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martes, 6 de octubre de 2015

Juego de Tronos...Misterios reales de la serie de moda

SE CUENTAN POR MILES LOS SEGUIDORES DE JUEGO DE TRONOS, TANTO DE LAS NOVELAS DE GEORGE R. R. MARTIN COMO DE LA SERIE PRODUCIDA POR LA HBO QUE YA PREPARA SU SEXTA TEMPORADA. UNA SAGA DE FANTASÍA ÉPICA CARGADA DE MISTERIO, MITOLOGÍA Y GUIÑOS A LA HISTORIA: MAGIA, HEREJÍA, VATICINIOS, ZOMBIES, SOCIEDADES SECRETAS... ¿QUÉ ENIGMAS SE ESCONDEN TRAS LA SERIE DE MODA? LOS DESVELAMOS.

TEXTO: Óscar Herradón
FUENTE: Revista Española ENIGMAS Nº 237, Septiembre de 2014.
Si hay algo de lo que se hable en los últimos años, en cualquier círculo, incluso en las elitistas esferas de la política, es de Juego de Tronos, la saga de moda. De las novelas, de su autor, el norteamericano George R. R. Martin -ahora más famoso que la misma J. K. Rowling, aunque lleva la friolera de veinte años dando forma a este complejo universo- y, cómo no, de la serie de la HBO de impecable factura y desbordado presupuesto. Y es que aunque hablemos de algo que se remonta a las sagas más antiguas de la mitología, la lucha entre el bien y el mal, los eternos conflictos morales del animal de “dos patas”, la codicia, la traición, la cordura y la falta de ella... lo cierto es que las luchas sin cuartel por el trono de hierro tienen un aire fresco -y radical- que deja en juego de niños sagas como El Señor de los Anillos y ha cautivado a millones de espectadores de medio mundo. Todos ellos, todos nosotros -pues en ENIGMAS hemos de confesar nuestra devoción por la misma-, esperamos ansiosos una nueva entrega de la novela o una temporada más de su versión catódica.
Y en las últimas semanas la expectación daba la mano a la controversia ante las declaraciones de su creador sobre la trama y sobre temas que afectan a su vida íntima, mientras se hacía público que Sevilla sera una de las ciudades que tendrán el honor de convertirse en escenario de parte de la quinta temporada. Concretamente, los especialistas de la HBO han elegido como escenario el Real Alcázar sevillano, donde se recrearán las escenas de los Jardines del Agua del reino de Dorne, un rodaje de nueve días del 14 al 22 de octubre de este año.
En cuanto a Martin, ya está cansado de las especulaciones de los fans sobre su hipotética “mala salud” y el rumor de que fallecerá antes de concluir la saga. El pasado mes de julio, el escritor espetaba sin titubeos, en una entrevista al diario suizo Tages-Anzeiger, de la que se hizo eco El Mundo, un “que os jodan”, con peineta incluida, apuntando que: “Francamente, encuentro la pregunta bastante ofensiva, que la gente especule sobre mi muerte o mi salud”.
Al laureado autor aún le quedan por publicar los dos últimos libros de Juego de Tronos. Ahora, Martin trabaja en el volumen sexto, cuyo título será previsiblemente Vientos de invierno.
Estas mases, tras el buen sabor de boca que dejó la intensidad de la cuarta temporada, no dejan de saltar noticias a la prensa sobre lo que vendrá... si la serie televisiva seguirá la línea argumental de los libros o, como ya ha sucedido, será una versión evidentemente más corta, con menos tramas y algunas de ellas alteradas. No hay que olvidar que es el propio Martin el encargado de guionizar la versión televisiva.
De lo que no cabe duda es de que Juego de Tronos es un complejo escenario de fantasía épica en el que cabe de todo, que evidencia influencias muy diversas: antropológicas, mitológicas, historiográficas... y muchos enigmas, que es al final lo que nos atrae cual poderosos imanes. La tarea de desvelar esos secretos cuya respuesta quizá se halle únicamente en la mente de su creador constituye un ejercicio apasionante al que se están dedicando blogs de medio mundo. Profecías, visión remota, zombies, magia negra, teriantropía, sociedades secretas, resurrección... todo ello complemento de una trama muy real sobre la lucha por el poder, la codicia y la venganza, que convierten a Juego de Tronos en mucho más que una franquicia, en un universo en sí mismo en el que confluyen muchas de nuestras pasiones, miedos y eternas preguntas.
En las próximas líneas intentamos desgranar gran parte de esos misterios “reales” de la multimillonaria epopeya que se narra en la Canción de Hielo y Fuego. Escuchad la absorbente banda sonora, sumergíos en las tierras de Poniente y dejaos llevar por la imaginación. No todo es ficción en este juego.


