A la sombra de la marmórea estampa del Partenón se encuentra el segundo templo en importancia de la Acrópolis, el Erecteion. En su lado sur, soportando el techo de un falso pórtico, encontramos la figura de seis mujeres milenarias, que contemplan serenas el devenir del tiempo dominando desde las alturas la extensión de su apreciada Atenas: las Caríatides. Las que ahora vemos en el monte sagrado son una reproducción, pues las originales se conservan en el renovado Museo de la Acrópolis (salvo una de ellas, que Lord Elgin trasladó al British Museum en 1846). A pesar de ello, su efecto cautivador sigue intacto. En este artículo vamos a repasar su historia y significado, así como la del templo que las acoge.
El mito
Cuenta el relato mítico que Hefesto, tras haber ayudado a Zeus a dar a luz a Atenea, que brotó de su cabeza gracias a un mazazo del dios subterráneo, le pidió el matrimonio de la joven. El padre de los dioses accedió, pero le otorgó a su hija la facultad de defenderse ante su futuro marido.
En la noche nupcial, debido al horrible aspecto de Hefesto, Atenea se resistió a culminar la cópula, haciendo que su pareja derramase su semen sobre el suelo dado su increíble estado de excitación. Puesto que los dioses eran muy fecundos, ya nos lo decía Homero, una criatura brotó de la tierra a los nueve meses.
Atenea la adoptó y ocultó en un cofre que confió a las hijas de Cécrope, el primer rey de Atenas, ordenándoles que no lo abrieran bajo ningún concepto. Las chicas no resistieron a la tentación y, poco después de haberse marchado la diosa, lo abrieron descubriendo en su interior una horrible criatura quimérica, con cuerpo de niño y cola de serpiente (otra versión del mito dice que había una enorme serpiente custodiando el cuerpo de un niño). Las muchachas, espantadas, se precipitaron desde la roca de la Acrópolis y perecieron. El niño se llamó Erictonio y un día se convertiría en el rey de Atenas.
Atenea, gracias a la presencia de su hijo en la ciudad, se mostró cada vez más próxima a sus habitantes hasta que, durante el reinado de Erictonio (según otras fuentes Erecteo, aunque ambos monarcas se confunden), tuvo lugar el gran enfrentamiento entre la diosa y Poseidón para conseguir el patronazgo del Ática. El vencedor sería el que hiciera a sus habitantes el regalo más hermoso. El dios del mar golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar el caballo, animal maravilloso, invencible en la carrera y poderoso en la batalla. Atenea hizo lo mismo con su lanza dando lugar a la germinación de una pequeña planta, de hojas plateadas que no tardó en producir unas pequeñas bayas oscuras: las aceitunas. Estamos ante el nacimiento mítico del olivo, la planta más noble de cuantas crecen en el Mediterráneo. Frugal, paciente, capaz de aguantar la sequía y origen de una madera fuerte y dura como el hierro. Los habitantes de la ciudad se decantaron por el regalo de la diosa que, desde entonces, gozó de un gran santuario en la Acrópolis y dio nombre a la ciudad de Atenas.
El templo
Este relato mítico es fundamental para conocer el significado del Erecteion y su importancia para los griegos. El edificio comenzó a construirse en la vertiente noreste de la Acrópolis, al lado de las ruinas del antiguo templo de Atenea, durante la Guerra del Peloponeso, en el año 421 a.C., aunque la mayor parte de la obra terminó entre los años 409 y 406 a.C. Tuvo una doble consagración: a Atenea y a Poseidón.
Su arquitecto, Filocles, se vio obligado a idear una estructura arquitectónica original, diferente a la del canon habitual de los templos griegos, pues debió adaptarse a un terreno muy irregular (la parte oeste es 3 metros más baja que la este) y acoger en un mismo espacio todos los cultos cnóticos del área conjuntamente con símbolos sagrados que se encontraban in situ: como las marcas del tridente de Poseidón, el mar de Erecteo (una fuente de agua salada) y las tumbas de Erecteo y Cécrope.
