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lunes, 29 de noviembre de 2021

Descubrimiento histórico en la Marina Alta (Alicante): un texto íbero de unos 2.300 años de antigüedad de carácter religioso

 

Detalle de uno de los tres pliegues del texto grabado en una placa de plomo.

  • La Fundació Cirne presenta en Jávea (Xàbia), Alicante, un excepcional hallazgo histórico: un plomo datado como mínimo en el siglo III a.C. con un mensaje vinculado a un culto perdido que fue hallado en algún lugar de la comarca
  • Los expertos destacan el alto grado de conservación de la pieza y que es una de las 15 más extensas halladas hasta la actualidad

Esta es una crónica con una antigüedad de milenios, escrita en una lengua de significados ocultos para elevar ofrendas o quizás maldiciones a dioses hoy perdidos. También es una gran noticia porque enriquece de forma grandiosa el patrimonio histórico más atávico de la Marina Alta (Alicante), gracias a entidades que ponen a salvo descubrimientos que se podrían haber perdido para siempre, mandan investigarlos con paciencia y, cuando los divulgan, lo hacen con todo el rigor del mundo. En fin, que esta es la historia de lo que a partir de ahora se conocerá como el Plomo ibérico Cirne

Fue a principios de 2019 cuando llegó a la Fundación Cirne de Jávea (Xàbia) este plomo de extraordinario tamaño con inscripciones en presunto alfabeto íbero. Durante la presentación del hallazgo el pasado viernes por la noche en la sede de esa entidad su presidente, Enric Martínez, no quiso desvelar por prudencia en qué lugar concreto de la Marina Alta fue hallado ni en qué circunstancias. Sí que a partir de aquel momento, de hace ya casi tres años, la fundación, muy consciente de la importancia de lo que tenía entre manos, acudió a dos instituciones de Valencia y Barcelona para emprender la gran aventura de su investigación histórica. ¿De qué se trataba exactamente?

Intervención de Joan Ferrer durante la noche del viernes acompañado por Gemma Contreras y Enric Martínez.

La primera de esas entidades fue el Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i), cuya directora, Gemma Contreras, contó el viernes en Jávea que el plomo fue sometido a un minucioso análisis microscópico que permitió certificar su autenticidad: incluso entre los científicos es fácil imaginar (o así, al menos, lo imaginamos los periodistas, mucho más prosaicos) el disparo de adrenalina que debe suponer tal constatación. También, agregó Contreras, se le aplicó un proceso de limpieza a través de «baños de disolución de restauración para proteger la pieza». 

La segunda institución fue la Universidad de Barcelona. Se trataba de intentar descifrar las palabras inscritas en el plomo hasta donde fuera posible, toda vez que, hoy en día, resulta inviable alcanzar una comprensión íntegra de cualquier texto íbero, heredado a su vez del fenicio. Para ese segundo objetivo, la Fundación Cirne acudió a Joan Ferrer i Jané, epigrafista e investigador en lenguas paleohispánicas, especialmente la ibérica, que se puso a trabajar al frente del grupo Littera de la citada Universidad en el Plomo ibérico Cirne.

El plomo ibérico y su inscripción de signos.

En Jávea, Joan Ferrer expuso sus conclusiones, que pueden escucharse de primera mano en los tres vídeos que se encuentran al final del artículo: dijo que el texto en el plomo pertenece a la escritura dual, una variante relativamente minoritaria del íbero y sobre todo más antigua. Eso permitiría fijar la cronología del hallazgo entre los siglos IV y III a.C, con lo que el mismo tendría a sus espaldas una antigüedad de al menos 2.300 años.

Ferrer también aludió a su notable tamaño. De hecho, de los 120 localizados en el antiguo territorio íbero –la mayoría se concentran entre Valencia y Murcia, si bien también hay algunos más al norte, en Cataluña– el de Jávea es el 14º más grande. También destacó su excepcional estado de conservación. Y del análisis filológico, argumentó que la variante del signo «ti» dispuesta en dos trazos demuestra que pertenecería al territorio de Contestania o de Edetania, lo que hace pausible su localización en la Marina Alta, ubicada en la primera de esas áreas geográficas, pero muy próxima a la segunda, con la que prácticamente limita al norte.

