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martes, 29 de diciembre de 2015

Las Impresionantes ruinas de Gornaya Shoria


LAS IMPRESIONANTES RUINAS DE GORNAYA SHORIA

El nombre resultará, sin duda, desconocido para la mayoría de mis lectores. Remite a una regiòn, remota y aislada, al sur de Siberia, de esa Siberia misteriosa donde la huela del hombre aún debe hollar decenas de miles de kilómetros cuadrados. 

Allí se refugias todavía el misterio de la explosiòn de la Tunguska; cuando en la noche del 30 de junio de 1908 una impresionante detonación y onda expansiva a cierta altura sobre el suelo de un objeto desconocido arrasó más de un millón de kilómetros cuadrados y la muerte de un número jamás determinado de personas. 

Cometa, meteorito, mini “agujero negro” o colisiòn de una nave extraterrestre fuera de control, las hipótesis –sólo hipótesis porque, en contra de lo que los periodistas tranquilizadores y los informes al gusto de Wikipedia digan, nunca se supo ciertamente que fue lo que ocurrió- dan para todos los gustos.
O el no menos terrorífico enigma de la “expedición Dyatlov”, donde un grupo de estudiantes de Geología y su profesor murieron atacados por agentes desconocidos, que en impresionante carnicería que desafía todas las leyes de la física dieron cuenta de ellos el 2 de febrero de 1959. 

Estos misterios son apenas el guiño cómplice de una regiòn envuelta en leyendas, secretos y acertijos desde siempre.

Y ahora, en un momento tan cercano como febrero de 2014, un arqueólogo aficionado descubre las llamadas “ruinas de Gornaya Shoria”.

Extraterrestres en la antigüedad, civilizaciones desaparecidas, las peores pesadillas de H.P.Lovecraft, el escritor norteamericano ideólogo de mundos imposibles y dimensiones aterradores, fruto de horrores cósmicos que, en susrelatos, se materializan en el marco de la gris y cotidiana vida de cualquier ciudadano: Gornaya Shoria, ruinas en la cima de una montaña hechas con bloques de granito (traídas de no se sabe dónde, pero que no son del lugar) algunos de los cuales pesan más de 4.000 TONELADAS (no 4.000 kilos, escribí 4.000 toneladas). 

Sólo pueden seguir negando esta realidad aquellos que no podrían convivir con ciertas certezas que escapan a la “zona de confort” intelectual en que han crecido. En efecto y sólo basta con observar las fotografías donde puede observarse que los esfuerzos de geólogos y arqueólogos “de salón” por explicarlas como “formaciones naturales” es sólo producto de la soberbia y pedantería de algunos que se creen intelectuales y repiten como autómatas los dichos de otros que, ni siquiera, han pisado el terreno para opinar. 

Efectivamente; uno puede encontrar en Internet comentarios de supuestos académicos afirmando la “naturalidad” de esas formaciones, dando explicaciones vagas y superficiales para ello y todo porque “no es posible” semejantes construcciones; porque “no es posible” que haya existido una cultura en la Antigüedad capaz de mover, transportar, ajustar bloques de ese peso –cosa que ni siquiera podríamos hacer hoy en día-; porque “no es posible” o no figura en las enciclopedias científicas, lo que lleva a preguntarse: ¿no será hora de reescribir esas enciclopedias?.

Por cierto, en la superficie toda del planeta existen –aunque no abunden- otros ejemplos de ruinas megalíticas tan impresionantes como ésta: no es necesario, siquiera, invocar a las Pirámides de Egipto pues hasta las mismas quedarían escuálidas al lado de monstruosidades absolutamente artificiales como las “terrazas de Baalbeck” (en el Líbano), los megalitos del “Templo del Sol” en Ollantaytambo (Perú) o Sacsajhuaman. 

Y uno no puede dejar de evocar entonces las historias, en todas las culturas y todas las épocas (también en las crónicas bíblicas) sobre aquella “raza de gigantes” que alguna vez caminara sobre la Tierra, y cuyos rostros fueron tallados, de manera igualmente ciclópea, en latitudes tan disímiles como Armenia o Río de Janeiro…

Regresando a Gornaya Shoria, no existe la menor referencia a la civilización que puede haber levantado este sitio, acarreando esos gigantescos bloques hasta la cima del cerro y apilarlos y encastrarlos allí. Pero no debemos olvidar que a una distancia no tan lejana después de todo, en Mongolia, está la huella de la presencia de un pueblo “que bajó d elas estrellas” y dejara la historia inscripta en esos 716 discos de piedra altamente magnetizados de Baian Kara Oula. 

Y daría para escribir, a este respecto, toda otra investigación sobre cómo en los últimos años se nos trató de convencer que lo de Baian Kara Oula fue “sólo un mito, una mentira” cuando, si bien esos discos desaparecieron –como desaparecieron y en este momento están desapareciendo otras incómodas maravillas de la antigüedad a manos del ISIS- la historia está atravesada por testimonios y referencias de su existencia. Gornaya Shoria es aún más incómodo, pero, afortunadamente, mucho más difícil de hacer desaparecer.

Posted by Gustavo Fernández en 28-12-2015
https://alfilodelarealidad.wordpress.com/2015/12/28/las-impresionantes-ruinas-de-gornaya-shoria/

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