Sé que lo que menos se dirá de esta teoría es que es quizás demasiado audaz. No me preocupa, ciertamente, toda vez que por petición de principios no me preocupan las opiniones ajenas y por extensión se comprenda que, precisamente, esto es una teoría, no una especulación. Y digo “teoría” porque a mi ver hay evidencias suficientes. Evidencias que remiten al lector a suponerlo consecuente seguidor de otros artículos míos donde he ido brindando las piezas de este gigantesco rompecabezas, y conocedor –aunque sea superficialmente- de los tres ítems genéricos que dan título a este trabajo.
Pirámide de Qin Shi Huang
Quin Shi Huang fue el primer emperador de la China unificada, viviendo entre el 260 y el 210 antes de nuestra era. Se dice que desde muy joven su familia primero y personalmente él después dirigieron la construcciòn de la pirámide –mausoleo que albergaría su tumba, actividad premonitoria o decreto propio de la Ley de Atracciòn porque apenas finalizada, falleciò. Ubicado en la provincia de Shaanxi, al noroeste de China, es famosa mundialmente por las figuras en terracota de tamaño natural de guerreros y caballos, más de siete mil descubiertas hasta ahora.
Lo interesante, a efectos de este artículo, es la tumba propiamente dicha del emperador, cuya localizaciòn está determinada con bastante aproximación pero que aún no ha sido explorada. Las razones son diversas, desde las más burocráticas hasta las más conspiranoicas. Desde el argumento que el proceso de relevamiento arqueológico lleva tiempos y cuidados que van más allá de urgencias mediáticas –habida cuenta que en el dilatado terreno estimado en 3,5 kilómetros cuadrados se calcula la presencia de otras ciento ochenta tumbas de menor importancia nobiliaria pero de máximo interés histórico- hasta las ¿infundadas sospechas? que en ella se encontrarían artefactos de origen pretendidamente extraterrestre o pertenecientes a civilizaciones desconocidas y desaparecidas.
Fosa nº1 del mausoleo
Lo cierto, sin embargo, es que casi todos los arqueólogos están convencidos que muy seguramente las fuentes antiguas están en lo cierto cuando describen el catafalco propiamente dicho donde descansarían los restos del emperador como situado en una pequeña isla artificial ubicada en el centro de un río de mercurio.
El techo de esa sala, repujado en cobre, imitaría las constelaciones y una gran estatua del emperador cubriría con su manto el receptáculo de la última encarnación del emperador. Es interesante remarcar que esta fantástica perspectiva no es propia del campo especulativo sino por el contrario, considerada como “muy probable” por parte de los mismos arqueólogos, aquellos que aducen, también, otro motivo para proceder en la búsqueda con exasperante lentitud: las numerosas trampas mortales dispuestas por los constructores (ballestas automáticas, trampas rotativas y otros diabólicos ingenios dispuestos para eliminar intrusos).
La situación es que el mausoleo se encontraría, subterráneamente, a aproximadamente un kilómetro del límite actual de las excavaciones. Se sabe que allende continúan los guerreros, los caballos, las trampas, la fortaleza del inframundo. Porque esas hileras de estatuas de terracota se encuentran separadas por muros de tierra apisonada, con puertas, trampas y tabiques que dan acceso de una a otra hilera, distribuidas, precisamente, como una laberíntica fortificaciòn. Si se tratara del mundo de los vivos, se supondría a las hileras de soldados ocupando los accesos ingeniosamente complicados al búnker central donde se guarece el emperador.
Lo más extraño –si cabe- comienza ahora. Hace pocas semanas el gobierno chino, siempre negativo a aceptar colaboración internacional para las investigaciones, acudió a una firma holandesa , Janssen Pharmaceutical NV, ante la presencia de un hipotético “hongo rebelde” que estaría atacando las figuras. Excusa difícil de digerir en una superpotencia con laboratorios avanzadísimos de guerra bacteriológica.
Los rumores dicen que esta “tercerización” obedece a la necesidad de crear un “think tank” internacional con una cobertura supuestamente científica ante el hallazgo de otra cosa. Y esta otra cosa, dicen los rumores, es que a medida que las excavaciones progresan en direcciòn a la pirámide que guardaría el cuerpo de emperador (una pirámide de trescientos cincuenta metros de lado y setenta y cinco de altura, aunque se sabe que la erosiòn le restó en dos milenios unos cuarenta metros) esos guerreros, todos distintos, cada uno con facciones distintivas, copiados evidentemente de modelos naturales, vivos, aparecen con sus rostros pintados de verde y algunos, con rasgos indisimulablemente reptiloides. La deducciòn es implícita. Si los otros siete mil fueron copiados de modelos naturales, éstos, ¿por qué no?.
