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jueves, 28 de febrero de 2013

ABORIGENES,INDIGENAS,PREHISPANICOS.

ras el redescubrimiento de las Islas Canarias en el siglo XIV, los indígenas canarios recibieron múltiples denominaciones por parte del “pensamiento occidental” o europeo: salvajes, bárbaros, aborígenes, indígenas y, más recientemente, prehispánicos canarios fueron catalogados por el “pensamiento occidental” como bárbaros o infieles, pues éstos eran objeto de evangelización, esto es, de asimilación, de grado o por fuerza, a través de la cristianización forzosa. De esta manera, quedaba así legitimada la conquista, colonización y evangelización de las islas y de sus moradores. Téngase presente, en relación con esta visión etnocéntrica, que la construcción de la identidad va asociada a la sensación de control, de poder, de diferencia moral, de superioridad sobre los fenómenos de la naturaleza humana y sobre los otros. Y los que supuestamente no tienen esta sensación son considerados, simplemente, como primitivos, salvajes, no tan humanos. El concepto salvaje, en este sentido, esconde una clara y absoluta relación discriminatoria opresiva y despectiva que dio el conquistador al conquistado. La diferencia mayor entre hombre y naturaleza consiste, precisamente, en que el primero es un ser dotado de razón, voluntad y conciencia con capacidad de trabajo racional sistemático planificado, mientras que el segundo es un ser más de la vida natural, desprovisto de inteligencia, que sirve tan solo para el trabajo físico. En términos hegelianos no es sino una extensión del sector no espiritual del universo. Con posterioridad, una vez incorporadas las Islas Canarias a la Corona de Castilla, la conquista y la colonización generaron la presencia de una población multiétnica en el archipiélago. Paralelamente, la intervención de la Iglesia católica romana propició que los nativos canarios fuesen considerados como seres humanos, hecho que implicaba que los cristianos debían aceptar que los indígenas canarios eran también descendientes de Adán y Eva y, por tanto, originarios del Próximo Oriente. Así, entre los siglos XV y mediados del siglo XIX, los distintos estudiosos especularon si los indígenas canarios podían ser descendientes de los iberos, cartagineses, israelitas, cananeos o incluso de los tartesios, mientras que escritores todavía mucho más imaginativos afirmaban que eran los descendientes de los supervivientes de la Atlántida¿Aborígenes? A partir de finales del siglo XIX, la práctica totalidad de los autores que se dedicaron al estudio arqueológico y antropológico de los indígenas canarios se refirieron a ellos, de forma genérica, con el término aborigen, independientemente de cuál fuese la cuna de origen propuesta y el hipotético momento de su arribada a las islas1. El término aborigen se ha seguido empleando hasta la actualidad, generalizándose su uso en el lenguaje académico2 y popular, a pesar de que tal denominación no es correcta para el caso canario por diversas razones. En primer lugar, porque con el término aborigen se hace referencia a las poblaciones que están en un lugar desde los orígenes, que son originarios del suelo en que viven. Por tanto, si tenemos presente que los primeros pobladores de Canarias proceden del norte de África, no pueden ser catalogados como aborígenes una vez asentados en las islas. Tales poblaciones fueron aborígenes en su punto de origen africano, pero no en Canarias. En segundo lugar, con el término aborigen se designa a los que son originarios de un país o territorio, por oposición a los que se han establecido posteriormente. Por consiguiente, los primeros pobladores de Canarias fueron oriundos (del latín oriri unde, traer origen de alguna parte) del norte de África, y sus descendientes serían indígenas (del latín inde geniti, engendrados allí) canarios. Y en tercer lugar, no debemos perder de vista que el término aborigen tiene un carácter peyorativo, discriminatorio, pues mantiene presente el discurso neocolonial y las relaciones sociales de dependencia económica, social, política y cultural de los conquistados en relación con los conquistadores. El término, además, está asociado con seres que aún no han llegado al estadio de la “civilización” e implica la infravaloración de la identidad e historia de sociedades a las que se considera diferentes e inferiores. Indígenas. Por consiguiente, el término indígena es, etimológicamente, el más