De nuevo los visitantes de Pompeya se encontrarán con obras abiertas en numerosas áreas de la ciudad antigua, e incluso de la urbe actual. Son ocho puntos en los que están trabajando grupos de arqueólogos y estudiantes. El objetivo es profundizar en el análisis de los restos, ya que "solo el conocimiento cabal del contexto arqueológico puede garantizar su correcta salvaguardia en el tiempo", señala el arqueólogo Massimo Osanna, director general del Parque Arqueológico de Pompeya.
Foto: El profesor Massimo Osanna dirige las nuevas excavaciones en Pompeya.
Cuando se iniciaron las excavaciones en Pompeya, en el siglo XVIII, las obras se limitaban a la ciudad que quedó sellada tras la erupción del Vesubio, el año 79 d.C. Ahora, "el nuevo proyecto de excavaciones se refiere a las áreas públicas y a los santuarios, con el fin de entender cuándo y cómo nacieron estos; quiénes venían y qué nos cuentan de la historia de esta ciudad surgida en el siglo VII a.C. y que durante más de 700 años pasó por una serie de etapas", explica Osanna.
Hace tres meses que se inició esta nueva fase. Las excavaciones comprenden la Insula Occidentalis, la Torre de Mercurio con sus muros milenarios y el santuario extraurbano denominado "del Fondo Iozzino". Las primeras obras de la Insula (área), ubicada en el sector oeste de Pompeya, han traído a la luz un pórtico de considerables dimensiones, del que supo de su existencia en el siglo XVIII, pero del que se volvió a perder su rastro poco después.
El sector donde se encuentran las antiguas murallas de la monumental Torre de Mercurio ya había sido parcialmente excavado a principios del siglo pasado. Ahora, resultan particularmente interesantes las huellas de las ruedas de los "carros armados" utilizados en la defensa de la ciudad durante el ataque que efectuó el cónsul Sila, en el año 89 a.C. Han aparecido en lo que se podría definir la vía principal.
Foto: Señalización de las áreas excavadas.
Otro grupo de investigaciones se ha abierto en el corazón de la ciudad actual, que eran los suburbios de la ciudad antigua. Este sitio era privado en los años 60, y no se pudo excavar, pero ahora se han retomado los trabajos. Se ha descubierto una enorme cantidad de ofertas votivas, con numerosos testimonios epigráficos en lengua etrusca.
Esto ha permitido estudiar el origen etrusco de Pompeya y la importancia de esta presencia, "hecho hasta ahora desconocido, que ha quedado demostrado tanto gracias al tipo de artesanía usada por esta población, como a la gran cantidad de inscripciones encontradas en este santuario, lo que demuestra que grupos etruscos vivieron aquí en forma permanente", señala Massimo Osanna.
En un fragmento de copa, encontrada hace apenas un par de días, se lee en la inscripción "yo soy la copa de Manied... no me saquen de aquí". "Es un descubrimiento estupendo, porque tenemos el nombre de quien vivió aquí", explica el arqueólogo Osanna, y agrega que "con esto, hemos logrado entender los motivos por los que, después del año 470 a.C., no se sabe nada de la ciudad: fue por la desaparición y consiguiente abandono de los etruscos de esta zona de Italia meridional, tras su derrota en la batalla de Cumas, en el año 474".
Obras en la ciudad antigua
Hace pocos días también partieron los trabajos en los principales lugares de culto al interior de la ciudad antigua: el Santuario de Apolo, el Foro Triangular y el Templo de Isis. "Un estudio de estos espacios sacros nos está permitiendo una nueva lectura acerca de su uso, como también las formas de devoción ritual, no solo en la época romana, sino también del período arcaico", subraya Massimo Osanna.
Las excavaciones en el Santuario de Apolo, que se centran en el área central del templo, "nos han entregado elementos muy sorprendentes relacionados con los momentos rituales, que no se limitaban solo al lugar de culto propiamente tal, sino que se extendían al Foro cuando se organizaban los Juegos en honor al dios", explica el profesor Osanna.
En el Foro Triangular las excavaciones han descubierto un gran pozo oval, de 4 metros y medio de profundidad, que se comunicaba con una cisterna cubierta con una bóveda de cañón. Además, se encontraron miríadas de vasitos en miniatura, que se usaban para las ofrendas a Atenea, protectora del tránsito de jóvenes y jovencitas de la adolescencia a la mayoría de edad.
Se han descubierto también joyas de oro, plata y ámbar, del periodo helenístico (siglo III al siglo I a.C.), en perfectas condiciones. Hay un anillo de oro y otro de plata, con un escarabajo, provenientes con toda seguridad de Egipto. También un collar de perla vítrea, probablemente procedente de Palestina, y numerosas botellitas de perfume, elaboradas en las ciudades griegas. Todos estos artículos eran productos de diversas áreas del Mediterráneo, pero también hay objetos de ámbar que probablemente venían de la actual Polonia o del norte de Alemania. Lo que demostraría el carácter cosmopolita y multiétnico de la Pompeya antigua.
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