Isis, cuyo origen se remonta a una de las más antiguas civilizaciones es, sin duda alguna, la deidad femenina más misteriosa y enigmática que nos ha dado la historia.
Isis amamantando a Horus |
Ella ha representado el trono del faraón, es la mujer por excelencia, la diosa madre o madre de dios, esposa fiel que busca desesperadamente los restos de su esposo Osiris a lo largo y ancho del grandioso Nilo, que llora por él desconsoladamente y que logra reconstruir su cuerpo después de ser descuartizado por el maléfico Tifón. Miles de personas acuden a ella por ser sanadora de enfermos e incluso resucitadora de muertos. Es guía de navegantes y posee mil nombres. Su magia no conoce límites y aquel que lo sabe no puede dejar de sucumbir ante ella.
Su culto, no menos enigmático que su figura, se ha extendido desde el Antiguo Egipto hasta nuestros días con diferentes, e incluso mezcladas, imágenes. Ha sido objeto de adoración por faraones, reyes y emperadores, pero también por un pueblo cansado de dioses que sólo favorecían a los fuertes y poderosos. Sin embargo, este culto también ha sido prohibido, perseguido, sus templos derruidos y sus seguidores castigados y, en algunos casos, ejecutados.
Isis es símbolo de poder, con sus alas extendidas, confiere a aquel que porta un solo amuleto suyo un soplo de inmortalidad y sabiduría.
Isis surge una y otra vez, no importa cuántos siglos pasen, como si de su propio mito se tratara. Incluso sus adoradores actuales lo ignoran, pero ella sigue presente y su espíritu inalterable.
Nunca nadie cometió tanta injusticia en la historia como lo hizo el Cristianismo con esta diosa. Pero, dicho así puede resultar increíble ¿una diosa del antiguo Egipto fue tomada por el Cristianismo y adaptada a su medida?
Efectivamente, aunque en la Historia, nada sucede de repente, todo sigue un proceso y eso es precisamente lo que sucedió con Isis.
El origen de esta diosa no se conoce con exactitud, se cree que procede del Delta del Nilo y la primera leyenda queda atestiguada en los Textos de las Pirámides (3.000 a.C.). Isis (Ast en el Antiguo Egipto) significa literalmente “El Trono” y así se le empezó a adorar, como el trono del faraón. Es por esto que se le rinde culto como diosa madre, por ser madre de Horus y por dar origen al nombramiento del faraón, que como todos sabemos, es un ser divinizado.
Poco más podemos saber de ella en aquella época. Probablemente su culto prosiguiera con la misma estructura o parecida durante milenios.
Fue en el año 332 a.C. cuando Egipto sufre una invasión griega y, como consecuencia, todo sufre un proceso de helenización. Isis no escapa a esta circunstancia y así comienza un sincretismo con otras diosas, hasta el punto de que poco queda ya de aquella Ast primigenia.
El culto a Isis es mistérico, sólo se reserva para los iniciados jugando un papel muy importante el hecho de la muerte y resurrección de su esposo Osiris el cual, pasa a ser Serapis (unión de Osiris y Apis). Tan importante llega a ser este culto que ya en el año 300 a.C. se construye el Serapeo de Alejandría, se acuñan monedas donde aparece Isis en una cara y Serapis en la otra.
Isis lactans (amamantando aHarpócrates). Museos Vaticanos. Museo Pío-Clementino. |
Estos ritos se empiezan a extender de Delos a Atenas y otras ciudades griegas, donde el culto a Isis se hace oficial. El acercamiento por parte de los griegos a la religión egipcia se debe en gran medida a que los dioses de la época sólo favorecían a las personas de clases privilegiadas y, fundamentalmente, estaban ligados a la política. Isis lo cambió todo, el pueblo podía participar de su culto, influían en las emociones de la gente, se celebraban fiestas, procesiones y las ceremonias tenían un gran boato. Y, además, en la época existía un gran arraigo a las divinidades femeninas.