El cuerpo principal está formado por un templo jónico anfipróstilo, con seis columnas en el frente este y, en el muro oeste, cuatro columnas adosadas de las que solo se conservan tres. El interior se encuentra dividido en diversas estancias: al este, más allá de la columnata, se abre la cella de Atenea Políade, donde se guardaba una estatua de la diosa labrada en madera de un olivo que, según se creía, había sido enviada desde el cielo (concepto que los griegos denominaban diipites) (Pausanias 1, 26, 6). Con motivo de la celebración de las Grandes Panateneas, se le cambiaba el peplo a la estatua y delante de ella siempre había una lámpara encendida, obra de Calímaco.
Al norte se halla un pórtico con cuatro elegantes columnas jónicas en el frente y dos en los lados, con una altura de 6,50 metros. Las esculturas de los capiteles, del techo a los casetones y las puertas, presentan una ejecución de gran delicadeza. A la izquierda del pórtico, en la piedra, se ven tres agujeros que, según el ciclo mítico descrito anteriormente, fueron hechos por el tridente de Poseidón en su confrontación con Atenea por el dominio de la ciudad.
La puerta principal daba acceso a la cella, dividida en tres partes. En la oeste, frente a la puerta, está el Prostomiéion o sala del brocal, donde se encontraba el brocal del pozo excavado por Poseidón por el que pasaba el mar Erecteo del mito. Las otras dos partes, situadas al este y contiguas a la cella de Atenea Políade, eran la cella de Poseidón Erecteo, Hefesto y Bronte, sacerdote de Atenea. La puerta de la derecha del pórtico norte conduce al Pandroseion, sala sagrada de Pándroso, una de las Agláurides, las tres hermanas a las que Atenea había confiado el cesto con Erictonio niño. En él crecía el olivo sagrado, regalo de Atenea, quemado por los persas y resurgido esa misma noche según la leyenda. Al sur se hallaba el Cecropion, recinto sagrado dedicado a Cécrope, rey mítico de Atenas. El edificio estaba completamente derocado con relieves que recorrían todo su friso superior.
Las Cariátides
Se trata de seis korai de 1,77 metros de altura. El término Cariátide se acuñó posteriormente, no tiene su origen en la Antigüedad Clásica, para definir cualquier estatua femenina con función de columna. El equilibrio del conjunto viene propiciado por el juego de sus piernas, tres de ellas apoyan su peso sobre la pierna derecha, ligeramente flexionada hacia adelante; mientras que las otras tres, apoyan su peso sobre la izquierda, en idéntica posición. Esta composición, así como su carácter hierático, aporta armonía y cohesión al grupo.
Visten un esbelto peplo ceñido a su cuerpo, así como un himation, manto amplio y envolvente a modo de chal, muy habitual en el vestuario clásico. Su pelo luce un peinado en el que se combinan dos trenzas, que se cruzan tras su de cabeza para deslizarse graciosamente sobre sus hombros y pecho, y un largo y ondulado recogido, que cae hasta la mitad de su espalda. Tienen sobre su cabeza una base circular encima de la cual se sitúa un capitel con forma de cesta. En una de sus manos probablemente sostenían un pequeño plato para ofrendas, mientras que con la otra sujetan su peplo, gestos conocidos por las copias romanas que de ellas se hicieron en el foro de Augusto, en Roma, y en la Villa Adriana, en Tívoli. Fueron esculpidas por miembros del círculo de Fidias, probablemente por artistas de los talleres de sus discípulos Alcamenes y Agorácritos.
La principal pista para su interpretación nos la da su ubicación: el porche de las Cariátides pudo ser la parte superior de la tumba de Cécrope, el Cecropión. Si esto fuera así, podría tratarse de un grupo de jóvenes sacerdotisas que estarían haciendo libaciones en honor del mítico monarca ateniense. Tesis que se vería reforzada si, tal y como sugieren las réplicas del foro de Augusto y la Villa Adriana, sostuvieran un plato ritual con una de sus desaparecidas manos.