Este especialista agregó que el plomo se encontraba doblado en tres pliegues y que el furtivo que lo encontró lo dañó, rompiéndolo en dos fragmentos. Los signos escritos únicamente estaban en su interior: es decir, que no tiene un nombre al que estuviera destinado el mensaje, que es una de las causas que hace descartar que se trate de una carta comercial o de sentido práctico, y reforzaría, en cambio, la idea de que se trate de un escrito religioso vinculado a algún tipo de culto, y que posiblemente exprese alguna maldición.

El director del Museo Soler Blasco de Jávea, Ximo Bolufer, a la hora de retirar el plomo tras la presentación.

Hay otras evidencias que constatarían esa última tesis. En realidad, no nos encontramos ante un solo texto unificado, sino ante varios; las tres líneas inferiores se encuentran al revés, esto es, giradas en 180 grados con respecto a las tres primeras. Esta disposición enfrentada de textos no es frecuente, y la comparación con otras escrituras coetáneas ahonda en ese carácter religioso. También llama la atención que varios elementos léxicos se repiten en los textos, o que el 60% aludan a nombres propios de personas. Con todo ello, este mensaje redactado hace más de dos milenios se halla aún rodeado de incógnitas, de «cosas que se nos escapan». «No sabemos si son dos o tres textos, no sabemos cómo se relacionan», agregó Ferrer.

¿El futuro del plomo? Lógicamente el Museo Soler Blasco de Jávea, según precisó su director, Ximo Bolufer, también presente en un acto, el cual contó con numerosos especialistas de la arqueología de la comarca, así como con la del alcalde, José Chulvi, y el concejal de Cultura, Quico Moragues.














https://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/descubrimiento-historico-en-la-marina-alta-alicante-un-texto-iber

domingo, 28 de noviembre de 2021

La tragedia de los gemelos de Tutankamón: muerte de una dinastía

 


Arrojado cruelmente en un rincón oscuro del lujoso Tesoro en la tumba subterránea de Tutankamón fue posiblemente el remanente más conmovedor de la corta vida del niño rey.

Situada junto al reluciente santuario canopico al que Howard Carter se refirió como "el monumento más hermoso", había una caja de madera alargada y sin decorar con escarabajos, cuya tapa fue retirada por antiguos intrusos. En el interior, el arqueólogo británico descubrió dos ataúdes antropoides en miniatura exquisitamente elaborados (Carter Nos. 317a y 317b) de madera dorada colocados uno al lado del otro. Colocados de la cabeza a los pies, cada uno contenía un nido de pequeños ataúdes, como muñecos rusos; en cuyo interior se encontraron los fetos de dos niñas que nacieron muertas.

Los ocupantes no fueron nombrados, por lo que, a pesar de lucir sellos de arcilla con la impresión real del chacal sobre nueve cautivos, estos ataúdes simplemente tenían la inscripción: "El Osiris ". Carter opinó que eran "sin duda" las desafortunadas hijas del niño faraón y su consorte Ankhesenamun .

Detalle;  Placa de oro que representa al faraón Tutankamón y consorte, Ankhesenamun.

Detalle; Placa de oro que representa al faraón Tutankamón y consorte, Ankhesenamun. CC BY-SA 3.0 )

Desde 1925, cuando se descubrieron los fetos por primera vez, los investigadores han examinado los restos muchas veces en un intento por determinar sus edades gestacionales y caracterizar cualquier anomalía congénita que los niños pudieran haber heredado de su padre


Momia de un niño con una mascarilla dorada.  Alexandria, Egipto.

Momia de un niño con una mascarilla dorada. Alexandria, Egipto. (Flickr / CC BY-SA 2.0 )

Académicos, estudios y escaneos

La primera persona que participó en un estudio de este tipo fue el propio Carter. Desenvolvió el feto más pequeño que medía menos de 30 centímetros (11,8 pulgadas) de altura y calculó que tenía alrededor de cinco meses de madurez; pero estaba confundido por su estado de conservación y la ausencia de una incisión abdominal, lo que significaba que el cuerpo no estaba momificado. Además, el arqueólogo descubrió una máscara de cartonaje dorado sobre la cabeza del niño y registró que era “varios tamaños demasiado grande”. De hecho, parece que una máscara funeraria también estaba destinada al otro feto, pero presumiblemente se descartó en un pozo que contenía restos de embalsamamiento cuando se descubrió que era demasiado pequeño para caber sobre la cabeza de las envolturas de lino. Esta máscara fue descubierta por Theodore Davis en 1907.

