Durante las últimas dos décadas, la NASA ha mantenido un ojo en la biósfera de nuestro planeta a medida que aumenta y disminuye con las estaciones.
Los datos son invaluables para los investigadores, pero las imágenes de lapso de tiempo también nos proporcionan una visualización impresionante de la característica más singular de la Tierra: la vida.
El Sea-viewing Wide Field-of-view Sensor (SeaWiFS) (Sensor de amplio campo de visión con vistas al mar (SeaWiFS)) fue lanzado en 1997 y pasó los siguientes 13 años observándonos desde su órbita a 700 kilómetros (435 millas) de altura.
El objetivo del satélite era recopilar datos sobre las propiedades bioópticas de las masas de tierra y los océanos de nuestro planeta. Mientras lo hacía, observó cómo los colores vivos de la Tierra cambian con las estaciones.
El SeaWiFS no fue el primer sensor en recopilar información óptica en la biosfera de nuestro planeta; el programa Landsat comenzó su trabajo de imágenes a principios de los años setenta.
También está lejos de ser el último, ya que una variedad cada vez mayor de tecnologías digitales que se envían a la órbita para mapear la luz que rebota en resoluciones son cada vez más avanzadas.
Para los investigadores, las tendencias a largo plazo ayudan a dar una idea de lo que vendrá en el futuro cercano. Los datos satelitales de dichos programas se utilizan para monitorear el estado de los cultivos, los bosques y las pesquerías de todo el mundo año tras año, lo que ayuda a mejorar los modelos y predecir los desastres.
El resto de nosotros puede apreciar la gran belleza de nuestro globo, ya que nuestro planeta parece casi respirar.
Basta con echar un vistazo a la imagen de abajo para tener una idea del pulso vivo de la Tierra, a medida que avanza y retrocede el blanco del hielo, los tonos morados indican niveles escasos de fitoplancton y los verdes que se oscurecen y reflejan el crecimiento de las plantas y las algas.
Esta asombrosa animación fue realizada utilizando los datos de los satélites meteorológicos SeaWiFS y Terra, Aqua y Suomi National Polar-orbiting Partnership.
Esa es la Tierra, que respira todos los días, cambiando con las estaciones, respondiendo al Sol, a los vientos cambiantes, las corrientes oceánicas y las temperaturas», dice Gene Carl Feldman, oceanógrafo del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.
La tecnología está llegando al punto en que los sensores pueden captar detalles más finos a longitudes de onda que pueden revelar lo que está sucediendo a nivel químico.
Por ejemplo, los cambios específicos en la luz reflejada por las plantas pueden resaltar los momentos en que la fotosíntesis convierte el dióxido de carbono y el agua en azúcares.
Hace varios años , la NASA utilizó este método para investigar la productividad de los cultivos de maíz en el Medio Oeste de los Estados Unidos.
«Fue una especie de revelación que sí, puedes medirlo», dice la investigadora de la NASA Joanna Joiner.
Refiriéndose al maíz, agrega, «Estas plantas tienen algunas de las tasas de fluorescencia más altas en la Tierra en su punto máximo».
Con un catálogo tan vasto de imágenes que datan de casi medio siglo, los investigadores de la NASA pueden tener una idea clara de los tipos de cambios que tardan en aparecer.
«A medida que el archivo satelital se expande, se observan más y más dinámicas emergentes», dice Jeffrey Masek, jefe del Laboratorio de Ciencias Biosféricas de la NASA Goddard.
Vea el siguiente video para conocer cómo la historia de observar nuestro planeta enriquece la investigación científica:
Este articulo fue publicado en CodigoOculto.com
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