EN ESPAÑA HAY PRUEBAS QUE PERMITEN AFIRMAR QUE ESOS DIBUJOS PRIMITIVOS SON LOS ANTECESORES MÁS ANTIGUOS DE LOS GIFS
El arqueólogo y cineasta francés Marc Azéma lleva veinte años analizando el legado artístico de la prehistoria que decora los yacimientos más famosos de Francia. Su trabajo ha tenido resultados que más de uno podría cuestionar: en ese arte rupestre se encuentra el orígen de la cinematografía y de la animación.
Durante todo este tiempo, Azéma ha descubierto más de 50 pinturas en una decena de cuevas del país que representan movimiento. Sus hallazgos en Lascaux son los más relevantes: más de veinte animales, sobre todo caballos, con múltiples cabezas, piernas y colas que no fueron dibujadas por casualidad.
En la Península Ibérica, aunque en menor medida, encontramos casos similares. En los vestigios del Valle de Coa (Portugal), una cabra mueve su cabeza para mirar hacia atrás, aunque realmente lo que el ojo humano puede ver en una situación normal son dos cabezas dibujadas con diferentes perspectivas. También puede verse un caballo de tres cabezas sobre una yegua en el momento del coito. En las cuevas de El Castillo (Cantabria) hay un bisonte amarillo: algunos dicen que solo tiene una cara; otros opinan que tiene dos y que parecen moverse para acabar mostrando el lomo del animal. Hay que hacer un esfuerzo para imaginárselo.
Sergio Ripoll, doctor en prehistoria de la UNED, explica que encontrar figuras rupestres con signos de animación no es lo más habitual. Dice que de unas 300.000 figuras existentes, tal vez sean 50 las que muestren estos vestigios. Aunque este tipo de representaciones se comienzan a ver en el Paleolítico, el arte de esta etapa es predominantemente estático.
Un juego de luces y sombras
Con luz artificial y plana, esa multiplicidad de miembros en los animales no es más que eso: figuras deformes sin sentido dispuestas sobre relieves. Si lo que ilumina una cueva es una lámpara de tuétano, como las que utilizaban los prehistóricos mezclando grasa con hierbas secas, el ojo humano puede apreciar una serie de sombras y claroscuros en las rocas. Eso es lo que hace que una imagen en principio estática adquiera movimiento, que la composición se vea teatralizada, que sus elementos “vayan y vengan”.
Lo explica Daniel Garrido, coordinador de las cuevas prehistóricas de Cantabria. Esa luz surge gracias al fuego. Es una luz en movimiento que ayuda a “animar” las múltiples extremidades, a completar las figuras que, adrede, aparecen incompletas. Esto es más difícil en el arte rupestre al aire libre, como el citado de Portugal, aunque algunos estudiosos piensan que ese juego de luces se podía recrear al caer la noche.
En una de las cuevas de El Castillo hay una galería muy estrecha con una marmita. En ella, quien asoma la cabeza puede ver que se han representado caballos y ciervos. Cuando se introduce alguna fuente de luz en movimiento, los animales también parecen desplazarse. “Tienes que jugar con el espacio, girarte 360 grados para entender cómo los animales corren alrededor de tu cabeza”, explica Garrido.
Desde siempre se ha tenido en cuenta el uso del fuego en la prehistoria como un elemento para calentar o iluminar, pero pocas veces se ha ligado al arte. Sin embargo, hay pruebas de que era un instrumento utilizado para observar las pinturas, especialmente cuando cerca o debajo de esos grabados han aparecido restos de carbón. Eran fuegos fijos y permanentes.
Hay ejemplos de esto en los yacimientos de El Castillo y en la Cueva de El Bosque (Asturias). En esta última se puede ver un panel con más de treinta cabras (algunas de pie, otras tumbadas, otras bailando...), y justo debajo restos que indican que hubo fuego.
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articulo publicado en--http://arqueologia-paleoramaenred.blogspot.com.es/2014/12/asi-se-usaba-el-fuego-para-dar-vida-las.html |
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