Las esculturas Dogu fueron realizadas por un pueblo del neolítico japonés llamado Jomon. Según los datos del carbono-14, debemos retroceder de 12.000 a 14.000 años, para situarnos en la época de la que proviene la primera escultura Dogu.
Las esculturas Dogu son realmente únicas, no hay otras figuras como ellas en el mundo, no se parecen a ningún otro objeto aparecido en la tierra. Los dogu son unas pequeñas estatuas de arcilla con raras cabezas, ojos como de insecto y torsos marcados por intrincados diseños de puntos y rayas. Algunas personas piensan que representan a los dioses japoneses de la fertilidad.
No obstante, según Vaughn M. Greene, autor del libro “Astronauts of Ancient Japan”, estos artefactos representan a visitantes de otro planeta. Greene señala, por ejemplo, que las unidades de pecho para el control del equipo de la EMU se encuentran aproximadamente en el mismo lugar que unos botones circulares en el pecho del dogu, los cuales probablemente servían para manejar los sistemas vitales del traje espacial dogu. Además, al igual que en la EMU, las rayas que rodean los botones dogu, equivalen a marcadores para graduar la cantidad de agua u oxígeno administrada a la persona dentro del traje espacial.
Libro de Vaughn M. Greene
Con base en un abultamiento sobre el diafragma del dogu, Greene desarrolla la teoría de que el traje espacial dogu venía en dos partes separadas, al igual que la EMU. Un científico de la NASA apunta que una civilización muy avanzada y parecida a la humana, diseñaría trajes espaciales mucho más sofisticados que aquellos que según Greene se encuentran en el dogu. Greene sugiere que si nuestro traje espacial nos pudo llevar a la Luna, también nos llevaría a otro planeta.
Diez mil años antes de la era cristiana, los habitantes del archipiélago oriental habían desarrollado el arte de la cerámica, que sólo surgiría en la “horquilla de la civilización”, al oeste de Asia, tres mil años después. Motivo para decir “¡banzai!”, que significa justamente “diez mil años”. Tales cerámicas antiquísimas marcan el Jomon Jidai, una clasificación propia de la arqueología nipona. La palabra jidai se haría más conocida por el cineasta George Lucas, en la serie “Star Wars”. Con sus caballeros espaciales de rígidos códigos de honor, Lucas se inspiró en los “jidai geki”, romances de época japoneses que hablaban de los samuráis, de ahí sus caballeros jedi.
La idea de dioses astronautas antecede en décadas a su más conocido promotor, el hotelero suizo Erich von Däniken. Podemos localizar la asociación de las estatuillas dogu japonesas con “escafandras espaciales” en fechas más tempranas. En un artículo de Viatcheslaw Zaitsev, publicado en la revista soviética “Spoutnik” en junio de 1967, habla del origen del fraude de la figura rupestre de “Fergana” y también este artículo es uno de los principales vehículos en la génesis de la leyenda de los “dropas”.
Curiosamente, los trajes espaciales reales nunca fueron muy semejantes a las estatuillas dogu. Construidos de partes flexibles, como una ropa de muchas capas, no se parecen a las formas aparentemente rígidas y redondas que pueden ser vistas en las estatuillas japonesas. Las ropas de astronauta que conocemos tienen algo muy común: dobleces y pliegues. Todavía más curioso es que los trajes espaciales futuros bien pueden volverse más semejantes a las figuras de barro con miles de años a cuestas.
Ese cambio no es solamente estético. Los trajes del futuro pueden tener revestimientos completamente rígidos, de articulaciones sofisticadas, garantizando una mayor protección para los hombres y mujeres que pisarán Marte. Son efectivamente armaduras. La semejanza entre tales conceptos de trajes y las figuras japonesas es notable, considerando que el prototipo AX-5 fue realizado en 1985, décadas después del artículo de Zaitsev…
articulo publicado en...https://www.emetlaverdad.com/astronautas-dogu/
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