Planeta Azul se presenta de nuevo, esta vez con una investigación, sobre las evidencias que revelan la ocurrencia, de un ancestral, holocausto nuclear. El hombre moderno siempre ha estado en la búsqueda de un poderío bélico sin límites, tal vez sea una característica genética que lo acompaña desde su creación; pero ¿por qué?, probablemente se deba a que en el consiente colectivo de la humanidad, está grabado el querer parecerse a los dioses creadores, cuyas historias bélicas están reseñadas en todos los textos de las culturas ancestrales. Literalmente las armas nucleares ya se describían en los antiguos textos religiosos de la India. Antiguos objetos voladores capaces de devastar segmentos enteros del mapa y que tenían la capacidad de moverse a velocidades que desafiaban la gravedad y la física moderna, generando sus propios campos electromagnéticos. Objetos capaces de desplazarse años luz y materializarse en cuestión de milésimas de segundo, generando una energía devastadora capaz de borrar de la faz de la Tierra un continente entero. Claramente, los desiertos hoy en un gran número de continentes, son el resultado de guerras nucleares de un pasado remoto. Los textos sagrados de la India están repletos de estas descripciones de un gran holocausto nuclear en la antigüedad, de proporciones claramente superiores a las de Hiroshima y Nagasaki. Pasajes completos dedicados a esta devastación, describiendo sus efectos, en una extraña batalla nuclear en la Drona Parva donde se describen el combate en los cielos y el rugido de bombas que estallaban en los continentes. Una columna de humo incandescente, con una llama tan brillante como miles de soles en todo su esplendor, una explosión perpendicular generando una enorme columna de humo que generaba círculos concéntricos de ondas que se extendían como parasoles gigantes. “Era una explosión desconocida como una gigantesca expansión de muerte, que redujo a cenizas la raza entera de los Vrishnis y los Andhakas. Tras unas horas la comida y los alimentos devastaron a aquellos que sobrevivieron a la explosión y los soldados intentaban lavar en vano su equipamiento y vestidos”. Hasta ahora ningún texto antiguo había arrojado tanta luz para una descripción que nos recuerda a Hiroshima y Nagasaki. Aun así, la extremadamente precisa descripción de la devastación nos hace pensar en unholocausto nuclear en la antigüedad. Los textos sagrados hablan claro: la contaminación radioactiva posterior a los efectos de las explosiones, envenenaba a los supervivientes del holocausto. El agua y los alimentos estaban contaminados. Cuando las excavaciones de Harappa y Mohenjo-Daro se llevaron a término, los arqueólogos descubrieron esqueletos esparcidos por toda la zona como si un evento súbito hubiera devastado las ciudades. La mayoría de ellos estaban tomados de las manos como si la tragedia hubiera sobrevenido mientras huían de algo terrible. Aún no se ha podido determinar la antigüedad de los esqueletos pero claramente apunta a decenas de milenios antes de nuestra era. ¿Qué explicación puede darse a la radiación aún presente en los esqueletos? ¿Qué explicación puede darse a la no aparición de signos de muerte violenta?. El yacimiento de esqueletos radioactivos análogos a los encontrados en Hiroshima y Nagasaki, pero con una clara diferencia: La radiación encontrada era 50 veces superior a la de los restos del holocausto nuclear de Hiroshima. Los restos encontrados están esparcidos por zonas que alcanzan las Regiones del Ganges y las montañas de Rajmahal, y muestran una clara exposición a un intenso calor. Las murallas y enormes cantidades de materiales aparecen fundidos y fusionados estructuralmente, como si se hubieran vitrificado, sin que aparezcan indicios de actividad volcánica en la zona de Mohenjo-Daro y el resto de las ciudades próximas a la zona. El intenso calor que hizo literalmente fundir todos los materiales, sólo tiene una explicación posible: Algún tipo de arma nuclear desconocida fue arrojada hace miles de años y arrasó completamente las ciudades antiguas. Existe evidencia empírica de que el imperio Rama (la India actual) fue devastado por una guerra nuclear hace 12.000 años. El valle Hindú, es ahora el desierto del Thar, y los residuos radioactivos fueron hallados al oeste del Jodhpur. Una densa capa de ceniza radioactiva fue detectada en Rajasthan y cubre un área de unos 5.000Km cuadrados, a unos 17 Kilómetros al oeste de