Un arqueólogo trabaja en un enterramiento del yacimiento arqueológico Lapa do Santo, en Lagoa Santa, Brasil. ANDRE STRAUSS.
Tras 20 años de batalla legal, los indios shoshones y paiutes pudieron honrar y despedir a la momia de la cueva del Espíritu. Localizada en 1940 en la reserva india de Fallon (Nevada, EE UU), había estado expuesta en el museo estatal hasta que, en los años noventa, la datación de sus cabellos mostró que tenía 10.600 años, convirtiéndola en la momia natural más antigua. Los indios la reclamaron como antepasado suyo, pero las autoridades federales, azuzadas por algunos científicos, no se la entregaron. Unos restos tan antiguos podrían arrojar mucha luz sobre los primeros americanos. El caso estaba en los tribunales hasta que un experto en genética danés encontró una solución: secuenciar su genoma. El ADN confirmó que la momia era un ancestro de los nativos americanos actuales, que la pudieron despedir en paz.
El mapa incluye desde dientes de un niño que vivió en lo que hoy es Alaska hace 9.000 años hasta un adulto datado en unos 6.500 años recuperado en el otro extremo del continente, en el estrecho de Magallanes. Entremedias, también han analizado el ADN de muestras a lo largo y ancho de América, como la momia del Aconcagua, un pequeño sacrificado por los incas hace apenas 500 años, o la treintena de humanos encontrados en la cueva de Sumidouro, en Lagoa Santa (Brasil). El análisis de estos últimos ha sido clave. Encontrados hace ya casi 200 años por otro danés, el naturalista Peter Lund, esperaban en las vitrinas del Museo de Copenhague (Dinamarca) a que alguien les extrajera toda la información. Tras un complejo proceso, el equipo de Willeslev pudo extraer su ADN y determinar que tenían 10.400 años, 200 menos que la momia de la cueva del Espíritu.
Calaveras y otros restos humanos de la Colección PW Lund de Lagoa Santa, Brasil, guardados en el Museo de Historia Natural de Dinamarca. Crédito: Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Hace unos 8.000 años, algunos de aquellos nativos americanos se movieron de nuevo, pero esta vez partían de Centroamérica y se movieron tanto al norte como al sur. Los investigadores han encontrado el rastro de este movimiento en el genoma de todas las poblaciones indígenas actuales de las que hay datos genéticos.
Sin embargo, otro estudio publicado a la par que este de Science (los dos grupos de científicos lo acordaron así), complica el relato. Con el genoma de 50 individuos de diversas poblaciones americanas, algunos con 11.000 años de antigüedad, esta investigación, publicada en Cell, sostiene que no hubo una única gran migración del norte al sur. Además de la que llevó a los humanos hasta la Patagonia, hubo otras dos en los milenios siguientes y las dos del norte al sur.
Mapa: Resumen visual de los hallazgos realizados por Cosimo Posth et al., sobre los eventos migratorios hacia América central y del sur. Cell.
El misterio que ninguna de las dos investigaciones logra desvelar es cómo, entre nativos americanos como los de Lagoa Santa hay una señal, débil, pero significativa, del genoma de pueblos australasios y del sur del Índico, muy alejados geográficamente y genéticamente de los habitantes amazónicos. No parece lógico que esa señal ya viniera con los primeros que cruzaron el estrecho de Bering y, sin embargo, no se detecte ni en la momia del Aconcagua, ni en la de la cueva del Espíritu ni en el diente del niño de Alaska. Tampoco pudo venir en una oleada posterior, ya que los restos de la cueva de Sumidouro son de hace 10.400 años. ¿Llegaron por el mar, por el Pacífico, como algunos han mantenido?
"Tuvo que ser antes de hace 10.000 años [la datación de Lagoa Santa]. Pero la tecnología para navegar por el Pacífico que desarrollaron los polinesios no aparece hasta hace 3.000 años", recuerda el mexicano Moreno Mayar. Tampoco parece creíble que una pequeña población llegara hasta las costas americanas, cruzara Los Andes, se adentrara en la selva amazónica y dejara su huella.
Fuente: elpais.com
Articulo publicado en...https://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/las-momias-cuentan-la-historia-de-los-primeros-americanos
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