El Museo de la Acrópolis de Atenas
La nueva morada de las Cariátides, el Museo de la Acrópolis de Atenas, fue construido durante los años 2005 y 2007, a una distancia de solamente 300 metros de la roca sagrada, de acuerdo a los planes de los arquitectos B. Tsumi y M. Photiades. Era necesario un nuevo espacio para acoger todos los hallazgos arqueológicos allí encontrados, puesto que el viejo museo de la cima se había quedado bastante pequeño y obsoleto. A la colección se han añadido nuevos descubrimientos llevados a cabo en el recinto sagrado, piezas procedentes del Museo Arqueológico de Atenas, del Museo Epigráfico y del Museo Numismático, mostrando así una semblanza completa de la historia de la roca.
El Museo está dividido en cuatro niveles, incluyendo diferentes restos arqueológicos descubiertos en la vertiente sur de la Acrópolis que se remontan al período Neolítico (3000 a.C) y se prolongan hasta el año 1.200 de nuestra Era, conformando una importante superficie que amplía el conocimiento que tenemos sobre la historia de Atenas.
Lo más destacado es, sin duda, la muestra de los relieves del Partenón, en su última planta, con vistas sobre la acrópolis y dispuestos en un espacio que reproduce a escala real las dimensiones del templo, lo que permite disfrutar de ellos con todo su esplendor. Por otro lado, volviendo a las protagonistas de nuestro artículo, las Cariátides se exhiben de manera que se pueden ver desde diferentes planos, algo verdaderamente complicado en su ubicación original. Para conocer realmente la Acrópolis, no basta con subir a su cima.
Mario Agudo Villanueva
Fotografías
Fotografía 1 - Vista general del pórtico de las Cariátides. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 2 - Fachada principal del Erecteion. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 3 - Detalle de la puerta principal de acceso al Erecteion. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 4 - Cariátides en el Museo de la Acrópolis. Autor: Nikos Danilidis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Fotografía 5 - Vista general de los frisos del Partenón, exhibidos en el Museo de la Acrópolis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Fotografía 6 - Vista de los restos arqueológicos del acceso y planta baja del Museo de la Acrópolis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Bibliografía
"Escultura griega", John Boardman. Ediciones Destino. Barcelona, 1999
"Arte y mito en la antigua Grecia", Thomas H. Carpenter. Ediciones Destino. Barcelona, 2001
"Akropolis", Valerio Massimo Manfredi. Grijalbo. Barcelona, 2000
"Grecia", Anaya Touring Club. Madrid, 2010.
"Acropolis and Museum, brief history and tour", Publication of the Association of Friends of the Acropolis. Atenas, 2004.
"Imagen y culto: una historia de la imagen anterior a la era del arte", Hans Belting. Ediciones Akal.
Cuenta el relato mítico que Hefesto, tras haber ayudado a Zeus a dar a luz a Atenea, que brotó de su cabeza gracias a un mazazo del dios subterráneo, le pidió el matrimonio de la joven. El padre de los dioses accedió, pero le otorgó a su hija la facultad de defenderse ante su futuro marido.
En la noche nupcial, debido al horrible aspecto de Hefesto, Atenea se resistió a culminar la cópula, haciendo que su pareja derramase su semen sobre el suelo dado su increíble estado de excitación. Puesto que los dioses eran muy fecundos, ya nos lo decía Homero, una criatura brotó de la tierra a los nueve meses.
Atenea la adoptó y ocultó en un cofre que confió a las hijas de Cécrope, el primer rey de Atenas, ordenándoles que no lo abrieran bajo ningún concepto. Las chicas no resistieron a la tentación y, poco después de haberse marchado la diosa, lo abrieron descubriendo en su interior una horrible criatura quimérica, con cuerpo de niño y cola de serpiente (otra versión del mito dice que había una enorme serpiente custodiando el cuerpo de un niño). Las muchachas, espantadas, se precipitaron desde la roca de la Acrópolis y perecieron. El niño se llamó Erictonio y un día se convertiría en el rey de Atenas.