Jodhpur. Los científicos están investigando el lugar, ya que presenta serios problemas de mortalidad infantil de origen hasta el momento desconocido así como altas tasas de cáncer en la población. Curiosamente los niveles de radiación en la zona son extremadamente altos y la región fue recientemente acordonada tras el resultado del hallazgo de las excavaciones. De confirmarse el hallazgo de forma definitiva,estaríamos hablando de un holocausto nuclear sucedido hace 12.000 años que causó un cráter visible de 2.154 metros de diámetro, y que puede localizarse a 400 kilómetros al noreste de Mumbai. La datación en años oscila entre los 12.000 y los 50.000, por lo que no puede precisarse con exactitud su antigüedad. Además, no existen restos de meteoritos ni de otro material exterior o interior, ni volcánico ni sísmico que justifique la radiación. Tampoco una explosión de un meteorito que justifique una presión de 600.000 atmósferas o una radiación 50 veces superior a la bomba atómica que devastó Hiroshima. Aunque los trozos de “vidrio verde fundido” puedan en ciertos casos haber sido causado por las ondas expansivas de los meteoros, existe la interrogante de que, si tal fenómeno natural pudo haber creado la totalidad de los veintiocho campos de piedras ennegrecidas y hechas añicos que cubren tanto como 7.000 millas cada uno, en Arabia occidental. Las piedras están densamente agrupadas, como si fueran restos de ciudades, de bordes afilados, y quemadas a negro. Los expertos han decretado que ellas no tienen origen volcánico, pero parecen datar de la época cuando se pensaba que Arabia era una tierra exuberante y fructífera que de repente se agostó y se transformó en un desierto instantáneo. Lo que hoy conocemos como el Desierto del Sahara fue alguna vez una región tropical con densa vegetación, lluvia abundante, y varios ríos grandes. Los científicos han descubierto áreas del desierto en que las tierras que otrora conocieron la influencia del arado y del agricultor están ahora cubiertas por una fina capa de arena. Los investigadores también han encontrado un enorme depósito de agua debajo del área reseca del desierto. La fuente de tal gran depósito de agua sólo podría ser las copiosas lluvias del período de tiempo anterior al que una ardiente devastación consumiera la exuberante vegetación del área. Una antigua ciudad, densamente poblada en Pakistán, fue destruida instantáneamente, 2000 años antes de Cristo por una increíble explosión que sólo pudo haber sido causada por una bomba atómica. En 1947, en el valle del Éufrates al sur de Irak, donde ciertas tradiciones ubican el Jardín del Edén y donde los antiguos habitantes de Sumer encontraron al dios-hombre Ea, las excavaciones exploratorias desenterraron una capa de vidrio verde fundido. Los arqueólogos no pudieron dejar de notar el parecido que tenía ese milenario vidrio fundido con el suelo de White Sands, Nuevo México, después de que las primeras explosiones nucleares en tiempos modernos fundieron arena y piedra. Catal Huyuk, en Turquía, considerada una de las ciudades más antiguas del mundo, parece, según la evidencia arqueológica, haber sido totalmente civilizada y luego, de repente, haberse extinguido. Los arqueólogos se sorprendieron al encontrar espesas capas de ladrillo quemado en uno de los niveles, llamado Vla. Los bloques se habían fundido juntos por tan intenso calor que los efectos habían penetrado hasta una profundidad de más de un metro por debajo del nivel de los suelos donde la tierra se carbonizó, al igual que los restos de esqueletos y las ofrendas de enterramiento que había con ellos. Toda descomposición bacterial fue detenida por el tremendo calor aplicado. Cuando un gran zigurat de Babilonia fue excavado, presentó la apariencia de haber sido castigado por un terrible incendio que lo desmoronó hasta los cimientos. En otras partes de las ruinas, grandes secciones delenladrillado han sido abrasadas hasta un estado vitrificado. Varias masas de ladrillos han sido derretidas hasta un estado completamente líquido. Incluso se han encontrado grandes rocas vitrificadas cerca de las ruinas. Las construcciones reales del norte de Siria, conocidas como Alalakh o Atchana, fueron quemadas por completo, tanto que el núcleo mismo de las gruesas paredes era de desmenuzables ladrillos de barro de color rojo brillante. El lodo y el revoque de yeso de la pared se habían vitrificado, y los bloques de basalto