Gran parte de la historia de Asiria está estrechamente vinculada a la de su famoso vecino del sur, Babilonia. Los dos imperios mesopotámicos hablaban lenguas similares y adoraban prácticamente a los mismos dioses. Fueron a menudo rivales en el campo de batalla por la hegemonía en el antiguo Oriente Próximo.
La historia de Asiria abarca principalmente desde el 2000 a. C., época en la que se fundaron las ciudades de Nínive y Calah, hasta la destrucción de Nínive en el 606 a. C.
Mientras que Babilonia es recordada fundamentalmente por sus contribuciones en la literatura, arquitectura y legislación, Asiria fue famosa sobre todo por sus hazañas militares, avances armamentísticos y conquistas meticulosamente registradas.
Geográficamente, Asiria ocupaba las regiones del norte y el centro de Mesopotamia. Se encontraba situada entre los ríos Tigris y Éufrates, y sus ciudades principales eran Calah, Zab, Ashur, y su capital, Nínive.
‘La diversión de un rey asirio’, óleo de Frederick Arthur Bridgman
El poder y la gloria
Soy poderoso. Soy todopoderoso. No hay entre los reyes otro igual a mí.
Así se jactaba el rey Asarhaddón (680 a. C. – 669 a. C.), quien expandió el imperio asirio hasta su máxima extensión territorial. En la cima de su grandioso poder, en el 671 a. C., Asarhaddón conquistó Egipto en menos de un mes. El reino egipcio estaba considerado uno de los más inexpugnables del Próximo Oriente. Los egipcios llevaban 2.500 años reinando sobre su propio territorio de forma prácticamente ininterrumpida.
En este relieve aparece ilustrada la brutal campaña de Asurbanipal contra Elam del año 647 a. C.
Sometido Egipto, Asarhaddón y su sucesor, Asurbanipal (680 a. C. – 626 a. C.) reinaron sobre un imperio que se extendía a lo largo de más de mil millas, desde el río Nilo hasta los montes del Cáucaso. En su época, el imperio asirio fue el mayor que jamás había visto el mundo. El centro del imperio se encontraba en lo que hoy es el norte de Iraq, y su capital era la ciudad de Nínive.
Teglatfalasar I
Teglatfalasar I fue un antiguo rey asirio cuyo reinado comenzó hacia el 1100 a. C. Emprendió diversas campañas militares victoriosas contra babilonios, sirios y otros pueblos.
Pocos se atrevían a interponerse en el camino de los conquistadores asirios. Tras derrocar al imperio babilonio, los asirios conquistaron a israelitas, fenicios e incluso algunas regiones del poderoso imperio egipcio.
Teglatfalasar I se enorgullecía de haber derrotado y conquistado a 42 reyes y naciones, escribiendo: “Me llevé sus posesiones, quemé sus ciudades con fuego, les exigí pagos y tributos por sus cautivos, y les sometí bajo el pesado yugo de mi dominio.”
Este rey asirio también aseguraba ser un experto cazador, y en una sola de sus expediciones habría dado muerte a más de 900 leones y capturado a varios elefantes vivos. En la ciudad de Ashur disponía de un terreno acotado en el que daba caza a diversos animales. En Nínive inició la construcción de un jardín botánico en el que plantó árboles exóticos y crió fauna capturada a lo largo de sus campañas militares.
Relieve en el que se da caza a una leona, colecciones asirias del Museo Británico (Sala 10)
¿Cómo consiguieron los asirios forjar un imperio tan grandioso derrotando a tan formidables enemigos? Sus ejércitos eran muy profesionales y habían sido sometidos a un duro entrenamiento. Todas sus tropas tenían una gran experiencia en batalla. Estaban muy bien organizados en diversas unidades de carros, caballería, arqueros y lanceros. Los ejércitos asirios contaban asimismo con un cuerpo de ingenieros que hacía uso de torres de asalto y arietes con cabeza de hierro para atacar ciudades amuralladas.