LICANTROPÍA Y ZOMBIES
Los miembros de la Casa Stark, de Invernalia, poseen lobos gigantes con los que mantienen un vínculo especial, principalmente el pequeño Bran Stark, que además de tener el don de la profecía, es capaz de controlar mentalmente -en una suerte de simbiosis- a su fiel compañero de cuatro patas, algo que en la serie se conoce como “cambiapieles”. Estos enormes cánidos de color blanco grisáceo son denominados huargos, nombre que hace una alusión evidente a una criatura con forma de enorme lobo de la mitología nórdica, los warrgos, seres que también aparecen en la epopeya El Señor de los Anillos.
En la Tierra Media los huargos eran criaturas malvadas con forma de lobo, pero de un tamaño mucho mayor, como en Juego de Tronos, aunque en este caso las mascotas de los Stark muestran una lealtad a sus amos muy alejada de la visión maligna de dichas criaturas. Según los mitos nórdicos, el wargo era una criatura fantástica, como ya he señalado, semejante a un lobo, pero de mayor tamaño, fiereza e inteligencia. En ocasiones parece que algunos norteños experimenten una fuerte conexión con dichos cánidos.
Desde la antigüedad ha existido una estrecha relación entre la magia y lo que se conoce como teriantropía -supuesta habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa-, capacidad que se ha atribuido históricamente a brujas, hechiceros, druidas, chamanes, etc. El caso más célebre de teriantropía es, claro, la licantropía o capacidad para convertirse en hombre-lobo. Aunque los “cambiapieles” de Juego de Tronos no se transforman literalmente en las criaturas que controlan -lobos, águilas, cuervos...-, sino que entran en una especie de comunicación psíquica con éstas, podemos considerar dicha habilidad como una suerte de teriantropía sui generis. Sus cuerpos no sufren una metamorfosis, aunque un cambiapieles puede trasladar su mente a la de los animales e, incluso, a la de otros seres vivos, como una poderosa telepatía, como hace Bran Stark con su fiel mayordomo Odor. El personaje de Bran desarrolla cada vez habilidades psíquicas más poderosas, llegando a sumergirse de lleno en lo que hoy denominaríamos control mental e incluso "visión remota".
Otro de los temas que se aborda tangencialmente es el de la zombificación, los "muertos vivientes", tan de moda hoy por otro éxito catódico, The Walking Dead. Los Otros, a quienes los salvajes conocen como los Caminantes Blancos, son una misteriosa raza que vive al norte del Muro. Estos son descritos como humanoides de gran altura, de piel extremadamente pálida, casi translúcida, con apariencia cadavérica y ojos de un fuerte azul brillante. Precisamente las personas que son asesinadas por estos Caminantes Blancos se reaniman como una suerte de zombies -a los que se conoce como espectros- y que recuerdan a lo que en la antigüedad y durante la Edad Media y el Renacimiento fue conocido como necromancia, una parte de la magia negra que se servía de toda suerte de rituales para invocar el poder de los espíritus e, incluso, según antigua creencia, dar vida a los muertos. En la serie, cuando estos hombres “reviven”, su temperatura corporal es muy fría, sus ojos brillan también azules y sus manos se tornan negruzcas, obteniendo una gran fuerza para atacar a los humanas. Aunque se les puede frenar mediante el descuartizamiento, sus miembros, cual el de lagartijas, continúan moviéndose una vez separados de su cuerpo. La mejor forma de acabar con ellos es quemándolos, pues son altamente inflamables.
Otra forma de necromancia que hallamos en la serie es la que es capaz de llevar a cabo Thoros de Myr, un sacerdote rojo de R’hllor, quien puede traer de vuelta a la vida, en más de una ocasión, a Beric Dondarrion, líder de la conocida como Hermandad sin Estandartes. Aunque los resucitados mediante esta técnica no recuerdan del todo su vida pasada, acumulan cicatrices de las heridas que les causaron la muerte en ocasiones anteriores.


En la imagen superior, Fantasma, el lobo -wargo- de Jon Nieve. Debajo, el pequeño Bran Stark durante uno de sus momentos de trance como cambiapieles. Al lado, el lobo Fenrir de las sagas nórdicas y en la otra Imagen Stannis Baratheon, aspirante al trono de hierro y el Elegido según la sacerdotisa Melisandre.


