Por primera vez, la revista Slate cuenta la rara historia completa detrás de uno de los “logros” más extraordinarios de la era espacial: la escultura reside en la luna. En 1971, antes de la misión del Apolo 15 a la luna, el artista Belga Paul van Hoeydonck se juntó con el astronauta Dave Scott para ver la manera de mandar una escultura miniatura a la luna. Sin publicidad, Fallen Astronaut, una escultura de aluminio de tres pulgadas fue llevada a la luna junto con una placa que honraba a los 17 viajeros espaciales norteamericanos y soviéticos que habían muerto al servicio de la exploración cósmica. Hoeydonck pretendía convertirse en el primer y único artista en tener obra en dos planetas.
Las regulaciones de la NASA para lo que podía llevarse en el “Módulo Lunar” imponían las siguientes limitaciones: debía poder resistir temperaturas diurnas de 250 grados Fahrenheit y de 250 grados bajo cero por las noches. Debía ser pequeño y no podía tener raza (ni blanco ni negro ni hombre ni mujer).
El 30 julio 1971 el Apolo 15 tocó la luna. “Nunca tienes suficiente tiempo en la luna”, apuntó el astronauta Scott. “La gente no entiende que todo toma mucho más tiempo que en la Tierra”. El último día que estuvieron allí, Scott encontró el momento para dejar la estatuilla, y quiso mantenerlo privado. Otro astronauta distrajo al Control de la Misión en Houston mientras Scott daba unos pasos flotantes para dejar al Fallen Astronaut, como le llamaron, como un ciudadano de la luna.
Cuando los misioneros regresaron, prefirieron no mencionar la escultura ni el homenaje. Van Hoeydonck estuvo de acuerdo y al principio fluyó con ellos, pero luego comenzó a agitarse porque no pudo tomar crédito de lo que él consideraba su creación más épica e histórica. Incluso el nombre “Fallen Astronaut” fue idea del astronauta Scott, lo cual ofendió al artista ya que “no sonaba como un gran viaje a las estrellas” que él quería.
Después de un tiempo, el museo Smithsonian se puso en contacto con Scott y le propuso hacer una réplica exacta de la escultura y la placa para formar parte de la colección permanente. Hoeydonck, una vez más, se ofendió porque no lo contactaron a él directamente ya que, por decisión del astronauta, el nombre del artista había permanecido secreto. Pero al final accedió y fabricó otra estatuilla para el museo en Washington D.C.
Pero ello también detonó que el artista quisiera hacer un anuncio público de que él era el artista de la escultura en la luna. El astronauta Scott no estuvo de acuerdo, como apuntó en un comunicado: “El anonimato era parte de lo que queríamos hacer, no queríamos fanfarrias o comercialización; solo queríamos reconocer a nuestros colegas de manera formal, silenciosa y pacífica en la luna”.
La emisión tuvo lugar el 16 de abril de 1972, el día del lanzamiento del Apollo 16. Van Hoeydonck, sosteniendo una réplica de la estatuilla en la mano, dijo: “Pensé en el futuro de los hombres, que el único futuro posible del hombre era en las estrellas”. Pero sus visiones soñadoras no le duraron mucho. Un artículo del New York Times en 1972, por ejemplo, opinó que el Fallen Astronaut “no se parece a nada más que a un diapasón hinchado”. “La gente odio al Fallen Astronaut”, apuntó Hoeydonck, aún confundido, cuarenta años después.
Pero a partir de la fama (o infamia) de la estatuilla, la galería decidió hacer réplicas y venderlas para al menos generar algo de ganancia a partir de la noticia. Ello enfureció al astronauta Scott (y al mundo que se enteró), pero no había mucho que decir por parte del astronauta, ya que él y sus colegas, en la misma misión del Apolo 15, habían llevado sobres y guardado allí pedacitos de la luna para venderlos a coleccionistas en la Tierra. Al final del día, el artista quería fama; la galería, prestigio y dinero; los astronautas, lucro extraoficial.
El NYT llamó a esto “la explotación comercial de los vuelos de la nación a la luna”, y Dennis A. Miller, un cineasta canadiense, filmó una película al respecto llamada Space Child. La película nunca vio la luz, pero el astronauta Scott perdió su licencia para viajes espaciales.
Ahora, después de años de oscuridad, el Fallen Astronaut está regresando a la luz pública. El Smithsonian, después de cuarenta años del suceso, llamó a van Hoeydock a dar una –increíblemente anacrónica— conferencia. Scott se rehusó a asistir (no quería volver a ver al artista), pero Hoeydonck relató la historia entera de la estatuilla.
Muchísimos de nosotros no sabíamos, en primer lugar, que en la luna hay una estatuilla en forma de un “diapasón hinchado”, ni que el ego de los hombres se extendiera a los satélites que circundan la Tierra. O esto último quizá sí, pero no de manera tan literal. Pero en la luna, además del astronauta caído, hay banderas norteamericanas y otro tipo de debris terrícola; y ello puede significar muchísimo para el humano y para la NASA, pero puede no significar nada para la luna. Esperemos que así sea.
fuente--
http://pijamasurf.com/2014/05/la-extrana-historia-de-la-escultura-que-dejaron-en-la-luna/
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