correcto y menos discriminatorio para definir a los antiguos pobladores de Canarias, pues con él se hace referencia a las personas nacidas en un lugar, independientemente del momento cronológico en que esto acontece3, pero en el caso canario dentro de la Prehistoria4. El término indígena tiene un carácter descriptivo-objetivo y es, a la vez, una categoría etimológica y semánticamente correcta. Sin embargo, fuera del ámbito de la Arqueología, y en el caso de las sociedades contemporáneas, el término indígena se emplea para identificar a los grupos étnicos, lingüísticos o raciales que tienen una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y que tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones y sus sistemas legales. ¿Prehispánicos? Otro concepto igualmente erróneo y de uso generalizado en el lenguaje académico -y por ende en el lenguaje popular- es prehispánico. Tal denominación se comenzó a aplicar en la Arqueología Canaria durante el franquismo para designar el período histórico comprendido desde el primer poblamiento de las Islas Canarias hasta la anexión de las mismas por la Corona de Castilla. El término fue introducido en el ámbito canario por Julio Martínez Santa-Olalla, un autor falangista afín al régimen y, de hecho, tal denominación lleva implícita toda una carga ideológica, pues con ella se reforzaba la vinculación de Canarias con la identidad y nación hispana, al tiempo que la identidad cultural precedente se anulaba, cobrando ésta sentido sólo en función del aporte hispano. Baste recordar que, por esas fechas, la lectura nacionalista de la Prehistoria Canaria se tradujo en la vinculación de los indígenas canarios con las culturas ibero-mauritana e ibero-sahariana, cuya cuna de origen se ubicó en el Sahara Español. Es decir, con tal denominación, la cultura indígena existente antes de la conquista y colonización de las islas era simplemente prehispánica, anterior al aporte civilizador español, aspecto éste que implicaba la infravaloración del propio bagaje cultural canario y, por ende, del bagaje norteafricano de los primitivos isleños (de raigambre líbico-bereber), el cual encontraba sentido a partir de un marco de referencia español. La denominación, por tanto, obedece a un criterio seudo-historicista y no a una realidad objetiva per se. El término prehispánico tampoco puede aplicarse para designar la fase final de las culturas canarias, es decir, el período comprendido entre el redescubrimiento de las islas por los españoles y europeos y la desaparición de la cultura indígena, pues habría que presuponer que la cultura indígena desaparece, irremisiblemente, tras la conquista y colonización de las islas, algo que no parece haber sucedido. Asimismo, de todos es sabido que el redescubrimiento de las islas no fue una tarea exclusivamente hispana (intervinieron también genoveses, normandos, etc.), por lo que el término prehispánico, empleado para definir ese período, también es incorrecto a todas luces. El uso del concepto prehispánico durante el franquismo, por tanto, pone de manifiesto la existencia de una clara intencionalidad significativa -en el ámbito conceptual- que entronca, obviamente, con la propia naturaleza del discurso nacionalista del régimen franquista. El lenguaje, al ser una creación subjetiva o intersubjetiva, es un medio de transmisión del pensamiento y un instrumento a través del cual los sujetos exponen su concepción del mundo. Es decir, la infraestructura metahistórica lleva implícita una explicación por implicación ideológica. Por consiguiente, el uso hoy en día del concepto prehispánico es erróneo y lleva implícita una carga ideológica que, paradójicamente, ningunea la realidad cultural de las sociedades indígenas canarias objeto de estudio. En síntesis, la desafortunada pervivencia en el lenguaje académico5 -y por extensión en el popular- de conceptos como prehispánico o aborigen, pone de manifiesto que su uso ha estado en función de lo que se ha aprendido, de lo que se ha visto, de lo que se admite como probable y de lo que se postula. Y todo ello ha acontecido en un contexto científico en el que la reflexión teórica y conceptual ha sido prácticamente inexistente. El empleo de ambos conceptos en el ámbito de la Arqueología Canaria es, por tanto, erróneo, e implica la ignorancia de su verdadera significación.Ahul fell-awen imidawen d imeddukal Tifulkit t-tighri n tilelli ACHAMAN GUAÑO

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