Antiguos monumentos esparcidos en varios lugares del mundo presentan un enigma sin resolver:
¿Por qué tantas estatuas en sitios prehistóricos —desde el antiquísimo Göbekli Tepe en Turquía hasta la Isla de Pascua en Chile— comparten posturas similares?
La firma y simbología mostrada en estas figuras apuntan a una conexión lo suficientemente fuerte como para que diferentes culturas inmortalicen la misma temática a pesar de estar separadas por miles de kilómetros y años.
Izquierda: Gobekli Tepe (c. 9600 a.C.). Derecha: Primera estatua humanoide, Urfa (12000 a.C.).
Göbekli Tepe es el lugar de culto religioso más antiguo del mundo. Se levanta en el punto más alto de una extensa cadena montañosa situada a unos 15 km al nordeste de la ciudad de Sanliurfa (antigua Urfa/Edessa), en el sudeste de Turquía, cerca de la frontera con Siria.
El lugar, según los arqueólogos, fue erigido hacia el X milenio a.C. (ca. 11.500 años atrás), antes de que comenzara la sedentarización.
Misteriosamente, todo este complejo de piedras, pilares y esculturas fue deliberadamente enterrado sobre el 8000 a.C., permaneciendo abandonado por espacio de 500 años.
Si uno presta atención a los detalles de los pilares y estelas en forma de T de hasta 60 toneladas que componen el santuario, se pueden distinguir, entre relieves de animales y otros símbolos, figuras humanoides —supuestos dioses neolíticos— con brazos trazados a ambos lados y cuyas manos se juntan hacia la parte frontal, apuntando hacia lo que sería el ombligo. Esta posición tendría un significado sagrado o especial.
Sin embargo, a pesar que Göbekli Tepe es el primero, definitivamente no es el único en poseer estatuas de este estilo. Por ejemplo, la diosa sumeria Inanna también era caracterizada en la misma posición. De igual forma, las famosas estatuas de la Isla de Pascua, conocidas por el nombre de moai, fueron construidas de pie y con las manos sobre el ónfalo. De acuerdo a los investigadores, esta postura simboliza el nacimiento o el renacimiento. Lo cual tiene mucho sentido considerando que, según el idioma autóctono, la isla antes era conocida como Te pito o te henua, que significa «El ombligo de la Tierra».
Vista frontal de un moai de la Isla de Pascua. Nótese la posición de sus manos respecto al ombligo.
La comparación entre las piedras de Göbekli Tepe y la Isla de Pascua, así como de otros lugares antiguos similares, se vuelve inevitable. Numerosas versiones de este tipo de estatuas —de pie y con sus manos hacia el ombligo— pueden ser encontrados en lugares del mundo tan dispares como Bolivia (Tiwanaku), Azerbaiyán (Gobustán), Tahiti, las Islas Marquesas, Colombia (San Agustín), Egipto, y Costa Rica. Esto indica que la creencia sobre el «renacimiento» se diseminó a lo largo y ancho de todos los continentes; y es posible que las comunidades y diferentes culturas hayan experimentado algo lo suficientemente traumático o trascendente como para desarrollar arquetipos en común a pesar de las distancias. En la psicología junguiana, la cual propone que en el mundo primitivo todos los hombres poseían una especie de alma colectiva, el arquetipo es el patrón ejemplar del cual otros objetos, ideas o conceptos se derivan de manera inconsciente.
En el caso que nos ocupa, los cultos a la fertilidad, la muerte y la vida después de ésta, surgieron en tierras remotas aproximadamente en el mismo periodo.
Pero, ¿cómo es esto posible?
¿Qué llevó a los antiguos a construir estatuas similares a pesar de, supuestamente, no conocerse o cruzarse entre sí?
¿Qué relación se puede establecer entre Anatolia (Asia Menor, Turquía) y la Isla de Pascua localizada en mero Océano Pacífico?
A pesar de no ser una característica que se destaca, las posiciones de los brazos y manos existen en los torsos de las estatuas de la Isla de Pascua.
Los moais alcanzan una altura de 4.5 metros, al igual que las figuras antropomorfas de Göbekli Tepe. En 2010, los arqueólogos excavaron bajo uno de los moais, revelando extremidades reposando sobre el torso en la mencionada posición del «nacimiento» o «renacimiento».
Otra cuestión intrigante es el gran tamaño de las estatuas en comparación con un humano promedio. Es posible que en el pasado nuestra especie se haya sentido inferior ante la naturaleza y el universo, por lo que la megalomanía de sus obras compensaba tal complejo.
Otra alternativa es que, debido a grandes cataclismos naturales, los hombres de antaño creyeran que debían erigir grandes estatuas con el objetivo de ser notados por los dioses y, a la vez, rendirles tributo de esta forma con la esperanza de obtener algo de misericordia.
Y es esta última alternativa la que mejor podría explicar el culto al «renacimiento». Como ya mencionamos al principio, Göbekli Tepe fue erigido hace aproximadamente 11.500 años, fecha que, oh casualidad, coincide con el colapso drástico del último periodo glacial. Análisis científicos sobre esa época, en particular los del historiador de la ciencia D.S. Allan, y J. B. Delair, geólogo y antropólogo de Oxford, describen un desastre cósmico hace 11.500 años; de tal magnitud que reorganizó el sistema solar entero y, desde luego, a la Tierra misma.
Y es esta última alternativa la que mejor podría explicar el culto al «renacimiento». Como ya mencionamos al principio, Göbekli Tepe fue erigido hace aproximadamente 11.500 años, fecha que, oh casualidad, coincide con el colapso drástico del último periodo glacial. Análisis científicos sobre esa época, en particular los del historiador de la ciencia D.S. Allan, y J. B. Delair, geólogo y antropólogo de Oxford, describen un desastre cósmico hace 11.500 años; de tal magnitud que reorganizó el sistema solar entero y, desde luego, a la Tierra misma.
La teoría sugiere que el trauma resultante afectó y cambió la conciencia humana, y la gente antigua se vio obligada a adquirir nuevas habilidades. Aquellos sobrevivientes del cataclismo climático que elevó los niveles del mar durante los siglos subsecuentes, quedaron multi-traumatizados y desarrollaron una suerte de «catastrofobia».
Monolito Ponce, Tiahuanaco, Bolivia.
¿Pudieron entonces estas estatuas ser un tributo a la voluntad e instinto de la especie humana por sobrevivir? ¿Fueron acaso civilizaciones madres desaparecidas las que difundieron el conocimiento necesario para tal supervivencia? Después de todo, según la historia (abierta) que contradice los exegetas más ortodoxos, otros monumentos «imposibles» habrían sido construidos hacia la misma época que Göbekli Tepe, con el claro objetivo de dejar un registro inmemorial en piedra de lo que sucedió en aquellos tiempos.
fuente/MysteryPlanet.com.ar
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