Hacia el año 200 a.C. entran las legiones romanas y, de nuevo, Isis vuelve a ser asimilada por otras diosas surgiendo una mezcla de Isis, Venus, Ceres, Proserpina…
Como el culto a Isis por parte del pueblo comienza a ser un foco de rebeliones, en el año 50 a.C. aproximadamente, se prohíbe, se persigue e incluso se llega a crucificar sacerdotes. Pero el pueblo no cesa en su culto y, por piedad popular, vuelven a levantarse los templos destruidos.
Se crea un gran revuelo entre la multitud y Augusto, en el año 28 a.C. prohíbe levantar altares a Isis en su ausencia y la práctica de sus ritos en un kilómetro y medio alrededor de Roma.
Fue Calígula, atraído por el carácter divino de los faraones, quien en el año 37 d.C. levanta un gran templo a Isis en el Campo de Marte.
Y ya en el año 98, Roma acepta definitivamente el culto isíaco convirtiéndose en una de las principales religiones del Imperio a principios del siglo III.
El culto a Isis se expande a otros territorios, tal vez a través de comerciantes y soldados y así, se han encontrado inscripciones confirmando la existencia de templos en España, por ejemplo, en Lugo y Baelo Claudia (Cádiz). También en Inglaterra, Francia y norte de África. Hay inscripciones agradeciendo a Isis su curación en Alemania, en balnearios de Baden Baden.
La diosa madre ha sido, en todas las civilizaciones, la figura probablemente más importante y, claro está, Isis podía asimilarse perfectamente a otras diosas. Sólo se le rinde culto pero éste carece de dogmas lo que favorece claramente su expansión por Europa.
Es este el ambiente que se respira en el mundo cuando el Cristianismo es declarado religión oficial. Es la época de mayor difusión de los misterios isíacos y es aquí donde se va a incidir de manera paulatina hasta llegar a la suplantación total de Isis por María.
El Concilio de Éfeso y sus antecedentes
La importancia que María tiene en los primeros Evangelios es más bien escasa. Se destaca su virginidad pero poco más se vuelve a hablar de ella. Tanto es así que es el propio Jesús en el Evangelio de Marcos (probablemente el más antiguo) quien resta importancia a su familia:
“Y llegan su madre y sus hermanos y, quedándose a las puertas, le enviaron quienes lo llamaran. Y se sentaba la muchedumbre a su alrededor, y le dicen: Mira, tu madre y tus hermanos te buscan fuera. Y como respuesta les dice: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?...Pues quien haga la voluntad de Dios, este es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
No hay constancia de una especial adoración a María en los primeros cristianos.
El culto a María coincide cronológicamente con la implantación del Cristianismo en el año 312, el cual intenta erradicar de una vez por todas los ritos paganos. Y también coincide plenamente con la época en la que se destruyó el Serapeo de Alejandría.
El culto a Isis fuera de Egipto en la época a la que nos referimos ya no estaba ligado a la figura de Osiris, se le adoraba como diosa madre y reina del cielo. Además, se recurría a la deidad por su capacidad para obrar milagros, curar enfermos y devolver la vista a los ciegos.
Teófilo de Alejandría, quien acabó violentamente destruyendo el Serapeo de Alejandría y la biblioteca donde estaba incluido, fue famoso por su lucha contra los ritos paganos y la cristianización de templos.
Un claro ejemplo de ello lo tenemos en el templo de Menute, en Alejandría donde la gente pernoctaba. Isis se les aparecía en sueños y curaba al enfermo de los males que le aquejaban, era lo que se llamaba “Incubatio”. Teófilo intentó imponer su fe en aquellas personas pero no lo consiguió. Su sucesor, Cirilo, alegando que en sueños se le habían aparecido Ciro y Juan, dos mártires, para que fueran enterrados en el templo, trasladó allí sus cuerpos. Dijo que el pueblo estaba confuso, iban a pedir a Isis su curación cuando realmente quienes curaban eran Ciro y Juan. Isis fue expulsada de este lugar pero el culto clandestino en Menute duró hasta el año 483.
Paulatinamente se sustituye el culto a Isis por el culto a María, ambas “Madre de Dios” y “Reina de los Cielos”.