Los soldados asirios empleaban armas de hierro, mucho más poderosas que las armas de bronce que aún utilizaban algunos de sus enemigos. Los asirios construyeron asimismo carreteras para facilitar el rápido movimiento de sus tropas, de tal modo que en caso de rebelión de alguno de los reinos sometidos su territorio pudiese ser puesto fácilmente de nuevo bajo control asirio.
El miedo era otra de las armas empleadas por los asirios. Aunque todas las guerras son crueles, los asirios eran tristemente célebres por su práctica habitual de la tortura como arma psicológica. Las palabras de un antiguo rey asirio, Asurnarsipal, revelan hasta qué punto llegaban a ser crueles los asirios:
“Construí un pilar frente a su puerta, y desollé a todos sus hombres principales […] y cubrí el pilar con sus pieles […] empalé a algunos de ellos en estacas sobre el pilar. A muchos cautivos […] los quemé con fuego […] A algunos les corté las manos y los dedos, y a otros las narices, las orejas […] a muchos les saqué los ojos.” Asurnarsipal (c. 875 a. C.)
Los despojos de la victoria
En épocas antiguas, los reyes habitualmente comandaban a sus tropas en batalla, siendo ellos mismos destacados guerreros. Era costumbre de los reyes asirios plasmar sus victorias en los muros de sus inmensos y extravagantes palacios. Los relieves de los muros del palacio del rey Asurbanipal en Nínive son algunos de los más elaborados entre ellos. Estas esculturas, junto con una importante colección de tablillas cuneiformes de arcilla — unas 25.000 — fueron descubiertas por Austen Henry Layard y sus colegas en la década de 1840.
Tropas asirias regresan a casa tras la victoria. (Public Domain)
Un imperio implica poder. Este poder concedía una extravagante riqueza a los vencedores, quienes obligaban a los pueblos sometidos a pagarles tributos o impuestos. La sed de riquezas de los reyes asirios parecía no tener fin.
El pago de tributos
El rey asirio Senaquerib (704 a. C. – 681 a. C.) describe el tributo que exigió al rey hebreo Ezequías. Ezequías resistió el asedio de su capital, Jerusalén, en un hecho histórico narrado incluso por la Biblia. Pero los hebreos aún deberían pagar cuantiosos tributos y donar caros presentes a los asirios.
Fragmento del Relieve de Laquis, Museo Británico. Escena de batalla en la que se observa a la caballería asiria en acción. En la franja superior un grupo de prisioneros es conducido al cautiverio.
Senaquerib lo explica con sus propias palabras en una tablilla descubierta por los arqueólogos: “Envió [un convoy] tras mí a Nínive, mi ciudad real, con 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, joyas, antimonio […], divanes de marfil, sillones con incrustaciones de marfil, pieles de elefantes, colmillos de elefantes […] todo tipo de tesoros valiosos junto con sus hijas, su harén, y cantantes de ambos sexos.”
Algo más que guerreros
Con las riquezas que conseguían de la guerra y los tributos, los reyes asirios construyeron sus bellas ciudades fortificadas de Nínive y Calah (Nimrud). En estas ciudades erigieron sus grandiosos palacios, algunos de los cuales ocupaban varias hectáreas de superficie. En el interior de sus palacios los reyes asirios mostraban su faceta más culta.
“Los palacios de Nimrud restaurados”, 1853
La fabricación de vidrio por primera vez, la invención del backgammon, los ancestros de llaves y cerraduras, incluso el masaje terapéutico, están considerados por muchos académicos invenciones asirias. Pero la grandeza del Imperio asirio no fue duradera. Justo cuando alcanzó su cima, empezó a desmoronarse. Las luchas entre el rey Asurbanipal y su hermano debilitaron el imperio y abrieron el camino a futuras invasiones extranjeras. El Imperio asirio acabó siendo finalmente destruido en el año 612 a. C. por los medos de la estepa irania y los caldeos de Babilonia. Jamás resurgiría de sus cenizas.
Fuentes:
ushistory.org: Assyrians: Cavalry and Conquests. Extraído del libro de texto online de Ancient Civilizations: http://www.ushistory.org/civ/4d.asp
http://www.ancient-origins.es/noticias-general-historia-eventos-importantes/forjadores-imperios-los-temibles-conquistadores-asirios-003812?nopaging=1
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