Atenea, gracias a la presencia de su hijo en la ciudad, se mostró cada vez más próxima a sus habitantes hasta que, durante el reinado de Erictonio (según otras fuentes Erecteo, aunque ambos monarcas se confunden), tuvo lugar el gran enfrentamiento entre la diosa y Poseidón para conseguir el patronazgo del Ática. El vencedor sería el que hiciera a sus habitantes el regalo más hermoso. El dios del mar golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar el caballo, animal maravilloso, invencible en la carrera y poderoso en la batalla. Atenea hizo lo mismo con su lanza dando lugar a la germinación de una pequeña planta, de hojas plateadas que no tardó en producir unas pequeñas bayas oscuras: las aceitunas. Estamos ante el nacimiento mítico del olivo, la planta más noble de cuantas crecen en el Mediterráneo. Frugal, paciente, capaz de aguantar la sequía y origen de una madera fuerte y dura como el hierro. Los habitantes de la ciudad se decantaron por el regalo de la diosa que, desde entonces, gozó de un gran santuario en la Acrópolis y dio nombre a la ciudad de Atenas.
El templo
Este relato mítico es fundamental para conocer el significado del Erecteion y su importancia para los griegos. El edificio comenzó a construirse en la vertiente noreste de la Acrópolis, al lado de las ruinas del antiguo templo de Atenea, durante la Guerra del Peloponeso, en el año 421 a.C., aunque la mayor parte de la obra terminó entre los años 409 y 406 a.C. Tuvo una doble consagración: a Atenea y a Poseidón.
Su arquitecto, Filocles, se vio obligado a idear una estructura arquitectónica original, diferente a la del canon habitual de los templos griegos, pues debió adaptarse a un terreno muy irregular (la parte oeste es 3 metros más baja que la este) y acoger en un mismo espacio todos los cultos cnóticos del área conjuntamente con símbolos sagrados que se encontraban in situ: como las marcas del tridente de Poseidón, el mar de Erecteo (una fuente de agua salada) y las tumbas de Erecteo y Cécrope.
El cuerpo principal está formado por un templo jónico anfipróstilo, con seis columnas en el frente este y, en el muro oeste, cuatro columnas adosadas de las que solo se conservan tres. El interior se encuentra dividido en diversas estancias: al este, más allá de la columnata, se abre la cella de Atenea Políade, donde se guardaba una estatua de la diosa labrada en madera de un olivo que, según se creía, había sido enviada desde el cielo (concepto que los griegos denominaban diipites) (Pausanias 1, 26, 6). Con motivo de la celebración de las Grandes Panateneas, se le cambiaba el peplo a la estatua y delante de ella siempre había una lámpara encendida, obra de Calímaco.
Al norte se halla un pórtico con cuatro elegantes columnas jónicas en el frente y dos en los lados, con una altura de 6,50 metros. Las esculturas de los capiteles, del techo a los casetones y las puertas, presentan una ejecución de gran delicadeza. A la izquierda del pórtico, en la piedra, se ven tres agujeros que, según el ciclo mítico descrito anteriormente, fueron hechos por el tridente de Poseidón en su confrontación con Atenea por el dominio de la ciudad.
La puerta principal daba acceso a la cella, dividida en tres partes. En la oeste, frente a la puerta, está el Prostomiéion o sala del brocal, donde se encontraba el brocal del pozo excavado por Poseidón por el que pasaba el mar Erecteo del mito. Las otras dos partes, situadas al este y contiguas a la cella de Atenea Políade, eran la cella de Poseidón Erecteo, Hefesto y Bronte, sacerdote de Atenea. La puerta de la derecha del pórtico norte conduce al Pandroseion, sala sagrada de Pándroso, una de las Agláurides, las tres hermanas a las que Atenea había confiado el cesto con Erictonio niño. En él crecía el olivo sagrado, regalo de Atenea, quemado por los persas y resurgido esa misma noche según la leyenda. Al sur se hallaba el Cecropion, recinto sagrado dedicado a Cécrope, rey mítico de Atenas. El edificio estaba completamente derocado con relieves que recorrían todo su friso superior.
