Descubierto un gran altar megalítico en la selva de Alta Floresta de Oeste (Rondonia, Brasil)

La zona de Rondonia, ubicada en las cercanías del Río Guaporé, es muy interesante desde un punto de vista arqueológico por varias razones. Primero que todo, porque las antiguas crónicas españolas indican la zona adyacente al Río Guaporé como el lugar donde se habrían escondido los descendientes de Huáscar, en el famoso Paititi. A tal propósito, en el 2011, en las cercanías del pueblo de Costa Marques, junto con el investigador Joaquim Cunha da Silva, localicé y estudié la ciudad perdida de Labirinto. El sitio de Labirinto pudo haber sido uno de los lugares donde los Incas se escondieron después de la conquista española de Cusco, pero hasta que no se efectúe un estudio en el lugar con una excavación, no se podrá confirmar la verdadera naturaleza del centro arqueológico. Además, la Rondonia es interesante porque hay muchos geoglifos circulares, parecidos a los encontrados en el Estado de Acre. ¿Quién vivió en la zona de Rondonia perteneciente a la cuenca del Río Guaporé? Hay que subrayar que tanto en la cuenca del Río Machado (afluente directo del Río Madeira), como en la del Río Guaporé (afluente del Río Mamoré), fue hallada muchísima cerámica. Empero, mientras que la de la cuenca del Río Guaporé es más evolucionada, debido quizás a los contactos frecuentes con el pueblo de los Moxos (que vivían en el actual departamento boliviano del Beni), la descubierta en el Río Machado tiene un estilo más tosco, menos rebuscado.

Esta evidencia arqueológica hace pensar que durante el período cerámico, los pueblos que vivían en la cuenca del Río Guaporé (probablemente los pacíficos Arawak) eran tecnológicamente más evolucionados que los grupos humanos que vivían en la cuenca del Río Machado (quizás los temibles Tupí Guaraní). Justamente en la zona de la cuenca del Río Guaporé, en el sitio de la Cachoeira do Consuelo (cascada del Consuelo), en la Alta Floresta de Oeste, los investigadores brasileros Joaquim Cunha da Silva y Adilson Andrade descubrieron, reconocieron y estudiaron un gran altar ceremonial megalítico, caracterizado por 29 cazoletas cuyo diámetro es de aproximadamente 30 centímetros. No muy lejos, los investigadores descubrieron otras 3 cazoletas, alineadas sobre el eje noreste-suroeste. Se plantearon varias hipótesis para la utilización que se hacía de las cazoletas o depresiones semiesféricas grabadas en la roca. Pudieron haber sido utilizadas para la adivinación, ya que los chamanes, cuando la luna se reflejaba en el agua que contenía, leían el pasado y el futuro. Otra interpretación de las cazoletas es la arqueoastronómica, o bien, que fueron verdaderos mapas de las estrellas. En este caso, se llenaban con carbones ardientes que representaban la luminosidad de la Estrella. Otra interpretación tiene que ver con el sacrificio, o bien, los ritos. En algunos petroglifos del Nuevo Mundo, la sangre del animal sacrificado se hacía correr en pequeños canales retorcidos según complicadas lógicas, y también a partir de la asunción de la ayahuasca (del quechua aya, alma, y huasca, cuerda, o bien, la cuerda que separa el alma del cuerpo) era interpretada una acción particular o comportamiento. La última interpretación que, en mi opinión, en este caso parece ser la más real, es la del calendario. En efecto, las cazoletas son 29 como los días del mes lunar. Si así fuese, los Arawak que vivían en la selva de Rondonia estaban desarrollando un complejo sistema vinculado a las fases lunares que servía al cálculo del tiempo. Es posible también una interpretación relativa al calendario y a la astrología, en el sentido de que, si a cada cazoleta correspondía un día del mes, el chamán podía, observando la luna reflejada en el agua de la cazoleta misma, predecir el futuro, aconsejar el momento favorable para la siembra o disuadir al jefe de la aldea sobre la inconveniencia de un ataque a otra tribu. YURI LEVERATTO Copyright 2013 Copyright de las fotos: Joaquim Cunha da Silva Blog de Joaquim Cunha da Silva: http://eldorado-paititi.blogspot.com/