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jueves, 2 de junio de 2016

Aparece una cista megalítica en Lladurs (Lérida)


Las dos inhumaciones dispuestas en el interior de la cista, después de su limpieza y delimitación. Fotografía: J. M. Espejo Blanco
Fuente: tribunadarqueologia.blog.gencat.cat | 1 de junio de 2016
En el transcurso de una intervención de urgencia del Servicio de Arqueología y Paleontología de la Generalitat de Catalunya, llevada a cabo por la empresa Pisos SL, en el terreno llamado Campo de la Morena - La Salada Vella, término municipal de Lladurs (Solsonès, Lérida), se ha producido un singular hallazgo: una cista megalítica del Neolítico Medio (4000-3700 cal ANE), situada a unos 1100 m sobre el nivel del mar, con planta trapezoidal y orientación EW. La estructura, que no había sido saqueada, ha llegado intacta hasta el presente.
Entorno donde se ubica la Cista del Campo de la Morena (Lladurs).  Fotografía: J. M. Espejo Blanco
Delimitación de la estructura al comienzo de la intervención arqueológica. Fotografía: J. M. Espejo Blanco
Las dimensiones máximas del interior son de 2,18 m de largo, 1,40 m en el extremo este, 0,84 m en el extremo oeste y 0,90 m de altura. La estructura funeraria está formada por cuatro losas de piedra en los cuatro lados de la cámara, con tres más que sirven de cierre superior. Los huecos formados en los puntos de unión entre las diferentes losas se cierran con cuñas de piedra encajadas entre ellas y barro como sellado definitivo. No se encontró ningún túmulo cubriendo la cista. En su interior se hallaron dos inhumaciones en el lado este de la tumba, una de un individuo masculino y otro femenino, ambos en decúbito supino con la cabeza en el extremo este, y los pies, flexionados, al oeste. Concentrados en el tercio superior de los cuerpos se encontraron varios objetos de ajuar: 7 punzones de hueso, 1 espátula de hueso, 1 plaquita plana de hueso, 1 lámina de sílex gris, y 12 cuentas de collar de variscita situadas mayoritariamente alrededor del cuello del individuo masculino.
Excavación de los restos esqueléticos. Fotografía: J. M. Espejo Blanco.
Detalle de las cuentas de variscita junto a la cabeza del individuo masculino. Fotografía: J. M. Espejo Blanco.
Durante la excavación también se recuperaron 25 pequeños fragmentos de cerámica (3 bordes y 22 informes sin decoración) y un fragmento de concha del género glycimeris dentro del recorte de la fosa de la parte posterior (oeste) de la cista.
Al parecer, el proceso de construcción de la cista comenzó con la excavación de la fosa trapezoidal, donde posteriormente se encajaron las cuatro losas verticales que delimitaban el interior del espacio funerario. Para ello, se abrieron cuatro pequeñas zanjas de unos 5 cm de profundidad donde se encajaron estas piedras.
Las dos losas laterales y posteriores están colocadas en posición inclinada -sólo la del extremo este se dispuso verticalmente- lo que permite un mayor espacio en el interior de la cista, y de hecho esto provoca que en la parte posterior quede un espacio vacío de unos 75 cm entre los pies de los esqueletos y la piedra de cierre posterior.
Limpieza de la losa de cierre, rota por el paso del tractor por encima. Fotografía: J. M. Espejo Blanco.
La cista completa al concluir la excavación. Fotografía: J. M. Espejo Blanco.
La secuencia de la acción constructiva y funeraria parece clara a partir de la evidencia de la construcción de la tumba: primero se colocó la losa del extremo este, a continuación las dos laterales que se apoyan en los lados de la primera, y en tercer lugar la piedra de cierre posterior, que descansa sobre las dos laterales. Después de sellar los espacios vacíos entre las piedras se dispusieron las losas del cierre superior, primero la del extremo oeste, después la del medio -que queda parcialmente encima de la anterior- y finalmente la del extremo este, que a su vez lo hace sobre la del medio (es esta última losa la que se rompió y permitió descubrir la tumba). Esta última losa cierra un hueco rectangular de 104 x 64 cm y creemos que es por ahí por donde se depositaron los cuerpos durante el ritual funerario. Finalmente se colocaría esta losa y se clausura la tumba.
Una vez terminada la intervención, la estructura se va a topografiar y cubrir con geotextil, además de una capa de tierra, para preservarla en el mismo lugar. Finalmente, para señalizarla, se han colocado cuatro estacas de madera que la delimitan, y se ha puesto una piedra de grandes dimensiones encima de la tierra de cubrimiento.
Interior de la cámara funeraria, vista desde el este, después del levantamiento de los huesos.

Informe realizado por José Manuel Espejo Blanco, arqueólogo director. ATICOS, SL. Gestión y Difusión del Patrimonio Arqueológico e Histórico






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