En 1881, el ingeniero alemán Karl Sester trabajaba para el Imperio Otomano en la construcción de carreteras por la región de Adıyaman, al este de la península de Anatolia, cuando descubrió las impresionantes ruinas del monte Nemrut —Nemrut Dağı, en turco—. Sester informó a la Academia Real prusiana de que había realizado un hallazgo arqueológico importante y que consideraba oportuno que el país enviase a un especialista al monte Nemrut para determinar de qué se trataba.
Otto Punchstein llegó poco después y emprendió las excavaciones y el estudio de lo que parecía un antiguo túmulo funerario repleto de estatuas de animales y dioses.
Cuando terminó las investigaciones, concluyó que se trataba del mausoleo de Antíoco I (86-38 a. C.), rey de un antiguo reino helenístico llamado Comagene, que surgiría tras las feroces disputas entre los viejos generales de Alejandro Magno.
Localización del monte Nemrut y ruta desde Adıyaman (Google maps). Clic para ampliar.
Foto de Klearchos Santorini, Cyclades, Greece, Wikimedia Commons.
La estructura circular del mausoleo del rey Antíoco I de Comagene se llama hierotheseion (dioses erguidos). Tiene 159 metros de diámetro y está rodeada por tres terrazas artificiales orientadas respectivamente hacia el este, el oeste y el norte.
Cada una de las terrazas soportan colosales estatuas de dioses, descabezadas porque durante la herejía iconoclasta los fanáticos las derribaron y dejaron esparcidas por el suelo, más o menos en la misma posición que conservan en la actualidad.
Esta decadente morada de los antiguos dioses se erigió en la cima del monte Nemrut, —está a 2.200 metros de altura— debido a que el rey Antíoco deseaba permanecer cerca de sus padres los dioses, ya que estaba convencido de ser descendiente de dos divinidades encarnadas: del viejo emperador persa Darío el Grande (549-486 a. C.) por rama paterna, y de Alejandro Magno ( 356-323 a. C.) por rama materna.
A consecuencia de esta supuesta condición divina, Antíoco adoptó el sobrenombre de Antíoco I Theos (dios) y hasta llegó a promulgar leyes que afirmaba emanaban directamente de los dioses.
El tamaño de un ser humano (abajo a la derecha) comparado con la cabeza de las estatuas. Foto de onur kocatas, Wikimedia Commons.
En la terraza del este existen cinco estatuas colosales —¡unos 7-8 metros de altura!— que representan a los dioses Apolo-Hermes, Tiké de Comagene, Zeus-Oromasdes y Ares-Hércules, los dos primeros con cabezas de león y los otros dos con cabezas de águila. La otra estatua tiene una cabeza humana que representaría a Antíoco de Comagene.
En la terraza del oeste se repite la misma estructura, con cuatro estatuas de dioses con cabezas de águila y león y una quinta que representa al rey. En la terraza orientada al norte está la estatua de Antíoco dando la mano a Apolo, Zeus y Ares. Todas las estatuas combinan rasgos artísticos griegos y persas —rostros griegos con ornamentos y tocados de estilo persas—, como corresponde a las expresiones artísticas propias del periodo helenístico en Oriente Próximo, creadas tras la conquista de Alejandro.
De hecho, el propio Antíoco I procedía de la mezcla de griegos con persas y quiso un enterramiento digno tanto para sus antepasados como para adorar a los dioses, a pesar de que el rodar de los tiempos haya arruinado inmisericordemente el mausoleo. Desde 1987, las ruinas del monte Nemrut pertenecen al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco con la sucinta denominación «Nemrut Dağ» y equivalen a una experiencia inolvidable.
Las vistas que se pueden apreciar desde las ruinas de esta antigua morada de los dioses son fantásticas, ya que abarcan las cadenas montañosas de los alrededores y, si el día está despejado, también el lago Ataturk.
El monte Nemrut se encuentra a unos 78 kilómetros de Adıyaman, la ciudad más importante de la región, aunque para llegar a Nemrut Dağ el viajero también puede elegir Kahta como punto de partida, desde donde salen algunos autobuses que llevan hasta las ruinas de Nemrut.
Los más aventureros disponen de la opción de llegar en helicóptero hasta la vieja morada de los dioses desde Adıyaman. Es común que los viajeros madruguen para poder contemplar el amanecer desde esta antigua morada de los dioses, pero realmente es una experiencia única.
Fuente: Plan de Maestria
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