Un equipo de investigadores ha descubierto un cráter gigante, mayor que la superficie que ocupa París, que había permanecido oculto bajo una gruesa capa de hielo en el norte de Groenlandia y que se formó a raíz del impacto de un meteorito de hierro.
Su diámetro de más de 31 kilómetros lo sitúa entre los 25 cráteres de impacto más grandes de la Tierra, de acuerdo con los hallazgos de un equipo internacional de investigadores formado por expertos de Dinamarca, Alemania y Estados Unidos, según publica la revista Science Advances.
El cráter se formó cuando un meteorito de hierro de un kilómetro de ancho se estrelló en el norte de Groenlandia hace unos 12.000 años, hacia el final de la última era glacial —aunque son necesarios más estudios para poder precisar la fecha—. Desde entonces había permanecido enterrado bajo el hielo del glaciar Hiawatha.
«El cráter está excepcionalmente bien conservado y eso es sorprendente, porque el hielo del glaciar es un agente erosivo increíblemente eficiente que habría eliminado rápidamente las huellas del impacto», explicó el profesor Kurt H. Kjaer, del Centro de Geogenética del Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Hiroshima x 47
Se cree que la explosión consecuencia del impacto arrojó escombros en todas direcciones, tan lejos como hasta la moderna Canadá.
«Fue una explosión muy violenta. La energía liberada en el impacto sería el equivalente a 47 bombas de Hiroshima», comentó el coautor del estudio Kurt Kjaer, investigador del Museo de Historia Natural de Dinamarca.
La bomba de Hiroshima lanzada en 1945 explotó con una fuerza de 15.000 toneladas de TNT, lo que significa que el meteoro golpeó nuestro planeta con una fuerza equivalente a ¡705.000 toneladas!
«Esto habría aniquilado a cualquier ser viviente a 100 km del epicentro», agrega.
Superando las expectativas
Los primeros indicios de la existencia del cráter se remontan a julio de 2015, cuando los investigadores inspeccionaron un nuevo mapa de la topografía debajo de la capa de hielo de Groenlandia y notaron la presencia de una depresión circular enorme, previamente no detectada.
Decidieron entonces enviar un avión de investigación del Instituto Alemán Alfred Wegener para sobrevolar el glaciar Hiawatha y cartografiar el área con un nuevo y potente radar de hielo desarrollado por la Universidad de Kansas (EE.UU.). Ese radar de última generación «superó todas las expectativas e imaginó la depresión con un detalle asombroso», comentó Joseph MacGregor, un glaciólogo de la NASA que también participó en la investigación.
Para confirmar los hallazgos del radar, se realizaron estudios posteriores de la roca cercana al pie del glaciar y de sedimentos arrastrados a través de un canal de agua de deshielo que detectaron la presencia de cuarzo, vidrio y otros elementos relacionados con el impacto del meteorito.
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