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jueves, 9 de junio de 2016

Entre el mito de Platón y la realidad histórica: la Tercera Vía de la Atlántida

Portada - Detalle del cuadro “Terror Antiquus” (1908), óleo del pintor ruso León Baskt (1866 –1924). Museo Estatal Ruso. (Public Domain)
El tiempo y el lugar en que existiera la Atlántida mencionada por el sabio Platón, hace unos veinticuatro siglos, en fragmentos de sus Diálogos −las fuentes escritas más antiguas disponibles−, vuelven a ser debatidos una vez más. En esta ocasión a través del más reciente estudio sobre tan grandiosa civilización, el “gran y maravilloso imperio” mencionado en la antigüedad, que habría sucumbido debido a sus excesos sin, al parecer, dejar huellas claras y contundentes de su presencia.

Descubriendo “La Atlántida Histórica”

Desde los textos de Platón, donde quedó registrada por vez primera, y tras los numerosos escritos posteriores −históricos y científicos−, un nuevo estudio examina y argumenta la existencia de la Atlántida bajo una amplia perspectiva a la que se denomina como “tercera vía” −que no se posiciona “ni entre las argumentaciones más atrevidas (sobrenaturales) ni entre las más conservadoras”−, sobre todo lo escrito al respecto.
¿Existió la Atlántida en realidad? Y si existió ¿dónde y cuándo cobró vida? Éstas son algunas de las preguntas que se hacen los interesados por esta remota y fascinante civilización. Mientras Rainer Kühne y otros investigadores propusieron en el 2004 que sus ruinas se encontraban en las Marismas de Hinojos, cerca de Cádiz, con este nuevo estudio el autor ha buscado contextualizar y localizar a la que llama Atlántida histórica, sugiriendo una ubicación diferente.
Busto de Platón. Copia romana (siglo IV) de un original griego. Museo Pío-Clementino del Vaticano. (Public Domain)
Busto de Platón. Copia romana (siglo IV) de un original griego. Museo Pío-Clementino del Vaticano. 
El principal y más preciado metal de la Atlántida, el llamado oricalco o cobre de montaña, utilizado para registrar las leyes y normas de esta civilización en la columna del Templo de Poseidón, ¿podría estar relacionado con los prolíficos yacimientos de pirita del Mediterráneo Occidental y Tartessos? Una Edad del Bronce en el occidente mediterráneo, alrededor del año 9000 a. C., “es un disparate”, apunta Mario Mas Fenollar, autor del estudio recientemente publicado: El descubrimiento de la Atlántida histórica. Aclaraciones al bronce antiguo en el suroeste de la península ibérica.
Aunque los restos arqueológicos de Tartessos coinciden con las descripciones atlánticas, como otros estudios también han indicado, estarían desfasados miles de años con respecto a los relatos griegos, mientras que el desarrollo metalúrgico de este otro foco occidental, asociado alyacimiento de Los Millares, habría estado influenciado por los contactos con el Mediterráneo Oriental, según las evidencias con que se cuenta y que han ofrecido otras fuentes de investigación.

Afrontando el dilema temporal, el estudio ubica a La Atlántida en la desembocadura del río español Guadalquivir (descartando el Parque Nacional de Doñana que otros estudios sugieren), en una marisma alrededor del Golfo Tartésico, extinto por el aluvión del río. Habría existido entonces en torno al año 3000 a. C., a principios del período Calcolítico, para desaparecer hacia el 2250 a. C. a causa de un evento erosivo rápido y de elevada intensidad, con un incremento y retroceso recurrente del nivel del mar −unos 2 metros según estudios geológicos−, y no debido a un cataclismo sísmico, aunque sin descartar que éste tuviera lugar cierto tiempo después.
Vista aérea de la desembocadura del río Guadalquivir, en la península ibérica, lugar donde el nuevo estudio sitúa la antigua localización de la Atlántida. (Carlos Delgado/CC BY-SA 3.0)
Vista aérea de la desembocadura del río Guadalquivir, en la península ibérica, lugar donde el nuevo estudio sitúa la antigua localización de la Atlántida
Estas fechas serían congruentes para explicar el desarrollo de la navegación en el Mediterráneo debido a la expansión comercial de los atlantes hacia el este en el milenio III a. C., y a la intención de alcanzar Egipto y Grecia para tratar de dominarlos. La cultura atlante se habría extendido, por tanto, por todo el valle del Guadalquivir, mientras que las culturas del Bronce serían posteriores y habrían surgido al este, en el área de El Argar, y al oeste en Portugal.