Con el nombramiento de Nestorio como obispo de Constantinopla se produjo un revuelo en la Iglesia. Era Nestorio un monje con ideas ortodoxas, pero poco acostumbrado a las intrigas eclesiásticas y, para colmo de sus males, fue allí donde se otorgó el poder para dictar sentencias en cuanto a juicios eclesiásticos.
Por su parte, Cirilo en Alejandría, vio cómo mermaba su poder. Poseía éste una gran riqueza debido a que todo el dinero procedente de los templos cristianos en Egipto, tenían su centro en Alejandría y era Cirilo quien gestionaba todos estos bienes.
Todo el mundo en la época hablaba de teología, era un tema “de moda”. La figura de María estaba teniendo cada vez más repercusión y Nestorio no podía ser menos.
En un sermón dijo Nestorio que María podía ser considerada “Madre de Cristo” pero no “Madre de Dios”. Puesto que ella no era una diosa, no podía engendrar a Dios.
No negó la divinidad de Jesús, sólo que María había engendrado la parte humana y no la divina del mismo. En palabras del mismo:
“Que nadie llame a María Madre de Dios. Pues María era humana y de un hombre no puede nacer Dios”.
Cirilo vio en estas palabras una luz para sus planes, que eran conservar el poder que tenía y que sintió amenazado.
Acusó a Nestorio de herejía ante el Papa diciendo que éste negaba a Jesús como Hijo de Dios, que hablaba del Señor como hombre y no como Dios.
Y, con este fin, en el año 471 se convocó el Concilio de Éfeso, más bien lo convocó Cirilo aunque ya era un hecho la acusación contra Nestorio.
Hubo vigilancia extrema en la ciudad de Éfeso por temor a revueltas en la calle. Nestorio era un hereje y, como tal, la multitud podía abalanzarse sobre él.
Y así, en medio de violencia, intrigas y sobornos, Nestorio fue retirado a su antiguo convento y María fue proclamada “Madre de Dios”.
Cirilo entró de nuevo en Alejandría como un héroe vencedor de herejes. Tanto es así que fue nombrado San Cirilo precisamente por su lucha contra la herejía.
Siglos más tarde, Juan Pablo II pidió perdón en nombre de la Iglesia por este hecho.
Isis y María ¿una misma imagen?
En el 471 María es nombrada Madre de Dios y el culto a Isis prohibido. Pero Isis, al igual que sucedió anteriormente, tenía atributos propios de cualquier diosa madre y era muy fácil compararla e incluso asumir virtudes de otras diosas.
Sin embargo, esto no podía suceder con el Cristianismo. Pensar en otra diosa sería alterar el monoteísmo. El totalitarismo cristiano hizo que el sincretismo no fuera posible y, directamente, se suplantara el culto a Isis.
María tenía todo lo que se necesitaba para la suplantación. Era la Madre de Dios pero no era una diosa, no alteraba las bases teológicas cristianas si se la elevaba a esta categoría. Y así, poco a poco, las imágenes de Isis fueron convertidas en imágenes de María.
Existen semejanzas tan grandes que no hay lugar a dudas. Según se describe a Isis parece que estamos hablando de María:
“Una cabellera ondulante flotaba sobre su divino cuello...un globo que lanzaba una luz parecida a la de la luna. Una túnica de fino lino, con rayas de color amarillo azafrán y escarlata, cubre su divinidad; y encima un manto negro bordado con flores y lazos y salpicado de estrellas, desciende plisado hasta sus pies. Una luna radiante adorna su seno” (Apuleyo).
Isis aparece con la cabeza cubierta con un velo, símbolo de su castidad. Ambas posan los pies sobre el globo terráqueo, signo de poder.
Las letanías a Isis y a María son idénticas, no podemos distinguir unas de otras.
Isis cura enfermos irreversibles y, cuando lo hace, se le colocan placas con inscripciones de agradecimiento. Es guía de navegantes y allá donde aparece surge un manantial cuyas aguas son curativas.
Sus procesiones son muy semejantes a las que vemos en Semana Santa. Se alumbra con velas el camino para que encuentre a su esposo, se le canta a su paso, se llora la muerte de Osiris y se celebra su resurrección. Incluso su hijo Horus, nace con el sol el 25 de diciembre.