Máscara de cartonaje.  Egipto, siglo II d.C.

Máscara de cartonaje. Egipto, siglo II d.C. Dominio público )

En 1933, el Dr. Douglas Derry, profesor de anatomía en la Universidad de El Cairo, recibió la segunda momia que estaba cubierta por un sudario de lino sujeto por envolturas transversales y longitudinales; debajo de esto había un segundo sudario. Tras un examen cuidadoso, el anatomista experto notó una capa adicional de "vendajes entrecruzados y una serie de almohadillas que se habían insertado para endurecer y dar forma", señala Nicholas Reeves en su libro "El Tutankamón completo" .

El egiptólogo inglés agrega que se utilizó el mismo acolchado en los costados, piernas y pecho de la pequeña momia. Debajo de aún más capas de sábanas grandes, enrolladas transversalmente y algo chamuscadas, yacía una última capa de delicado lino, debajo de la cual yacía el cuerpo de un niño que medía 36,1 cm (14,2 pulgadas) de largo. Derry concluyó que probablemente se trataba de un feto femenino embalsamado.

El método empleado para embalsamar a esta momia fue evidente; porque el cráneo había sido empacado con lino empapado en sal insertado a través de la nariz, y una incisión hecha en la ingle para introducir más lino salado antes de sellar la abertura con resina, aunque Alfred Lucas, químico forense experto a quien Carter alistó para ayudar a preservar artefactos, recuperó de la tumba, creía que era tejido animal modificado de algún tipo.

En su informe, que registró muchas características físicas, Derry señaló que vio "pelos muy finos de apariencia suave" en la cabeza del niño y agregó: "Las cejas son distintas y quedan algunas pestañas". Esta fue una prueba de la extraordinaria habilidad de los embalsamadores antiguos, según el Dr. Bob Brier, el principal experto mundial en momias. Este bebé, creía Derry, “… habría tenido unos siete meses en el momento del nacimiento”. Es interesante notar que ambos fetos reales tenían las manos colocadas a los lados y no en la posición formal de Osiride.


Dios egipcio Osiris, con las manos en la posición de Osiride.

Dios egipcio Osiris, con las manos en la posición de Osiride. Dominio público )

Cuando la tecnología conoció a los "gemelos"

Curiosamente, las niñas desaparecieron a mediados de la década de 1930, y pocos expertos estaban seguros de si estaban en el Departamento de Anatomía de la Universidad de El Cairo (donde se almacenaron por primera vez) o en el Museo Egipcio.

Un especialista que conocía la ubicación de los fetos fue el profesor RG Harrison. Alrededor de 1966-68 dirigió un equipo en la Universidad de Liverpool que realizó pruebas de radiografía. A través de su análisis, Harrison determinó que el feto más grande tenía una condición conocida como deformidad de Sprengel, con escápula derecha congénitamente alta, espina bífida y escoliosis. Esta vez, y en contra de los hallazgos de Derry más de tres décadas antes, los rayos X sugirieron que el niño era como mucho un mes prematuro, si no a término completo.

En 1978, se volvieron a realizar exámenes radiográficos en la momia más grande y se concluyó que el feto padecía múltiples anomalías congénitas de la escápula y la columna, incluidos defectos del tubo neural y escoliosis.

El Dr. Robert Connolly, un anatomista que analizó los restos momificados de Tutankamón y los niños nacidos muertos en 2008, observó: “Los dos fetos en la tumba de Tutankamón podrían ser gemelos a pesar de sus tamaños muy diferentes y, por lo tanto, encajarían mejor como un solo embarazo para su joven esposa. Esto aumenta la probabilidad de que sean hijos de Tutankamón. Estudié una de las momias, la más grande, en 1979, determiné los datos del grupo sanguíneo de esta momia bebé y los comparé con mi grupo sanguíneo de 1969 de Tutankamón. Los resultados confirmaron que este feto más grande podría ser la hija de Tutankamón. Ahora creemos que son gemelos y ambos fueron sus hijos ".

