: la vivienda, el templo y la habitación funeraria. Excavaron tumbas dentro de inmensos bloques de piedra en los cuales aún se puede ver la fachada con figuras talladas en la piedra y la cámara mortuoria en la parte trasera donde inhumaban a los muertos. Se han contabilizado unas 131 tumbas. Se encontraron también inscripciones, probablemente thamudis que remontan al segundo milenio antes de Cristo. Están mejor conservadas que las de Petra, siendo la ciudad de Madain Saleh menos expuesta al viento y a la erosión. También se encuentran restos de murallas, cisternas y torres repartidos sobre 13,4 kilómetros cuadrados.
Según las investigaciones arqueológicas, Al Hijr fue abandonada cuando los romanos desplazaron la ruta mercantil hacia el Mar Rojo. No hay evidencia de población hasta el siglo 16, cuando los otomanos construyeron allí un fuerte. Cabe destacar que éstos se quedaron hasta principios del siglo XX y aún se puede visitar lo que queda de la estación de tren Al Hijaz Railway, conocida por haber visto pasar a Lawrence de Arabia. Madain Saleh es un verdadero tesoro para todos los arqueólogos del mundo. Hasta hoy, un grupo de arqueólogos franceses dirigen las excavaciones.
Casualmente, Arabia Saudi es noticia este verano. Por primera vez en la historia, el país desvela una muestra de su legado histórico en una exposición titulada "Rutas de Arabia" en Le Louvre (París). Muchos museos europeos quieren acogerla y el siguiente en la lista podría ser español. No es a menudo que Arabia Saudí interesa por otra cosa que el petróleo o sus peculiaridades. Sin duda alguna, quiere mejorar su imagen internacional y con esta exposición consigue al menos atraer a mucha gente deseosa de descubrir un país misterioso.
Madain Saleh, también conocida como la ciudad de Hagra o Al Hijr en árabe (lugar de la Roca) se encuentra a unos 800 kilómetros al norte de Jeddah en la Provincia de Al Madinah. Después de Petra, es el segundo testimonio más importante dejado por la civilización nabatea cuyo apogeo se sitúa entre los años 100 antes de Cristo y 150 después de Cristo.
Se exige más que buena voluntad para penetrar el secreto de Madain Saleh, sobre todo si no se reside en Arabia Saudí. El país no otorga visados turísticos por lo que no es fácil visitar lo que fue el primer yacimiento del reino incluido en el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO en el 2008.
Alcanzar Madain Saleh requiere cierta preparación. Por ejemplo, un no musulmán no puede pasar por las ciudades santas, en este caso Medina, y debe fijarse en los carteles para coger la carretera reservada a los no musulmanes. Eso significa hacer algunos kilómetros adicionales. También, para visitarla, se debe pedir un permiso a la Saudi Commission for Tourism and Antiquities (la Comisión Saudita para el Turismo y las Antigüedades).
El paisaje que recibe al visitante no decepciona: unas rocas se levantan en medio de un desierto inmenso y en función de la hora del día, se reflejan unos colores que magnifican el escenario. Allí, los Nabateos construyeron una ciudad entera de piedra unos 500 años antes de Cristo. Petra, en Jordania, era la capital del reino Nabateo y Madain Saleh la segunda ciudad más importante. Querrían de esta manera, controlar las rutas mercantiles desde el Sur hacia el Norte de la Península Arábica. Tres civilizaciones vivieron en Al Hijr: los Thamudis, los Lihyanitas y los Nabateos. De hecho, según el Corán, el primer asentamiento en la ciudad de Al-Hijr data de alrededor del tercer milenio antes de Cristo durante el Reino de los Thamudis. Una leyenda cuenta que el Profeta Saleh fue enviado allí por Allah para que cambiaran de religión pero al fallar, Allah les castigó con un terremoto.
El pueblo Nabateo fue el que dejó esos vestigios arquitectónicos, los cuales demuestran su ingeniosidad e inteligencia. Según las fundaciones encontradas, las construcciones se dividían en tres partes: la vivienda, el templo y la habitación funeraria. Excavaron tumbas dentro de inmensos bloques de piedra en los cuales aún se puede ver la fachada con figuras talladas en la piedra y la cámara mortuoria en la parte trasera donde inhumaban a los muertos. Se han contabilizado unas 131 tumbas. Se encontraron también inscripciones, probablemente thamudis que remontan al segundo milenio antes de Cristo. Están mejor conservadas que las de Petra, siendo la ciudad de Madain Saleh menos expuesta al viento y a la erosión. También se encuentran restos de murallas, cisternas y torres repartidos sobre 13,4 kilómetros cuadrados.
Según las investigaciones arqueológicas, Al Hijr fue abandonada cuando los romanos desplazaron la ruta mercantil hacia el Mar Rojo. No hay evidencia de población hasta el siglo 16, cuando los otomanos construyeron allí un fuerte. Cabe destacar que éstos se quedaron hasta principios del siglo XX y aún se puede visitar lo que queda de la estación de tren Al Hijaz Railway, conocida por haber visto pasar a Lawrence de Arabia. Madain Saleh es un verdadero tesoro para todos los arqueólogos del mundo. Hasta hoy, un grupo de arqueólogos franceses dirigen las excavaciones.
Casualmente, Arabia Saudi es noticia este verano. Por primera vez en la historia, el país desvela una muestra de su legado histórico en una exposición titulada "Rutas de Arabia" en Le Louvre (París). Muchos museos europeos quieren acogerla y el siguiente en la lista podría ser español. No es a menudo que Arabia Saudí interesa por otra cosa que el petróleo o sus peculiaridades. Sin duda alguna, quiere mejorar su imagen internacional y con esta exposición consigue al menos atraer a mucha gente deseosa de descubrir un país misterioso.
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