Tras el Concilio de Éfeso, el culto a Isis permaneció en la clandestinidad hasta el año 650 d.C. No es de extrañar que se hayan encontrado figuras de la diosa en pasadizos subterráneos y que posteriormente se le adorase con el nombre de María.
Esta afirmación resulta difícil de demostrar ya que cuando un mito suplanta a otro lo primero que se suele hacer es destruirle. Muchas veces no queda más que especular acerca de si su identidad es la de Isis o es la de María. Sin embargo existen claros ejemplos que no dejan lugar a dudas. Uno de ellos se trataría de las Vírgenes negras y otros dos los tenemos en nuestro propio país y en nuestra vecina Portugal.
Las imágenes isíacas se guardaban, como dije antes, en los sótanos de los templos y así, al entrar el Cristianismo, dichos templos fueron erigidos como cristianos y la imagen bautizada. Como Vírgenes Negras tenemos a Ntra. Sra. De Perales, en Extremadura, es una figura del siglo pasado que sirve para guardar las reliquias de la antigua, de unos 71cm, estatura que coincide prácticamente con casi todas las imágenes de Isis. También hay sospechas acerca de la Virgen de Covadonga en Asturias. Otras dos aparecen en la catedral de Chartres: Notre Dame sous Terre y Notre Dame donde las crónicas locales dicen: “al principio no era más que una estatuilla de Isis, esculpida antes de Jesucristo”.
Pocas imágenes de Isis han escapado a la cristianización, podemos encontrar alguna en Sant Etienne de Metz, en Sant Germain des Prés y en Sant Etienne de Lyon.
Es posible que el color negro de estas imágenes se deba a que Isis es la tierra de donde surge la vida y así, el color negro, viene a representar la tierra fecundada.
Pero si tuviéramos que hablar con seguridad de una suplantación real lo haríamos, por un lado, de la Virgen de los Ojos Grandes en Lugo y Nossa Señora do Leite, titular de la sede catedralicia en Braga, Portugal.
En el ábside de la catedral portuguesa, en el muro exterior, aparece una inscripción romana que reza así: “Consagrada a Isis Augusta, dedicado Lucrecia Frida, sacerdotisa perpetua de Roma y Augusto, del convento bracaraugustano”.
Bajo el altar mayor de esta Catedral existen un templo a Isis.
Respecto a la Virgen de los Ojos Grandes, en Lugo, el propio canónigo de la Catedral reconoce que esta imagen de piedra tiene un origen pagano y que posteriormente fue cristianizada. No hay inscripción alguna como en el caso anterior pero hay imágenes que hacen sospechar su procedencia isíaca, por ejemplo, una serpiente en el pilón ritual muy parecida a las que aparecen en los templos de Isis en época romana.
Unas conclusiones acerca de los ritos paganos y el Cristianismo
El Cristianismo se ha encargado, poco apoco de que la imagen de Isis nos traslade a la época de los antiguos faraones de forma que, si enfrentamos a Isis con María, lo más fácil es que nos miren extrañados, como si estuviéramos locos.
Que hubo una suplantación, no me cabe la menor duda aunque se suplantó una gran mezcolanza de diosas paganas cuyo final resultó ser Isis y que ya poco o nada tenía que ver con la Ast del Antiguo Egipto.
El pueblo necesita expresar sus emociones, necesita suplicar a su ídolo que le cure de aquella enfermedad de difícil solución, que le provea de fertilidad, en definitiva, que le saque de su penosa situación. Estos rituales les vinieron muy bien a aquellos que dirigían la nueva religión emergente que era el Cristianismo.
¿Afecta esto a los dogmas cristianos o a su profunda Teología? En mi opinión no. El Cristianismo tiene dogmas que le hacen único y que se puede o no creer en ellos. El hecho de que se suplanten cultos e imágenes sólo afecta a la forma, no al fondo.
Debió ser difícil en los primeros momentos luchar contra la herejía y tal vez resultó mucho más fácil unirse a los ritos ya existentes. El culto a María, al contrario que el de Isis, pasó a ser de todo el pueblo, no de unos cuantos iniciados y ahora, cuando salimos en procesión, ya no sabemos a quién adoramos ¿a Isis? ¿a María?
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