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martes, 10 de enero de 2017

Momias



La momificación ha existido desde la noche más antigua de los tiempos, pues es un método consustancial al desarrollo cultural del ser humano. Este proceso ha suscitado multitud de preguntas y reflexiones, sobre todo a la hora de proceder. Por todos es sabido que el hombre, en su afán de perpetuarse más allá del tiempo, crea circunstancias y espacios donde honrar a sus semejantes. La conservación del cuerpo de aquéllos en lugares, en ocasiones, no adecuados, requiere de un conocimiento muy específico.
Entendemos por momificación aquellas prácticas que describen la conservación y desecación de un cuerpo para evitar su descomposición. Han sido diversas las civilizaciones que han llevado a cabo esta costumbre a lo largo de su historia, teniendo el ejemplo de algunas culturas precolombinas, como la inca, pero en ninguna se alcanzó el grado de dedicación ni perfeccionamiento como en el Antiguo Egipto, a pesar de que no siempre, a lo largo de sus tres mil años de existencia, se siguió la misma técnica.
La palabra momia proviene del término persa mumeia o mum, que significa piche, sustancia negra, similar a la brea, con la que se trataba el cadáver, creyendo que contenía propiedades medicinales y curaba numerosas enfermedades, obteniéndose del monte Mumia, en Persia. Con el transcurso del tiempo, el término pasó a designar cualquier acción relacionada con dicha substancia, perdiéndose su acepción original.
Tenerife, a través de su red de museos (http://www.museosdetenerife.org/), está impulsando un proyecto de nivel internacional sobre momias y ritos funerarios. "Athanatos. Inmortal", así denominado, tendrá lugar entre este año que comienza y el 2018, albergando un congreso mundial y una exposición sobre la momificación en distintas partes del planeta. En territorio guanche, los aborígenes insulares enterraban a sus muertos _ o xaxos_ en cuevas naturales. El acto de mirlado o embalsamamiento podía ser natural o antropogénico, y dependía del rango del fallecido. Los enclaves donde se ubicaban esos ritos funerarios localizánse por toda la geografía canaria, y más aquellos que evidencian una habitación estable en sus aledaños. El mundo funerario cobra especial importancia en este universo, singular de por sí, pues estos colectivos de características semíticas constituyeron una población procedente del norte de África, llegando a Tenerife entre el siglo V a.C. y los comienzos de la Era Cristiana. Una vez en la isla, su adaptación a un medio hostil se hizo gradualmente, suponiendo un aislamiento biocultural. Antropológicamente, constituían grupos humanos de origen beréber, piel blanca, robustez media y, mitológicamente hablando, se les considera descendentes de los habitantes del continente hundido de la Atlántida. Su esperanza de vida al nacimiento era de 32 años. En las imágenes podemos ver los restos de alguno de aquellos habitantes insulares en el nuevo módulo, acondicionado y reestructurado para su exhibición.












Articulo publicado en...http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/momias

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