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martes, 4 de agosto de 2015

Las 'llaves' para saber de dónde venían las joyas del Antiguo Egipto


frontera con el actual Sudán, en busca de piedras preciosas. Tres estelas talladas en granito y con desgastados jeroglíficos, recién halladas en los confines de una mina obsoleta, arrojan luz sobre aquellas expediciones a la caza de amatistas.
"Las tres estelas nos cuentan la gente que participó en las expediciones. Fueron talladas por los funcionarios a cargo de las expediciones. La presencia de números al final de las rocas demuestra que incluye también un listado de personas que trabajaron como jornaleros", explica a EL MUNDO Kate Liszka, arqueóloga de la Universidad de Princeton y directora de la misión arqueológica que ha descubierto las valiosas piezas en Al Hudi, a unos 35 kilómetros al sur de Asuán.
Las inscripciones datan de la XII dinastía del Imperio Medio (alrededor de 1991-1802 a.C.). Al menos dos de las placas están fechadas en el año 28 del faraón Sesostris I (aproximadamente 1956- 1910 a. C).
"Las estelas aportarán nueva información sobre las actividades mineras del reinado de Sesostris I y sobre el control egipcio de un vasto e inhóspito territorio. Cuando completemos el estudio, esperamos hallar la cifra y los nombres de los individuos que participaron y así comprender mejor la arquitectura de la fortaleza que fue diseñada para alojar a los obreros", señala Liszka.
Foto: Una de las estelas talladas.E.M.
Cerca de cuatro milenios bajo las inclemencias del desierto han hecho mella en las estelas, un objeto clave para desentrañar la pujanza de las canteras de cuarzo y la industria joyera. "Las inscripciones son todavía visibles. Para evitar que se sigan erosionando, las hemos trasladado a un almacén del ministerio de Antigüedades. Ahora el reto es copiar y traducir unos jeroglíficos muy desgastados por el clima", reconoce la académica.
"Vamos a usar una técnica llamada Reflectance Transformation Imaging o RTI [imágenes por modificación de reflectancia] que se emplea para resaltar los detalles de una decoración o los daños causados en objetos prácticamente planos", añade.
Otra de las estelas talladas. E.M.
Si el puzzle es descifrado, se obtendrá -aventura Liszka- una amplia fotografía "con detalles de la vida cotidiana de los expedicionarios, de su mundo y organización". El estudio ayudará, además, a desvelar la procedencia de los trabajadores y su calendario y trazará una precisa imagen de Wadi al Hudi.
"Es un yacimiento fascinante en el desierto oriental. Su paisaje es extremadamente árido y rocoso. Hay puntiagudas montañas rocosas que surgen entre valles llanos. Los antiguos egipcios establecieron minas para amatistas y otros metales preciosos para su posterior uso en la joyería", narra la experta estadounidense.
Junto a las explotaciones se establecieron asentamientos preparados para albergar a los trabajadores. "En ciertos lugares -agrega la arqueóloga- se mantienen aún en pie muros de piedra de dos metros de altura. Los empleados horadaron el lugar con grandes martillos rompiendo la amatista 'in situ' para trasladarla luego a Egipto. Encaramados en las cumbres cercanas los soldados controlaban la zona bajo sus pies".
Un inmenso hormiguero guardaba en sus paredes otros secretos que rebusca Liszka. "En su tiempo libre, los jornaleros dibujaron en las rocas sus nombres, retratos de los soldados o esbozaron sus pies. Hoy uno se hace una idea de lo que aquello fue simplemente echando un vistazo a esos restos".
Foto: Otra de las estelas talladas.




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