Los antropólogos de este nuevo estudio han solucionado otro viejo misterio: La presencia de una capa de sedimento azul de aproximadamente 4,3 metros encontrada en el fondo del Cenote Sagrado (un pozo natural) en Chichén Itzá. Esta capa azul notablemente gruesa se descubrió a comienzos del siglo XX cuando se dragó el pozo.
Chichén Itzá es un importante yacimiento arqueológico precolombino construido por los mayas que vivieron en lo que ahora es la Península de Yucatán en México.
Según relatos textuales del siglo XVI, el azul fue el color del sacrificio para los antiguos mayas. Pintaban a los seres humanos de azul antes de tumbarlos sobre un altar y sacarles sus corazones aún latiendo. También se pintaba de azul a las víctimas de los sacrificios que luego eran arrojadas dentro del Cenote Sagrado en Chichén Itzá. Además, el azul se utilizó en murales, alfarería, incienso copal, caucho, madera y otros artículos arrojados al pozo.
El Azul Maya es resistente al paso del tiempo, a la acidez, a la erosión por acción de los elementos naturales, a la biodegradación e incluso a disolventes químicos modernos. Ha sido descrito como "uno de los grandes logros tecnológicos y artísticos de Mesoamérica".
La nueva investigación muestra que en Chichén Itzá la fabricación del Azul Maya en realidad formó parte de un conjunto de rituales que se oficiaron junto al Cenote Sagrado. Específicamente, los mayas fusionaron con calor el índigo y la paligorskita, mediante la quema de una mezcla de incienso copal, paligorskita y probablemente las hojas de la planta del índigo. Luego, las víctimas de los sacrificios eran pintadas de azul y se las arrojaba dentro del Cenote Sagrado.
fuente--http://www.amazings.com/ciencia/noticias/180408c.html
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