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jueves, 13 de diciembre de 2012

LOS CÓDIGOS HERMÉTICOS

siglos habrían estado ocultos en una cueva frente al mar de Galilea. Son 70 códices de metal de muy pequeño tamaño, sellados por todas partes. La forma en que están obturados dá a entender que su apertura estaba prohibida, o sólo permitida a muy selectos lectores, por contener información sagrada. ( un libro hermético de estas características se menciona en el Apocalipsis de la Biblia católica ).En el frente, aparecen dos rostros humanos: uno de frente y el otro de espalda, representados en tres dimensiones. Uno parece tener barba y el otro nó.
Incluso la huella digital del fabricante se puede ver en la impresión de plomo. Debajo, un texto posiblemente en hebreo antiguo, fenicio o algún otro dialecto aún sin descifrar ( en la época en la cual aparentemente fueron escritos, pululaban en la zona cientos de sectas cada una de las cuales hablaba su propia lengua y no existía un idioma unificado ). Una de las pocas frases aparentemente traducidas hasta ahora diría: «Salvador de Israel".
Cada códice contiene un promedio de ocho o nueve páginas con imágenes de ambos lados y atados con enlaces de anillos de plomo. Muchos están severamente corroídos, pese a lo cual han logrado ser abiertos con extremo cuidado. El contenido predominante son las imágenes, con muy poco y escueto texto. Una de las placas se ha interpretado como un mapa esquemático de la Jerusalén cristiana.El propietario exclusivo de este hallazgo es el próspero operador beduino de una empresa de transportes Hassan Saida, que vive en la aldea árabe de Umm Al-Ghanim, Shibli, y es considerado en el pueblo como un hombre rico. Saida se niega terminantemente a vender el libro ( ha recibido ofertas multimillonarias de coleccionistas de todo el mundo ) y sólo aceptó que dos muestras fueran enviadas a Inglaterra y Suiza respectivamente para un estudio de autenticidad ( él ya había intentado autentificarlos a traves de Sotheby’s en 2007, que los rechazó por procedencia dudosa, y de la Autoridad de Antiguedades de Israel, que dijo que eran falsificaciones
Los resultados de este estudio conjunto realizado por ingleses y suizos concluyeron que las hojas metálicas son consistentes con las aleaciones de plomo producidas en aquella época, que el orígen de los metales es el Mediterráneo y que la corrosión en los libros era poco probable que haya podido ser falsificada en épocas modernas.A partir de este último análisis, fue que estos enigmáticos libros metálicos ganaron notoriedad pública, convirtiéndose a la vez inmediatamente en causa de discrepancias político/religiosas y de cautelosas reservas sobre su autenticidad y orígen por parte de la mayoría de los arqueólogos del mundo.
Estos códices ( que según algunos entusiastas estudiosos bíblicos podrían ser un hallazgo sin precedentes para el cristianismo ) aparentemente fueron encontrados originalmente junto con otros artefactos en Saham, Jordania, cerca del límite con Israel y Siria, hace cinco años.

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