Pâra comprender la hilaciòn de estos hechos, recordemos algunos aspectos oscuros de este emperador. Es un hecho demostrado que realizaba, a través de sus “magos”, numerosos sacrificios humanos. No hesitó en sacrificar las vidas necesarias en la erecciòn de la Gran Muralla –que también ocurriò durante su reinado- no una erecciòn en un sentido literal sino la unificación de numerosas murallas preexistentes. Exterminó a la casi totalidad de la clase intelectual de entonces y ordenó que fueran quemados cuántos textos existieran, según se dice, para que las generaciones venideras creyeran que la Historia comenzaba con él. Como entiendo una intenciòn inútil e ingenua en un individuo de quien pueden decirse muchas cosas menos que no era inteligente para suponer que tarde o temprano la Historia igualmente saldría a luz, propondré otra explicación para este holocausto del saber: borrar el recuerdo de ciertas civilizaciones, ciertos conocimientos y ciertas presencias arcanas y quizás no humanas para reservarse, para sí mismo y su élite gobernante, el poder de esos conocimientos.
Efectivamente, Qin dedicaba ingentes esfuerzos y recursos del reino a la práctica e investigación de la hoy llamada “magia negra”. Es posible que fuera un narcisista psicópata obsesionado con obtener la inmortalidad sólo para sí mismo, pero es aquí donde ciertas conductas no son para mí susceptibles de explicaciones tan banales. Tengamos en cuenta que la Arqueología “académica” expeditivamente llama “objetos de culto” a cualquier artefacto cuya verdadera naturaleza no sea obvia, y “rituales religiosos” a toda práctica que no sepa o no intente reproducir. En este contexto, ¿son los rituales de “magia negra” supersticiosos intentos de obtener poderes supranaturales –como la “matrix” oficialista nos ha hecho creer a través de siglos de condicionamiento cultural- o la herencia (si bien o mal conservada, es tema de discusión) de técnicas de manipulación del Tiempo y el Espacio para abrir portales a dimensiones paralelas?. Creo –no, estoy convencido- que algunas “supersticiones” (nunca mejor empleado el término; “superstición” proviene de “supérstite”: lo que sobrevive) como la Magia (Negra, Blanca o del color que prefieran) y la Alquimia ha formado parte, en un remoto pasado, del “corpus” de conocimiento formal legado por visitantes extraterrestres.
Y voy un paso más adelante: creo que el uso perverso (en el más estricto sentido psicologista del término: “desviado de lo correcto”) de la “magia negra” es una estrategia que en un remoto –o no tanto- pasado ciertos Illuminati (humanos, pero vinculados a entidades que no lo eran) aplicaron a algunos de esos conocimientos tanto en provecho propio como para hacer “perder el camino” a buena parte de la humanidad después.
Permítanme ahora remitirme a otros dos descubrimientos arqueológicos, ambos recientes y paradójicamente, provenientes de tiempos más antiguos: los realizados bajo el llamado “templo de Quetzalcoatl” en Teotihuacán, y bajo la pirámide principal de Chichén Itzá.
Esferas de Klerksdorp
En el primer caso, hace años se descubrió –como sin duda ustedes ya saben- un túnel de más de cien metros que desde el zócalo o plaza frente a dicha pirámide o “templo” corría recto hasta por debajo del mismo. Además de enormes cantidades de evidentes ofrendas votivas –estatuillas, caracolas, ánforas- se encontró, primero, una cantidad desusada de extrañas esferitas metálicas. Extrañas porque no se tiene la menor idea de su uso. No eran abalorios ni cuentas de collares, eso es seguro. Cuentan con un núcleo de cerámica y una superficie de pirita, en la mayoría de los casos, a su alrededor. Parecen más partes de algún sistema o engranaje mecánico que “ofrendas rituales” y no puedo menos que asociarlas al extraño hallazgo de miles de esferas similares en Klerksdorp, Rusia, fuertemente imantadas. Pero mucho más extraño fue otro hallazgo, posterior: residuos de mercurio. Los científicos discuten si este mercurio residual es todo lo que quedó, luego de unos cuando menos dos mil años –datos oficiales: en lo personal creo que Teotihuacán tiene otros, cuando menos, dos mil años más de antigüedad-, o son el emergente de un depósito aún no descubierto a mayor profundidad. Un lago o río subterráneo bajo esta pirámide remite, inevitablemente, al mausoleo de Qin Shi.
Túnel bajo la pirámide de Quetzalcoatl
Y en cuanto a Chichén Itzá, la noticia es más reciente aún: se ha descubierto un “cenote”, que algunos medios periodísticos describen equivocadamente como un “río subterráneo” pero que en realidad es un estanque, de unos treinta metros de diámetro y otros tanto de profundidad, bajo la pirámide de Kukulkán, el correspondiente maya a Quetzalcoátl. Y ya se ha encontrado mercurio también (sólo que en otras construcciones) en ese sitio arqueológico. Entonces la existencia de depósitos líquidos –de agua o del mineral en ese estado- en puntos tan alejados me hace inevitablemente pensar en una correspondencia.
