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martes, 24 de septiembre de 2013

Bioarca, la bóveda del fin del mundo.

El archipiélago svalbard, ubicado en el Océano Glacial Ártico y que forma parte de Noruega, es el escenario de una de esas maravillas científicas que pasan casi desapercibidas para la humanidad. En una de las islas de Svalbard, el punto de partida de las excursiones al polo norte, ya que se encuentra a tan solo 1.000 kilómetros del Polo Norte y un desierto helado que lleva siglos bajo el hielo y la nieve, se encuentra el banco mundial de semillas.
El comúnmente llamado “bioarca”, es el almacén de semillas más grande del mundo, creado en 2006 para salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos vegetales que sirven como alimento al ser humano, es decir, consiste en una póliza de seguridad alimentaria futura.
Esta “Bóveda del fin del mundo” se construyó a 120 metros de profundidad del hielo, en una montaña de piedra arenisca en la isla de Spitsbergen. Las obras se iniciaron concretamente en junio de 2006 y fue inaugurado oficialmente alrededor de un año y medio después, en febrero de 2008. Las primeras semillas que entraron a formar parte del bioarca sumaron un total de 100 millones de semillas procedentes de un centenar de países de todo el mundo. ¿Cómo se estructura el bioarca? La bóveda consta de tres almacenes blindados con una capacidad de 2.000 millones de semillas cada uno, que únicamente serán extraídas en caso de que se hayan agotado o hayan desaparecido de la tierra por algún motivo; hasta ese momento, las semillas se conservarán a 18 grados bajo cero en cajas de aluminio cerradas herméticamente, lo que garantiza su perfecto estado de conservación durante todos los siglos que hagan falta. La bóveda está protegida contra actividad volcánica, terremotos, radiación, el crecimiento del nivel del mar, e incluso se puede garantizar que en caso de que falle el sistema eléctrico, el permafrost con el que dispone la zona debido a su ubicación, garantiza la refrigeración de las cámaras sin preocupación alguna. Incluso está protegida contra impactos de meteoritos o ataques nucleares. Todas las semillas están a salvo para toda la eternidad. ¿Hay que pagar por depositar semillas? Cada país es dueño de las semillas que introduce y no tiene que pagar nada por conservarlas allí. La bóveda es un servicio mundial gratuito y los países podrán solicitar las semillas almacenadas única y exclusivamente cuando haya pruebas de que esa variedad ha desaparecido del medio natural. La bóveda es un auténtico plan de contingencia para las semillas y los cultivos. El día a día El trabajo diario de los técnicos de la bóveda se desarrolla en una sala de control donde un equipo de técnicos se encarga de registrar, catalogar y sellar con un código de barras cada muestra que llega al refugio de Svalbard. Las semillas se introducen en bolsas de aluminio cerradas de forma hermética y se guardan en cajas de plástico apiladas sobre estanterías metálicas. Como si de un arca de noé del siglo XXI se tratara, el búnker de semillas, como es de esperar, no es un lugar de fácil acceso. Aparte de rondar los 11 o 12 grados bajo cero de forma habitual, los compañeros con los que nos podemos cruzar de camino a la bóveda, no son otros que blancos osos polares, con lo cual quedan descartados de facto también los posibles turistas curiosos o similares. En la bóveda no trabaja nadie a jornada completa, no hay personal 24 horas vigilando, pero la inaccesibilidad relativa de la bóveda facilita el seguimiento de cualquier actividad humana posible como hemos comentado antes. De cualquier forma para entrar a la bóveda, por la que hay que pasar por cuatro puertas de acero, se necesitan varias combinaciones de códigos y llaves. Detalles de su construcción La construcción de la Bóveda de Semillas, tuvo un coste aproximado de 6 millones de euros y fue costeada por el gobierno noruego como un servicio a la comunidad mundial. Otros organismos que han invertido en la bóveda son entre otros la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Rockefeller, las compañías Monsanto y Syngenta, y países como Reino Unido, Australia Brasil, Colombia o India. No es el único banco de semillas que existe en el mundo. De hecho existen más de 1.000 bancos de semillas repartidos por el mundo, pero tienen un problema que ésta no tiene. Los otros bancos de semillas están amenazados por la escasez de agua, los terremotos, los cambios de temperatura, inundaciones o incluso posibles conflictos armados. Todos estos incovenientes hacen que esos almacenes nunca hayan sido del todo seguros. De ahí la idea de crear un almacén inexpugnable, con unas condiciones idóneas para la conservación sine die de su contenido.
Curiosidades del Bioarca La idea de crear un arca de semillas no es nueva. Ya a principios de los años 80 comenzó a hablarse de la necesidad de la misma, pero hasta la creación del Tratado Internacional de Recursos Genéticos de Plantas no se volvió una posibilidad plausible. Como curiosidad, el aeropuerto de acceso a svalbard, única vía junto con el barco, de llegar a este inhóspito lugar, es el punto más al norte del mundo. fuente/LaFlecha http://laflecha.net/bioarca/#mql6RvCehtx6nl5G

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