Ilustración de los siete planetas Trappist
El descubrimiento de un sistema compuesto por siete planetas rocosos alrededor de una pequeña estrella, Trappist-1, a 40 años luz de la Tierra, fue recibido con gran expectación el pasado febrero. La razón principal es que al menos tres de esos mundos parecen estar en zona habitable, es decir, a la distancia adecuada de su estrella como para mantener agua líquida en su superficie y, quizás, poder albergar vida. Pero además, la propia existencia de tantos mundos «apiñados» suscitó admiración, ya que parecía ir en contra de las teorías predominantes acerca de la formación planetaria. ¿Cómo se originaron esos hermanos cósmicos?
Hasta ahora, había dos teorías predominantes para la formación de planetas. La primera asume que se forman más o menos en el lugar donde se encuentran. Para Trappist-1, esto es poco probable, ya que el disco del cual se habrían originado sus miembros tendría que haber sido muy denso. La segunda teoría asume que los planetas se forman mucho más lejos en el disco y migran hacia el interior después. Esta teoría también causa problemas con Trappist-1, debido a que no explica por qué sus planetas son todos del mismo tamaño que la Tierra.
Pero un equipo de investigadores de la Universidad de Amsterdam cree en una tercera vía. En su modelo no migran planetas enteros sino rocas. Estas rocas, compuestas mayoritariamente de hielo, están flotando en las regiones exteriores de la estrella. Cuando llegan cerca de la llamada línea de hielo, el punto suficientemente cálido para el agua líquida, reciben una porción adicional de vapor de agua para procesar. Como resultado, se juntan en un protoplaneta. A continuación, ese nuevo mundo se mueve un poco más cerca de la estrella. En su camino arrastra más piedras como si fuera una aspiradora, hasta que alcanza el tamaño de la Tierra. El planeta se mueve entonces un poco más allá y deja espacio para la formación del siguiente planeta.
Hielo derretido
El quid de la cuestión, según los investigadores, es la coagulación de rocas cerca de la línea de hielo. Al cruzar la línea de hielo, las rocas pierden su hielo de agua, pero esta es reutilizada por la siguiente carga de rocas que proviene de las regiones exteriores del disco de polvo. En Trappist-1, este proceso se repitió hasta que se formaron siete planetas.
Los investigadores quieren refinar su modelo con simulaciones por ordenador y esperan que su propuesta suscite discusión entre sus colegas astrónomos. Reconocen que es bastante revolucionaria, ya que las rocas viajan desde la parte exterior del disco a la línea de hielo sin mucha actividad por el medio. «Espero que nuestro modelo ayude a responder a la pregunta sobre lo único que es nuestro propio sistema solar si se compara con otros sistemas planetarios», dice el astrónomo Chris Ormel. autor del estudio. Su trabajo será publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.
J. DE J. Madrid - Actualizado:
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