ORÁCULOS DE LA ANTIGÜEDAD
La profecía está presente en toda la saga, tanto, que en ocasiones los vaticinios y visiones llegan a confundir al lector/espectador; su importancia es capital en el desarrollo de la trama, pero es un recinto concreto el que nos retrotrae a los grandes oráculos del mundo antiguo.
La Casa de los Eternos, a la que es invitada a entrar Daeneiys Taigaryen, es la morada de los brujos de Qarth, y recuerda sobremanera a los oráculos de la antigüedad que estaban presentes en la vida cotidiana y cuyos "vaticinios" eran seguidos por grandes líderes como Alejandro Magno o el emperador romano Adriano. Uno de los episodios más célebres y a su vez enigmáticos de la corta pero intensa vida de Alejandro de Macedonia fue su visita al Oráculo de Anión, en el desierto libio, alrededor del año 331 a.C. Al parecer, además de consultar imperiosamente al oráculo sobre quiénes habían sido los asesinos de su padre Filipo, quiso saber si el dios oracular le concedería el honor de convertirse en “rey de todos los pueblos”. Al parecer, la respuesta fue afirmativa, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta lo que podía acarrearle una respuesta negativa a los sacerdotes del templo.
Del mismo modo, Daenerys, que se mueve en unas tierras que recuerdan esa misma antigüedad exótica de Oriente, Babilonia, Sumeria y, por qué no, la misma Macedonia alejandrina, entra en la Casa de los Eternos con la intención de conocer lo que le depara el futuro como Madre de Dragones. Este oráculo de Qarth, también conocido como el Palacio del Polvo, en el que muchos entran pero pocos vuelven a salir, es un edificio ruinoso y ancestral, que toma forma enroscada, como una serpiente de piedra a través de un bosquecillo de “árboles de corteza negra con hojas azules manchadas de tinta, las cuales se utilizan para hacer la bebida que los qarthienses llaman sombra de la noche”.


El que pide una audiencia con los Eternos debe seguir una serie de reglas, como debían hacer todos aquellos que consultaban los oráculos de la antigüedad: en este caso, lo primero que ha de hacer Daenerys -quien va allí siguiendo el consejo del brujo Pyat Pree- es ingerir el bebedizo, y a través de él "ver y escuchar las verdades" que le dictan los oráculos. En el interior, pasará a través de distintas habitaciones antes de llegar
a la Cámara de los Eternos, habitáculos que contienen distintas visiones.
Precisamente este oráculo tiene no pocas similitudes con el de Éfira, conocido en la antigüedad como “el Oráculo de los Muertos”, que presentaba un aspecto confuso y sombrío: largos pasillos en cuyas paredes se abrían puertas estrechas que conducían a habitaciones minúsculas, y corredores laberínticos. Para acceder hasta él los consultantes realizaban sacrificios y, tras varios días entre la vigilia y el sueño, en trance gracias a sustancias opiáceas como el hachís -que en este caso servía, como el bebedizo de Qarth, para facilitar las visiones-, podían consultar al oráculo.
Tras pronunciarse con distintas profecías, Daenerys va a ser atacada por los brujos de Qarth cuando el dragón Drogon los elimina.
¿FUEGO VALYRIO O GRIEGO?

Ninguno está en la cabeza de George R. R. Martin para saber en qué se inspiró para todas y cada una de las ficciones de su saga, pero algunos símiles, aunque quizá sean casuales, parecen evidentes entre Juego de Tronos y la historia universal. Uno de esos “parecidos razonables” es el de un elemento fundamental en la segunda temporada televisiva, el llamado fuego valyrio, un arma capaz de destruir al más preparado de los ejércitos, en este caso una flota naval enemiga, comandada Stanis Baratheon, aspirante a sentarse, cómo no, en el trono de hierro, en la llamada batalla de Aguasnuegras.
Pues bien, aunque el verdoso fuego ideado por Martin no existe, claro, es muy probable que se inspirase en el llamado “fuego griego”, del que sí queda registro historiográfico y que, curiosamente, continúa siendo uno de los mayores misterios bélicos sin dilucidar. Su composición no ha llegado hasta nuestros días, aunque las crónicas hablan de un invento bizantino que provocaba unas llamas capaces de devorar los navios enemigos, flotas enteras, con rapidez, pues apagarlo era una hazaña casi imposible, ya que ardía en contacto con el líquido elemento, una fórmula perdida que químicos e historiadores están intentando reescribir.
Ésta fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII -una sorpresa táctica decisiva, según el experto en historia medieval José Soto, en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-687 y 717-7I8- capaz de ardersobre el agua o en contacto con ella y que recibió diversos nombres: fuego marino, fuego romano -según lo designaron los árabes- o fuego griego, como comúnmente se conoce y como lo bautizaron los cruzados. Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición. A pesar de ello, se sabe que la enigmática mezcla, que era líquida, incluía nafta -una fracción del petróleo conocida como benciza-, azufre y es probable que amoníaco, aunque han sido prepuestas otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
La invención del “fuego griego” se atribuye a un ingeniero militar de nombre Callínico, original de Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.



