La Cloaca Máxima era una de las más antiguas redes de alcantarillado del mundo, significa literalmente "La Alcantarilla Mayor". Construida en la Antigua Roma con el fin de drenar los pantanos locales y eliminar los desperdicios de una de las ciudades más pobladas del mundo antiguo, llevaba un efluente hacia el río Tíber, el cual corría a la par de la ciudad.
Mapa del subsuelo de Roma durante el imperio romano
Su construcción pudo haber iniciado alrededor del año 600 a. C. por órdenes del rey de RomaLucio Tarquino Prisco. Esta obra pública fue mayormente lograda gracias a la dirección de ingenieros etruscos y al trabajo semiforzoso de grandes cantidades de obreros provenientes de las clases más pobres de la ciudadanía romana.
El sistema original era un canal a cielo abierto que recogía las aguas de los cursos naturales descendentes de las colinas, drenando también la planicie del Foro Romano; este canal, algunas veces excavado por debajo del nivel del suelo, fue cubierto progresivamente debido a las exigencias de espacio del centro de la ciudad aunque algunas de las partes más bajas de la Cloaca Máxima parecen haber sido construidas originalmente bajo el suelo.
La Cloaca Máxima se mantuvo en buen estado durante toda la época imperial. Por ejemplo, existen indicios de una inspección y trabajos de mantenimiento en la alzada de Agripa en el año 33 a. C. Los restos arqueológicos revelan intervenciones en épocas distintas, con diversos materiales y técnicas de construcción. Su funcionamiento continuó durante mucho tiempo tras la caída del Imperio romano.
Desde la red principal partían muchas otras ramas, pero parece ser que eran tomas "oficiales" que conducían los desperdicios desde baños públicos, retretes públicos y otros edificios de este tipo. Las residencias privadas de Roma, incluidas las más lujosas, debían conformarse con un pozo ciego o algún otro arreglo similar.
Vista actual de la desembocadura de la Cloaca Máxima al Tíber, aun parcialmente en uso.
Algunos indicios señalan que quizás estuvo en funcionamiento hasta después de la caída del Imperio romano de Occidente. En el año 33 a.C, se sabe que había sido inspeccionada y drenada por orden de Marco Vespasiano Agripa, y los estudios arqueológicos han revelado evidencias procedentes de distintas eras, que indican que los sistemas sanitarios recibían una atención periódica. En épocas más recientes, los pasajes aún existentes se han conectado a la moderna red de alcantarillado de Roma, principalmente para enfrentarse a la corriente contraria del río.
Arqueología
Patrizia Fortini la exploró de nuevo en 2012 con un equipo multidisciplinar de arqueólogos, espeleólogos e ingenieros. Giacomi Boni ya la documentó con una planimetría que intuía los trazados de los canales principales y que analizaba su estructura. Sus trabajos fueron retomados por Heinrich Bauer en las décadas de 1970 y 1980. Mediante un nuevo estudio, el arqueólogo alemán identificó las intervenciones correspondientes a las diversas épocas, con sus materiales y técnicas constructivas diferentes (la Cloaca alberga más de 15 tipologías de alcantarillado).
La novedad de Fortini es que utilizó la tecnología actual para meterse allí donde las reducidas dimensiones y unas estrictas medidas de seguridad hicieron imposible antes el acceso al ser humano. A los investigadores les acompañó "LuciusArcheorobot", un vehículo anfibio guiado por control remoto, dotado de los instrumentos más avanzados y sofisticados, entre ellos unos sensores láser con los que se puede obtener un relieve georreferenciado completo de los conductos del alcantarillado, de las galerías principales y de los conductos laterales de aducción.
Los nuevos métodos arqueológicos han permitido introducirse hasta por los ramales imposibles. Con cinco kilos de peso, 42 centímetros de largo, 26 de ancho, 31 de alto y seis pequeñas ruedas motrices, Lucius entra, en el sentido literal de la palabra, en las vísceras del Foro. Lucius es el único capaz de infiltrarse, por ejemplo por el conducto lateral de aducción bajo la basílica Emilia, un pasadizo con cubierta de sección triangular de más de 11 metros de largo y apenas 60 centímetros de alto por 40 de ancho, superando cúmulos de detritos y avanzando decidido, cartografiando la estructura de ladrillo de paredes y techo y verificando el estado de conservación.
CURIOSIDADES
Los romanos, se encontraron un día una estatua entre sus aguas y pensaron que era una señal de los cielos. La llamaron Cloacina y la hicieron patrona de la Cloaca Máxima; protectora de los desagües de Roma. Con el tiempo Cloacina se convirtió en diosa de la pureza, protectora de la salud sexual y diosa, por fin, de la inmundicia. Conociéndosela como Cloacina Venus. En su honor, y en el foro, se construyó unaltar, frente a la Basílica Emilia. El altar disponía de una puerta que permitía el acceso a la cloaca y su imagen (la del templo) acompañó la silueta de Julio Cesar en las monedas acuñadas tras su asesinato.
Restos actuales del altar de la Venus Cloacina
Representación gráfica del altar
La gran bóveda de la Cloaca Máxima, junto a su encuentro con el Tíber, es hoy perfectamente visible en la ciudad eterna y se encuentra situada junto al puente Palatino, muy cerca de la Isla Tiberina. Nace en el Monte Argileto y allí capta aguas del Quirinal, el Viminal y el Esquilino.
Las cloacas fueron exportadas por los romanos a todas las ciudades de su imperio con un tamaño medio o grande.
En Aragón, entre los restos arqueológicos del foro romano de Caesar Augusta (hoy Zaragoza) se encuentran dos cloacas muy bien conservadas: la primera de ella, de época del emperador Augusto, tiene unas medidas discretas (1,28 x 0,90 metros); sin embargo, la segunda cloaca, de época del emperador Tiberio, como colector general de residuos de toda la red de cloacas de la ciudad posee una dimensión mayor (2,82 x 2,20 metros) y está conservada en un tramo bastante largo (unos 40 metros).
articulo publicado en:http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/la-cloaca-maxima-de-roma#.VsKqRfnhC70
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