Aquí sí entraríamos en el terreno de las especulaciones. Los estudiosos de Geobiología y Piramidología tendrían mucho que escribir sobre esta ubicación de pirámides sobre depósitos de agua, en cuanto aquellas actuarían como amplificadoras de la radiación telúrica generada por éstos.
Y en cuanto al mercurio, recordemos su significado alquímico: es la uniòn de lo material con lo espiritual, lo opuesto al azufre. Fue usado para preparar óxido de mercurio rojo por el calentamiento del elemento en una solución de ácido nítrico. La reacción del mercurio con el ácido nítrico es impresionante: crea una capa gruesa roja de vapor sobre la superficie y de cristales brillantes que se precipitan al suelo. Los Alquimistas
El túnel en Teotihuacán
estaban convencidos de que el mercurio transcendía a ambos estados sólido y líquido, tanto en la tierra como en el cielo, tanto en la vida como en la muerte., siendo uno de los siente metales de la alquimia (oro, plata, mercurio, cobre, plomo, hierro y estaño). Pero también recordemos esto: los Vimanas (vehículos de los “dioses” en la epopeyas indias del Rig Veda y el Mahhabaratta) se impulsaban, según esos mismos textos, “por el calentamiento del mercurio”.
Ahora, sigan este razonamiento: si aceptamos que la Alquimia es la disciplina que por Principio de Correspondencia, hace que simultáneamente a las transmutaciones materiales que opere el Iniciado se producirán transmutaciones espirituales, y si aceptamos –lo que es indubitable- que la alquimia es absolutamente alegórica, entonces las herramientas, los elementos, los materiales empleados actúan tanto en un plano denso, material, como en un plano sutil, espiritual. Que es decir, en una realidad simultánea, paralela. Otra dimensiòn. Pues bien, siendo así, el mercurio es símbolo y herramienta entre distintos planos. “Trascender la muerte”, según dicen los arqueólogos, es sólo su percepción profana de la búsqueda de trascender dimensiones. Profanaciòn
cultural no menor que la de los clérigos que llegaron a América con la Conquista, y que no pudiendo comprender la idea del término náhuatl “teotl” (como “esencia” o “semilla cósmica”) simplemente lo relacionaron con el “teos” griego y lo tradujeron como “dios”, iniciando la monstruosa –pero muy conveniente para el genocidio- confusiòn del inexistente politeísmo de las culturas mexicas. Y no es menor el “guiño cómplice” de la afirmación que el mercurio se opone al azufre, cuando el “olor a azufre” ha estado milenariamente vinculado a la aparición de entidades demoníacas. Y en muchos episodios OVNI, también.
Siendo que la “Línea de Tiempo” nos dice que, de pasado a presente, la sucesiòn de hechos aquí presentados sería Teotihuacán – Chichén Itzá – Qin Shi Huang, mi teoría se resumiría diciendo que el legado de conocimientos extraterrestres, presente en los dos primeros sitios mencionados, fue tardíamente manipulado por los antecesores de los luego denominados genéricamente Illuminati (cuyos vínculos con entidades no humanas he demostrado en muchos otros trabajos; si los mismos son reptilianos, allí correrá por cuenta y riesgo de cada uno) tal como se manifiesta en el tiempo, la historia y el legado del emperador chino.
Recordemos que fue entre la aproximada ubicación temporal de Chichén Itzá y el nacimiento de Qin, en algún momento alrededor del año 600 antes de nuestra era, cuando se constituye la Hermandad de la Serpiente en Egipto, la primera referencia (para algunos, histórica, para otros, legendaria; pero referencia al fin) de grupos de poder político dedicados ampliamente a prácticas esotéricas (es decir, Illuminati en toda la regla) y la difusión tanto
Merek y sus observaciones (imagen de su Facebook) de la cultura como de la filosofía y el hermetismo egipcio en todo el orbe en manos de los carios, como desarrollé aquí, es más que evidente.
Por cierto: muy recientemente (debo el dato a Mónica Andreo Sáhnury) el investigadorSahú Ari Merek ha encontrado, precisamente en Chichén Itzá, pruebas de la presencia egipcia. Concretamente, la
Loto azul (detalle de un termplo egipcio)
representación del “loto azul” exactamente idéntica en ambas culturas.
Uno (yo) estaría feliz de imaginar que los inmediatos años por venir nos sorprenderán con hallazgos, si no fuera que un diablito escéptico me susurra al oído que, seguramente por sorprendentes, tratarán de ocultárnoslos…
Posted by Gustavo Fernández en 15-08-2015
https://alfilodelarealidad.wordpress.com/2015/08/15/piramides-reptilianos-y-magia-negra/
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