RÄGNAROK,LA BATALLA
DEL FIN DE LOS TIEMPOS
Es muy probable que una vez más sea la mitología nórdica la que ha senado de fuente de inspiración al creador de este universo para esa batalla final que se intuye está próxima y de la que son conscientes los cuervos de la Guardia de la Noche ante el peligro que se cierne sobre el Muro. “Se avecina el invierno” -Winter is Coming- es el lema de la Casa Stark, residente en Invernalia, señores del Norte, pero es también una especie de advertencia que insinúa la importancia que el invierno, el frío, tienen en todo este universo, en un sentido cuasi apocalíptico que, repito, recuerda a las sagas nórdicas que cantan el Rägnarok o “destino de los Dioses”, la batalla del fin del mundo que aventura de forma profética el Armagedón que será precedido, según se recoge en las colecciones históricas de mitología nórdica conocidas como Eddas, por el llamado Fimbulvetr; el Invierno de Inviernos, tres inviernos consecutivos que se seguirán uno a otro sin verano.
Tras ello, se desataran todo tipo de conflictos y luchas intestinas, y todos los mortales desaparecerán.
No es casual que en Juego de Tronos se hable en reiteradas ocasiones de que se avecina el invierno más largo y crudo que recuerden los más ancianos y precisamente la lucha titánica, llena de traiciones, por el trono de hierro, ha llevado a los hombres de Poniente a un conflicto continuo de clanes enfrentados, guerras intestinas, batallas en campo abierto y asesinatos en la corte, tras décadas de relativa tranquilidad bajo el reinado de Robert Baratheon que tomó el cetro tras la muerte violenta de Aerys II Targaryen.
Es más, el verdadero peligro, como señalan en varias ocasiones los miembros de la Guardia de la Noche, viene de más allá del Muro: los salvajes, los gigantes, los espectros, muertos que regresan a la vida cual una suerte de zombies gélidos. La Canción de Hielo y Fuego no viene sino a ser la gran profecía que a modo de Rägnarok, enfrentará a dioses y hombres en una lucha mucho más trascendental que las mundanas batallas por el trono forjado de Desembarco del Rey, algo que, eso sí, la gran mayoría de los hombres de Poniente desconoce. Un territorio, el rico universo de Martin, que alude claramente al Occidente medieval de las guerras fratricidas, la lucha por crear fronteras y el surgimiento de una nobleza guerrera, junto a la aparición de la figura de los primeros grandes reyes, como Carlomagno.
Es más, en la versión original inglesa, Poniente es Westeros, que recuerda a Western World o “Mundo Occidental”, y que tiene muchos elementos de la vieja Europa en torno al siglo XV, previa al descubrimiento de América; curiosamente, en el mapa de Poniente, no se conocen las tierras que están más allá del mar occidental. Un complejo tablero de ajedrez donde se narran las luchas sin cuartel entre la nobleza y los reyes, el fin de toda una era que se adentra en las turbulentas aguas de una imprecisa modernidad.
Hay quien alude también, en relación al lema de los Stark, a que Martin se inspiró en un hecho histórico concreto como es la conocida como Pequeña Edad de Hielo, un periodo frío que sucedió al periodo cálido medieval -entre los siglos X y XIV-, que abarcó aproximadamente de 1550 a 1850, alcanzando su punto álgido en 1816, el conocido como “Año sin Verano”, momento en el que la temperatura en el Viejo Continente descendió considerablemente, provocando una gran escasez de alimentos.
STARK Y LANNISTER: LA
GUERRA DE LAS DOS ROSAS
En este caso ha sido el propio autor estadounidense quien ha confesado que se inspiró en este episodio clave de la historia moderna inglesa para dar forma a la enconada rivalidad entre estas dos casas. Los Lannister son precisamente los responsables de la mayoría de asesinatos entre los Stark y ello provoca un odio visceral entre los miembros de ambas familias que se extiende a lo largo de toda la serie.
La conocida como Guerra de las dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó en distintas etapas a los miembros y partidarios de la Casa de los Lancaster contra los de la Casa de York entre los años 1455 y 1485. Tanto unos como otros descendían del rey Eduardo III y por tanto aspiraban al trono inglés tras el vacío de poder dejado por los Plantagenet. Se conoció como “Guerra de las dos Rosas” en alusión al emblema 






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