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sábado, 22 de junio de 2019

Varios arqueólogos se lanzan a la caza de las naves hundidas de Hernán Cortés

Cinco siglos después de su llegada a México, en esa bahía de Villa Rica, en el estado mexicano de Veracruz, el arqueólogo mexicano Roberto Junco busca los barcos del conquistador a 15 metros de profundidad en una capa de sedimento que los cubre


Un risco unido a la tierra firme por unas enormes dunas abriga del viento la pequeña ensenada en la que se presume que Hernán Cortéshundió sus barcos en 1519, en una trascendental decisión que culminó con la conquista del imperio Azteca, todo un hito en la historia de México y del mundo.
Cinco siglos después, en esa bahía de Villa Rica, en el estado mexicano de Veracruz, el arqueólogo mexicano Roberto Junco busca los barcos del conquistador a 15 metros de profundidad en una capa de sedimento que los cubre.
«Los cascos están ahí», asegura en entrevista con Efe.
En ese lugar Cortés recaló tras recorrer la costa mexicana desde Yucatán y allí mismo tomó la decisión de hundir las embarcaciones para controlar un brote de insubordinación y dejar claro a sus hombres que solo quedaba avanzar hacia Tenochtitlán, en el altiplano de México.
Junco, jefe del departamento de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, ha estudiado la historia de los barcos y además conoce bien el área por haber hecho una primera incursión en junio del 2018, cuando encontró un ancla del siglo XV que tiene restos de una madera que los expertos fecharon entre 1417 a 1492 y detectaron que corresponde a un roble endémico de la cornisa cantábrica del norte de España.
Pero Junco no echa las campanas al vuelo con el hallazgo del ancla, que no ha sido sacado del fondo del mar todavía, y con prudencia asegura que «no hay indicios para vincularla con los 10 barcos hundidos por Cortés ni tampoco con las embarcaciones de Pánfilo de Narváez y otros exploradores ibéricos que desde ese año atracaron regularmente».
El historiador mexicano Antonio García de León ha comentado a Efe que es posible que el ancla pueda estar vinculada con Cortés, sin dejar de remarcar que allí hubo una gran actividad marina y que podría ser de otra nave.
«Es un ancla hecha en España en el siglo XV, que fue hallada enterrada en la arena y es posible que sean fragmentos de estos barcos», ha explicado.
El autor del libro «Tierra adentro mar en fuera: el puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821», asegura que desde hace muchos años se ha explorado la zona marina donde pueden estar los barcos de Cortés y recuerda hallazgos como el galeón Juncal en la sonda de Campeche y el llamado tesoro del pescador hallado hace 40 años en las costas de Veracruz.
Además del ancla hallada en la primera expedición, los arqueólogos han dejado marcados 60 puntos que llaman «anomalías magnéticas» y que serán revisadas a detalle en la temporada de campo que cumplirán en el mes de julio.
Un grupo dedicará tiempo al lugar donde está el ancla para buscar el llamado arganeo, una especie de anillo, donde se ata el cabo que la unía con la nave.
Junco comparte el optimismo con la expedición: «si encontramos uno encontramos todos», dice con el convencimiento de que el conquistador no «quemó las naves», como dicen algunas historias, sino que las barrenó (las perforó) para hundirlas.
En el llamado «Proyecto de arqueología de la Villa Rica. Tras los pasos de Del Paso y Troncoso y los barcos hundidos de Cortés», participan una veintena de arqueólogos invitados por Junco porque una expedición de esta naturaleza tiene distintos fines y permite además formar nuevos cuadros en la arqueología subacuática.
Junco confirma que la expedición contará con equipo de última generación para escudriñar el fondo del mar.
«La única manera de encontrarlos es a través de estos aparatos porque visualmente será muy difícil que podamos verlos con prospecciones de buceo», señala.
Un magnetómetro y un sonar de barrido serán llevados por el arqueólogo para las prospecciones marinas. Son equipos altamente sensibles y los científicos tienen el apoyo de técnicos que facilitan su interpretación.
Su hipótesis es que las embarcaciones no están del todo juntas, porque no anclaban una al lado de otra, pero tampoco deben de estar tan separadas, además de que están en una zona relativamente pequeña. «Encontrando uno vamos a tener mucha certeza de donde están los otros», señala.
Los barcos, asegura, están bajo el sedimento: «estamos hablando de 10 a 15 metros de profundidad y al menos un par de metros por debajo de ese sedimento», lo cual favorece su preservación.
«Los elementos arqueológicos se preservan muy bien bajo el agua, mucho mejor que en tierra, dadas algunas condiciones de luminosidad, salinidad y, por supuesto, corrientes y la intervención humana, pero en general, permanecen en muy buen estado bajo el agua», indica.
«Las naves de Cortés son muy importantes para la historia de México. Estamos hablando de algunos de los primeros barcos que surcaron las aguas mexicanas, tanto las dos expediciones anteriores a Cortés, en las que ya había estado Francisco de Montejo, el mismo Bernal Díaz de Castillo», indica.
El antecedente de la navegación española en las costas de México, son las expediciones de Francisco de Córdoba en 1516, que desembarcó en la actual Isla Mujeres y la de Juan de Grijalva (1518), que tocó Cozumel, Yucatán, Campeche y el actual Tabasco. Antes que ellos, Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero naufragaron, en 1511, en Yucatán.
Aguilar se incorporó a la expedición de Cortés, pero Guerrero se quedó a pelear junto con los mayas y se le considera el padre del mestizaje en esa zona del país.
Junco supone que el barco de Guerrero y Aguilar, puede estar hundido en (el arrecife) Alacranes, en aguas del Golfo de México.
«Estos son los primeros barcos que surcan nuestra historia y, por ello son de gran importancia para nuestra historia. Este tipo de barcos son la tecnología que permitió descubrir el continente y que permiten cartografiar minuciosamente las costas», agrega.




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