estaban, en algunas áreas, realmente derretidos. Las ruinas de Siete Ciudades, localizadas cerca del Ecuador en la Provincia de Piauí, Brasil, parecen ser la escena de un monstruoso caos. Ya que no hay todavía ninguna explicación geológica que haga encajar la evidencia ante los arqueólogos, algunos de aquellos que han investigado el sitio han dicho que la manera en que las piedras han sido secadas, destruidas, y fundidas hace pensar en imágenes de Sodoma y Gomorra. Aunque el mundo moderno no experimentó el poder atómico hasta los años cuarenta, hay una cantidad asombrosa de evidencia de que los efectos nucleares pudieron haber tenido lugar en tiempos prehistóricos, dejando atrás arena fundida en vidrio en ciertas áreas del desierto, fortificaciones con parte de sus paredes de piedra vitrificadas, restos de ciudades antiguas que fueron destruidas por lo que parecería haber sido un extremo calor que está más allá del que podían provocar las antorchas de los ejércitos primitivos. En cada caso, los arqueólogos especializados y experimentados que descubrieron tales hallazgos anómalos han enfatizado el punto de que ninguna de estas catástrofes hubo sido causada por los volcanes, por rayos, colisión de cometas, o por conflagraciones hechas por la humanidad. Según Sitchin es precisamente lo que ocurrió en el Oriente Medio en el tercer milenio antes de Cristo. En apoyo a esta conclusión, él consistentemente se ha basado en las fotografías de la península del Sinaí, tomadas desde el espacio. Que supuestamente muestran una inmensa cavidad y grieta en su superficie, mostrándonos que tuvo lugar una explosión nuclear. Añade que la zona está sembrada de rocas trituradas, quemadas y ennegrecidas, que contienen una proporción muy inusual de isótopos de uranio-235, indicando que son las consecuencias de un repentino e inmenso calor de origen nuclear”, en palabras de Sitchin. Aunque puede ser alarmante para la comunidad científica el hablar de la existencia de armas atómicas antes del ciclo actual de la civilización, evidencia de este fenómeno parece susurrar sus versos en todos los rincones del planeta. En el lejano pasado, extraterrestres o una civilización perdida como Atlantis detonaron armas nucleares, produciendo terrible devastación. Este desastre se registró en la Biblia, escrituras hindúes y mitologías del mundo. Existió una guerra nuclear en la antigüedad. No hay ninguna indicación de una erupción volcánica en Mohenjo-Daro o en otras ciudades, que haya generado tal intenso calor como para derretir vasijas de barro, eso sólo puede explicarse por la explosión atómica o algunas otros armas desconocidas. Análisis radiológicos y químicos de antiguas capas de polvo de aquel periodo, en varias zonas de Oriente Próximo, pero particularmente del fondo del golfo de Omán, llegaron a la conclusión de que hubo un inusual cambio climático en las regiones adyacentes al Mar Muerto levantando grandes tormentas de polvo, y que este polvo fue transportado hacia el sur de Mesopotamia y más allá del Golfo Pérsico. (El mismo desarrollo del Viento maligno de Sumer). La conclusión del estudio fue que esta inusual precipitación de polvo se debió a “un extraño y dramático evento que tuvo lugar en torno al 2025 a.C.” coincidiendo así con los textos sumerios. Existen evidencias de que en la región de Irak, Kuwait y Siria “el abandono generalizado de la llanura aluvial entre los ríos Tigris y Éufrates se debió a tormentas del polvo que comenzaron en el 2025 a.C., cuya explicación lógica solo se ajusta a la acumulación de gases y polvos radiactivos en la atmosfera, como consecuencias de una explosión atómica como causa de origen de esas tormentas. En el altiplano boliviano específicamente en Puma Punku el antiguo puerto espacial, también se encuentran evidencias de una gran devastación y un repentino cambio climático, producido por un evento catastrófico, un holocausto o explosión nuclear acompañado por una gran inundación, que acabó con estos pueblos antiguos, junto con los registros que pudiesen tener guardados. Hay algunas pruebas que apoyan esta sugerencia. Quizás estos antiguos pobladores fueron avanzadostecnológicamente en algún momento, y todos, excepto unos pocos fueron exterminados por un gran holocausto o por una gran batalla entre civilizaciones alienígenas que hacían vida entre los humanos en tiempos remotos.
fuente--rey55.wordpress
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