¡Un cementerio de 66 millones de años! Peces, mamíferos, reptiles y grandes saurios terminaron enterrados en una capa de sedimentos que es prueba palpable del último día del dominio de los grandes saurios en nuestro planeta.
Un oleaje descomunal en un mar interno y una lluvia de esferas de vidrio fueron las condiciones a las cuales no pudo sobrevivir en Norteamérica la biodiversidad continental ni tampoco marina. Los dinosaurios y los peces murieron y fueron enterrados en cuestión de horas o incluso decenas de minutos después de la caída del asteroide Chicxulub.
Así es el cuadro que presentó este viernes al público un comunicadode la Universidad de Berkeley (EE.UU.), augurando una próxima publicación de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. La apocalíptica imagen proviene esta vez de un yacimiento paleontológico y no de una hipótesis sobre el último día de los dinosaurios.
El paleontólogo Robert DePalma llevó a cabo durante seis años, desde el 2013, las excavaciones en el depósito Tanis en Dakota del Norte (cerca del municipio de Bowman, en la formación geológica de Hell Creek). Los hallazgos demostraron con creces que se trata de un campo que evidencia la matanza generada en muy poco tiempo, posterior al impacto del Chicxulub en el golfo de México.
Según este coautor del estudio, los fósiles de esa zona representan «el primer conjunto de muerte masiva de organismos grandes que se haya encontrado» y corresponden al borde del Cretácico y el Paleógeno. A un Tyrannosaurus rex y un tricerátops se unió una variedad de mamíferos, gran número de insectos y otros seres. Y allí mismo yacen los esqueletos del extinto reptil fluvial Mosasaurus, moluscos amonites, esturiones y peces espátulas.
Huellas de la catástrofe
Los peces, mucho mejor conservados, presentan algunas esferas de vidrio de varios milímetros de diámetro en sus branquias. Los científicos se muestran seguros de que atraparon estas huellas de un evento desastroso, como la lluvia de roca fundida, mientras nadaban con la boca abierta. Estiman que en la región, situada a más de 3.200 kilómetros del cráter, llovió cristal entre 45 minutos y una hora después del impacto.
La capa de roca sedimentaria que cubrió todo el conjunto de restos óseos es rica en iridio, un elemento raro en la corteza terrestre pero no en los asteroides. Los científicos opinan que dicha capa se acumuló a causa de unas olas gigantes, pero no propiamente un tsunami.
A su juicio, lo más probable es que fuera un seiche, las repetidas ondas estacionarias típicas para un cuerpo de agua parcialmente encerrado expuesto a los efectos de un fuerte terremoto. Este fenómeno se produciría en Dakota antes de que un tsunami pudiera alcanzar una región tan distante del golfo de México.
Fuente: Berkeley News. Edición: RT.
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