En Antofagasta de la Sierra, en Catamarca (Argentina), arqueólogos encontraron restos que probarían que el sector puneño que comparte la vecina provincia con Salta estaba habitado por personas hace 40.000 años. El hallazgo, si se termina por corroborar la fecha mediante diferentes pruebas de datación que se están efectuando, echaría por tierra la teoría académica de que el continente americano empezó a ser ocupado por humanos hace alrededor de 15.000 años desde Asia.
"Tuve suerte, encontramos una aguja en un pajar", dijo a El Tribuno Carlos Aschero (izquierda), el reconocido arqueólogo que dirige la investigación en el sitio Cacao 1A, que es la cueva donde se descubrieron los elementos prehistóricos que pueden marcar un antes y un después en el mundo científico.
La cueva, que también tiene pinturas rupestres y restos culturales de otros períodos, se encuentra a 4 kilómetros del límite del departamento salteño Los Andes. Todo ese sector fue el hábitat, hace 40.000 años, de los cazadores y recolectores cuya existencia ahora se ha empezado a descubrir.
Aschero es investigador del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES) de doble dependencia Conicet-Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Nacido en Buenos Aires y radicado en Tucumán, hace 50 años, ejerce la Arqueología y es considerado una eminencia en ese ámbito.
En el sitio se encontraron dos mechones de pelo humano que pueden ser la punta del ovillo de estudios genéticos que podrían abrir la puerta a descubrimientos inconmensurables sobre los orígenes de los pueblos americanos. Se inventariaron, además, herramientas de piedra tallada utilizadas para corte y raspado, unos pendientes de cobre y excremento y fragmentos de huesos de animales que formaron parte de megafauna ya extinta.
La datación de los restos se efectuó en laboratorios de Estados Unidos mediante métodos que utilizan el elemento orgánico carbono 14. Aschero, según explicó, espera que en las próximas semanas le lleguen los resultados de otros cuatro estudios de datación que también se hicieron en el país norteamericano para confirmar los primeros que se hicieron. Dijo, además, que remitirá a la universidad inglesa de Oxford unas muestras para tener más pruebas de lo que apareció en la cueva Cacao.
Origen
La teoría más aceptada es que los primeros pobladores de América llegaron al continente mediante un puente que se formó entre la parte oriental de Siberia y el extremo norte de Alaska al bajar el nivel del mar en el estrecho de Bering debido a la última glaciación. Cuando volvió a calentarse la tierra ese paso, el puente de Beringia, desapareció. Todo ese proceso se produjo, aproximadamente, hace 25.000 años hasta hace 10.000 años. Las pruebas arqueológicas muestran que, efectivamente, en ese período se produjeron migraciones de personas desde Asia.
La incógnita que surge, entonces, es por qué aparecen evidencias de actividad humana hace 40.000 años en la Puna catamarqueña.
"En el norte de Brasil hay tres sitios que también rondan los 40.000 años de antigüedad y el que encontramos sería el cuarto con fechas similares que estarían pasando totalmente la marca de los 15.000 años que se había sostenido hasta ahora como el poblamiento del continente", dijo Aschero, y se preguntó: "¿Qué pasa con ese espacio de tiempo en el que aún no hay datos arqueológicos?".
Las incógnitas que se abren con el descubrimiento
La importancia del descubrimiento arqueológico que se hizo en Antofagasta de la Sierra radica en todas las preguntas que surgen, tanto por la antigüedad insólita del sitio como por los restos de cabello que se encontraron, que también corresponderían a una persona que estuvo en ese lugar hace 40.000 años. Las respuestas que vaya dando la ciencia a esas incógnitas serán, sin duda, fundamentales para reconfigurar las teorías sobre cómo se pobló América.
Jorge Martínez (izquierda) es doctor en arqueología de la Universidad Nacional de Tucumán e investigador del Instituto Superior de Estudios Sociales. Participa en la investigación de la cueva Cacao, donde se encontró el material prehistórico.
Explicó a El Tribuno que los restos de cabello brindan la posibilidad de conocer desde la paleogenética, a partir de análisis de ADN, cuál es la vinculación del individuo con los grupos que ingresaron por el Estrecho de Bering desde Asia.
“Toda nuestra herencia genética se transmite, obviamente, de padres a hijos, y así sucesivamente a lo largo del tiempo. Todos tenemos una especie de firma genética que para el caso de los grupos originarios de toda América se subdividen en cuatro grandes grupos genéticos o linajes, que se repartieron por todo el continente. Obviamente que hubo entrecruzamiento, pero esa carga genética se mantiene”, dijo el especialista.
Señaló que si se rescata material genético de los cabellos, se podrá establecer a cuáles de esos cuatro grupos pertenecía el cazador recolector que dejó su testimonio orgánico en la Puna norteña hace miles de años.
“Puede corresponder o, quién sabe, quizás puede dar algo distinto. Así como no estaba en los planes dar con algo tan antiguo es todo un misterio qué es lo que pueda surgir del análisis del cabello”, señaló Martínez.
Exploradores
El grupo que pasó por la cueva Cacao hace 40.000 años subsistía de la caza de, por ejemplo, caballos, que antes de extinguirse formaban parte de la megafauna de esta zona. Fueron, además, recolectores.
El grupo que pasó por la cueva Cacao hace 40.000 años subsistía de la caza de, por ejemplo, caballos, que antes de extinguirse formaban parte de la megafauna de esta zona. Fueron, además, recolectores.
“Eran pequeños grupos altamente móviles, que iban explorando y anexando territorios obviamente bajo un modelo de caza y de recolección”, detalló el arqueólogo.
Es factible, según aclaró el especialista, que también podrían haber estado en otra región, como las Yungas, por ejemplo, pero en esa geografía su paso no podría haber quedado resguardado como sí ocurrió en la aridez de la Puna.
Fuente: eltribuno.com
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