A lo largo de los años, algunos estudiosos se han preguntado si los fetos eran muestras de pureza que se colocaron en la tumba para viajar con Tutankamón al más allá. Esta idea parece bastante descabellada, especialmente porque la práctica del sacrificio humano para acompañar los entierros reales se abandonó más de dos milenios antes de que muriera el faraón adolescente.

Imagen de tomografía computarizada de la momia.

Imagen de tomografía computarizada de la momia. Museo Británico )

Pero el entierro de estos fetos no careció de precedentes, como explica Reeves, “Se pueden citar varios paralelos de la XVIII Dinastía de niños reales, antes que su padre, siendo enterrados en la tumba del rey: Webensenu, un hijo de Amenophis II, enterrado en Valley Tomb 35 ; y Tentamun, Amenemhat y otro descendiente no identificado en la tumba de Tutmosis IV ".

El camino a la decadencia

Lamentablemente, las momias de estos pequeños humanos habían sufrido una cantidad considerable de daño y deterioro a lo largo de los años; debido a su constitución frágil, y probablemente también porque fueron sometidos a innumerables pruebas. Por lo tanto, los expertos comenzaron a preguntarse si el daño post-mortem había sido el factor principal de las sugerencias anteriores de anomalías esqueléticas.

En una de las últimas rondas de pruebas en noviembre de 2011, los analistas de la Universidad de El Cairo y el Departamento de Estado de Antigüedades llevaron a cabo un estudio de tomografía computarizada de detectores múltiples (TCMD) en ambas momias y publicaron sus hallazgos. Los resultados fueron alarmantes, ya que las imágenes expusieron la magnitud del daño que habían sufrido las lamentables momias.

Mientras que el feto más grande mostró múltiples fracturas post-mortem de la columna, hombros, brazos y pies; el más pequeño no mostró signos evidentes de anomalías esqueléticas. Además, las imágenes forenses de la momia más grande revelaron que el hombro izquierdo estaba desplazado hacia arriba y la clavícula estaba dislocada. Este daño obviamente ocurrió después de la momificación, y esta fue la evidencia más clara hasta ahora de que el feto no sufría de una deformidad en el hombro.

Por lo tanto, el daño post-mortem, y no los defectos hereditarios, fue el culpable de casi todas las demás anomalías congénitas relacionadas con el cráneo, los brazos, las muñecas y los pies. Sin embargo, una ligera curvatura de la columna fue la única deformidad física que pudieron notar los investigadores. Al final del día, y después de docenas de pruebas, los egiptólogos no están ni cerca de determinar la verdadera causa de muerte de ninguno de los fetos.

Algunos eruditos postulan que Tutankhamon fue el producto de un matrimonio consanguíneo entre su padre Akhenaton y una de sus hermanas. Y si su esposa Ankhesenamun era su media hermana, ¿podrían estos elementos de la endogamia haber sido las verdaderas razones por las que las niñas perecieron en el útero?

El final de una era

Los obreros habían cortado apresuradamente las puntas del resplandeciente ataúd exterior de su padre para que encajara en el sarcófago . Curiosamente, la misma descortesía también se infligió en el ataúd del niño más grande. Consciente de todos estos detalles conmovedores, Carter se sintió incitado a lamentar: "... si uno de esos bebés hubiera vivido, nunca habría existido un Ramsés".

La icónica máscara dorada del faraón Tutankamón.

La icónica máscara dorada del faraón Tutankamón. CC BY 2.0 )

Connolly sospecha que los fetos sufrieron del síndrome de transfusión de gemelo a gemelo, donde el flujo sanguíneo a los gemelos es desigual, lo que hace que uno crezca mucho más que el otro. Era un síndrome al que era poco probable que ambos niños hubieran sobrevivido en la antigüedad.

Poco importa si Ankhesenamun había sufrido un par de abortos espontáneos, o solo uno, en el que dio a luz a sus condenadas hijas. Sin embargo, lo que tiene consecuencias es que la desaparición de estas princesas reales marcó la sentencia de muerte para la dinastía Amarna, que estaba al borde del colapso desde que Akhenaton cruzó los cielos para ser uno con Aten. Los ataúdes más pequeños, de hecho, son los más pesados.







Por  Anand Balaji

https://www.ancient-origins.net/history-famous-people/tragedy-tutankhamun-005517