Dónde buscar sus vestigios

En el mar de suposiciones y escritos relativos a la existencia y posible ubicación de la Atlántida, la idea de que estuviera localizada en las actuales costas de España queda reforzada por este estudio. Pero su autor también advierte: “encontrar vestigios físicos de la Atlántida histórica en tal lugar se dificultaría por la alteración geológica del paisaje producida por la desembocadura del río Guadalquivir y la intensa presencia humana a lo largo de los últimos cinco mil años”.
De existir, tales vestigios serían inaccesibles al encontrarse bajo los sedimentos del río, siendo más factible realizar exploraciones en Lebrija que, según estima el autor, fue puerto y testigo de la Atlántida histórica. Nabrisa, como se le conociera en la antigüedad, en el núcleo de Tartessos, habría participado en su consolidación y expansión hacia el Bronce Final.
Bronce tartésico conocido como «Bronce Carriazo», que representa a la diosa fenicia Astarté como diosa de las marismas y los esteros. (Siglo VII a. C.) Museo Arqueológico de Sevilla, España. (José Luiz/CC BY-SA 3.0)
Bronce tartésico conocido como «Bronce Carriazo», que representa a la diosa fenicia Astarté como diosa de las marismas y los esteros. (Siglo VII a. C.) Museo Arqueológico de Sevilla, España. 

La Atlántida de Platón

Tenemos constancia de la Atlántida por las versiones de Platón, procedentes del siglo IV a. C., y por quienes han investigado la posible existencia real del continente perdido y su localización geográfica. Lo cierto es que se trata de un tema que no deja de suscitar gran interés y controversia desde hace muchos siglos. Incluso el mismo Sócrates, mencionado en el Timeo de Platón, pregunta sobre las hazañas de esta ciudad “no como una simple ficción”.
Platón mencionó a la Atlántida en sus diálogos Critias y Timeo, describiéndola como una sociedad con un gobierno basado en la justicia y la virtud. Una avanzada civilización, desarrollada en una gran isla principal rodeada por un conjunto de muchas otras islas de un océano que llevaría su nombre, nexo de unión entre los actuales continentes de América, Europa y África. Su tamaño y ubicación continúan siendo objeto de acaloradas discusiones.

Según los relatos procedentes de nueve milenios antes –que Platón conoció en su infancia por su abuelo, amigo del sabio legislador ateniense Solón, y éste a su vez de sabios sacerdotes egipcios–, los atlantes vivían en una gran planicie rodeada de montañas que se extendían hasta el “Mar Circundante”: el Océano Atlántico.
Su gran señor Poseidón, dios griego de los mares, asignó a cada uno de sus diez hijos –su madre Clito fue hija de uno de los primeros habitantes del lugar–, una parte de la Atlántida como reino. Al hijo mayor, Atlas o Atlante, le otorgó el reino con la montaña rodeada de círculos de agua y el predominio sobre los demás reinos, pródigos en recursos para su existencia (minerales, bosques, fauna), que fueron la base del bienestar y las grandes realizaciones  de esta civilización, como la acrópolis, el templo de Poseidón, los palacios, los canales circulares de agua, puentes, puertos, murallas, fortalezas, jardines y bosques.
Mapa (circa 1669) del estudioso y científico alemán Athanasius Kircher (1602-1680) en el que se observa una de las supuestas ubicaciones de la Atlántida. (Public Domain)
Mapa (circa 1669) del estudioso y científico alemán Athanasius Kircher (1602-1680) en el que se observa una de las supuestas ubicaciones de la Atlántida. 
Con el insaciable dominio expansionista sobre algunas regiones de África y Europa habría comenzado la decadencia de la Atlántida, que culminaría cuando los atlantes fueron derrotados por los atenienses en su afán expansivo hacia Grecia y Egipto. Según los textos expuestos en el ‘Critias’, cuando los reyes de la Atlántida olvidaron su naturaleza divina, dejando de reinar con justicia y virtud, y desdeñaron la protección del pueblo atlante, prefiriendo el poder, la soberbia y la dominación de otros pueblos, Zeus, dios de dioses, convocó a los demás dioses en su mansión más importante, instalada en el centro del universo, para decidir un castigo mediante el cual ‘los atlantes alcanzaran la prudencia’.
Asimismo, en el Timeo se menciona que, después del triunfo de los atenienses sobre los atlantes, se sucedieron un violento terremoto y un diluvio extraordinario”, por los que el ejército ateniense pereció y la isla de la Atlántida desapareció bajo el mar, dejando intransitable –e inescrutable– toda la zona que ocupaba el continente perdido debido a la arcilla producida tras su hundimiento.
‘La Caída de La Atlántida’ (siglo XVII), óleo de Monsù Desiderio. (Public Domain)
‘La Caída de La Atlántida’ (siglo XVII), óleo de Monsù Desiderio. 
Estos devastadores acontecimientos serían interpretados como el castigo divino que habría acabado con La Atlántida. Grandes civilizaciones y eventos destructivos de este tipo se habrían dado con anterioridad en muchas ocasiones, y volverían a acontecer muchas veces más, según el sabio y anciano sacerdote que le relató la historia de la Atlántida a Solón.
Si gracias a la investigación científica se obtuvieran pruebas concluyentes de la existencia de la Atlántida, nuestra actual civilización tal vez podría tomar ejemplo de los severos trastornos sufridos por los atlantes y reflexionar para corregirnos, si es que aún estamos a tiempo, obrando en consecuencia…






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