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jueves, 20 de febrero de 2020

Una fosa común en Inglaterra revela la devastación de la peste negra en la Edad Media



Restos de los cuerpos en la fosa común. University de Sheffield
Vivimos en tiempos del coronavirus, una epidemia que ha provocado la muerte de alrededor de 1.500 personas en China, el 0,00015% de un país de mil millones de habitantes. No es el objetivo de este artículo entrar a valorar el alcance de la pandemia ni la virulencia ni las medidas para luchar contra el Covid-19, el nombre oficial de la enfermedad. Pero siempre es importante tener contexto.
La Peste Negra devastó Inglaterra entre 1348 y 1349, matando a casi la mitad de su población en menos de dos años. Las grandes ciudades tuvieron que cavar fosas comunes para hacer frente al gran número de fallecidos. Y también tuvieron que hacerlo los pueblos más pequeños de las comunidades rurales, según acaban de descubrir los investigadores de la Universidad de Sheffield.
Los arqueólogos, liderados por el profesor Hugh Willmott (izquierda), han encontrado una fosa en la abadía de Thornton, en Lincolnshire, que constituye un lugar único. En ella están enterradas 48 personas, incluidos 21 niños, que murieron con apenas unos días de diferencia por culpa de la bacteria Yersinia pestis, transmitida por las picaduras de las pulgas y que provocaba la peste bubónica (o negra, como se la conocía en la Edad Media).
Esta enfermedad afecta a menos de 5.000 personas en todo el mundo hoy en día, aunque puede ser mortal si no se la trata inmediatamente con antibióticos. En el siglo XIV, sin embargo, acabó con un tercio de la población de Europa y pudo alcanzar los 100 millones de muertos si se suman los fallecidos en Asia y África. En total, más del 20% de la población mundial de la época.
Ruinas de la Abadía de Thornton donde se encontró la fosa común de la Muerte Negra. (J R Dawson / CC BY-NC-ND 2.0)
"El priorato rural de Thornton parece haber tenido un hospital medieval abrumado por la Peste Negra, lo que les obligó a cavar la fosa común”, señalan los investigadores en un artículo publicado en la revista AntiquityEl análisis de los dientes de hasta 16 de esas personas “reveló el ADN del patógeno de la enfermedad Yersinia pestis”.
“Esto sugiere que las instituciones normales se vieron superadas por los enfermos, lo que obligó a los afectados a recurrir a la abadía cercana y al hospital asociado como último recurso. Sin embargo, esto tampoco pudo hacer frente a la peste, lo que llevó a la creación de la fosa común”, escriben los especialistas.
A pesar de las catastróficas circunstancias, los muertos fueron enterrados con respeto: cada uno de los cuerpos sin vida se colocó cuidadosamente, uno al lado del otro, para no superponerse, y se envolvieron con una sabana mortuoria. “Parece que, incluso en medio del desastre, la comunidad aún se cuidaba mutuamente”, señalan los autores del estudio.
Localización de la fosa con los cuerpos en el recinto de Thornton Abbey. Foto: Universidad de Sheffield
La Peste Negra devastó el territorio británico en menos de 24 meses. No había forma de parar a la bacteria y las grandes ciudades, superadas por el alto número de víctimas, comenzaron a cavar fosas para enterrar a los muertos. Lo que hasta ahora era desconocido es que esta práctica se hubiera extendido a las pequeñas comunidades rurales.
Fue precisamente durante los momentos de más virulencia de esta enfermedad cuando se acuñó la palabra “cuarentena” (ahora tan de moda con los pacientes del coronavirus). Fue en Venecia donde se empezó a utilizar para nombrar la exclusión y aislamiento de 40 días para los sospechosos de portar la peste. Sin embargo, la práctica comenzó probablemente en la ciudad de Ragusa (actual Dubrovnik), donde se aplicaba la medida (durante 30 días) ya en 1377.
La abadía de Thornton fue fundada en 1139 y prosperó debido a su participación en el comercio local de lana, convirtiéndose en uno de los monasterios más ricos hasta que Enrique VIII lo cerró en el siglo XVI. En 2011, los arqueólogos de la Universidad de Sheffield comenzaron las excavaciones sistemáticas del sitio, revelando unos antiguos y sorprendentes movimientos de tierra.
Plano de la fosa común en la que aparecieron los cuerpos.  Universidad de Sheffield.
Primero se pensó que eran los restos de una mansión construida después del cierre del monasterio. Los trabajos, sin embargo, no revelaron una casa, sino que destaparon 48 esqueletos humanos. Esta fosa común revelaba una catástrofe. Todas las personas fueron enterradas en un corto período de tiempo, posiblemente en apenas unos pocos días, lo que representa un alto porcentaje de la población local que murió rápidamente.
“Todos los rangos de edad están representados entre las víctimas, excepto los bebés. Aunque esto se puede deber a que sus huesos, más blandos, no se conservaron en el suelo áspero”, indican los arqueólogos. Eso lleva a los investigadores a pensar que incluso se pudieron enterrar más individuos en la fosa.
La datación por radiocarbono colocó este entierro dentro del marco temporal de la Peste Negra. Las sospechas iniciales se confirmaron mediante el análisis de los molares de 16 esqueletos que contienen ADN del patógeno responsable de la enfermedad. En particular, la cepa de Thornton está más estrechamente relacionada con la que se ha encontrado en las fosas comunes en Londres, lo que sugiere que fue parte del mismo brote.
Restos humanos de los niños hallados en la fosa. Foto: Universidad de Sheffield
“Parece que la Abadía de Thornton fue inundada con víctimas de la peste, hasta el punto de que ya no pudieron seguir con el ritmo de los entierros. Los registros de la iglesia indican que había un hospital de St. James fuera de las paredes del monasterio, parte del cual ya ha sido excavado, y que pudo haber sido el destino de los enfermos”, explican.
En la abadía de Meux, a 18 kilómetros de Thornton, el 80% de los monjes murieron. Ante la falta de otros recursos locales cercanos, el hospital pudo haber sido la única opción para muchos afectados de la zona circundante. “Aunque los recursos de la Abadía de Thornton se agotaron, se encargaron de enterrar a las personas lo mejor que pudieron”, afirman los arqueólogos.
En la Inglaterra medieval, un entierro cristiano adecuado era vital, por lo que este cuidado en la muerte probablemente se consideró tan importante como cualquier atención médica para los enfermos. “De hecho, ese puede haber sido el motivo para el que la mayoría de esa gente, con pocas esperanzas de recuperación, viajó a Thornton”, concluyen.











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