Las Cariátides
Se trata de seis korai de 1,77 metros de altura. El término Cariátide se acuñó posteriormente, no tiene su origen en la Antigüedad Clásica, para definir cualquier estatua femenina con función de columna. El equilibrio del conjunto viene propiciado por el juego de sus piernas, tres de ellas apoyan su peso sobre la pierna derecha, ligeramente flexionada hacia adelante; mientras que las otras tres, apoyan su peso sobre la izquierda, en idéntica posición. Esta composición, así como su carácter hierático, aporta armonía y cohesión al grupo.
Visten un esbelto peplo ceñido a su cuerpo, así como un himation, manto amplio y envolvente a modo de chal, muy habitual en el vestuario clásico. Su pelo luce un peinado en el que se combinan dos trenzas, que se cruzan tras su de cabeza para deslizarse graciosamente sobre sus hombros y pecho, y un largo y ondulado recogido, que cae hasta la mitad de su espalda. Tienen sobre su cabeza una base circular encima de la cual se sitúa un capitel con forma de cesta. En una de sus manos probablemente sostenían un pequeño plato para ofrendas, mientras que con la otra sujetan su peplo, gestos conocidos por las copias romanas que de ellas se hicieron en el foro de Augusto, en Roma, y en la Villa Adriana, en Tívoli. Fueron esculpidas por miembros del círculo de Fidias, probablemente por artistas de los talleres de sus discípulos Alcamenes y Agorácritos.
La principal pista para su interpretación nos la da su ubicación: el porche de las Cariátides pudo ser la parte superior de la tumba de Cécrope, el Cecropión. Si esto fuera así, podría tratarse de un grupo de jóvenes sacerdotisas que estarían haciendo libaciones en honor del mítico monarca ateniense. Tesis que se vería reforzada si, tal y como sugieren las réplicas del foro de Augusto y la Villa Adriana, sostuvieran un plato ritual con una de sus desaparecidas manos.
El Museo de la Acrópolis de Atenas
La nueva morada de las Cariátides, el Museo de la Acrópolis de Atenas, fue construido durante los años 2005 y 2007, a una distancia de solamente 300 metros de la roca sagrada, de acuerdo a los planes de los arquitectos B. Tsumi y M. Photiades. Era necesario un nuevo espacio para acoger todos los hallazgos arqueológicos allí encontrados, puesto que el viejo museo de la cima se había quedado bastante pequeño y obsoleto. A la colección se han añadido nuevos descubrimientos llevados a cabo en el recinto sagrado, piezas procedentes del Museo Arqueológico de Atenas, del Museo Epigráfico y del Museo Numismático, mostrando así una semblanza completa de la historia de la roca.
El Museo está dividido en cuatro niveles, incluyendo diferentes restos arqueológicos descubiertos en la vertiente sur de la Acrópolis que se remontan al período Neolítico (3000 a.C) y se prolongan hasta el año 1.200 de nuestra Era, conformando una importante superficie que amplía el conocimiento que tenemos sobre la historia de Atenas.
Lo más destacado es, sin duda, la muestra de los relieves del Partenón, en su última planta, con vistas sobre la acrópolis y dispuestos en un espacio que reproduce a escala real las dimensiones del templo, lo que permite disfrutar de ellos con todo su esplendor. Por otro lado, volviendo a las protagonistas de nuestro artículo, las Cariátides se exhiben de manera que se pueden ver desde diferentes planos, algo verdaderamente complicado en su ubicación original. Para conocer realmente la Acrópolis, no basta con subir a su cima.
Mario Agudo Villanueva
Fotografías
Fotografía 1 - Vista general del pórtico de las Cariátides. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 2 - Fachada principal del Erecteion. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 3 - Detalle de la puerta principal de acceso al Erecteion. Autor: Mario Agudo Villanueva.
Fotografía 4 - Cariátides en el Museo de la Acrópolis. Autor: Nikos Danilidis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Fotografía 5 - Vista general de los frisos del Partenón, exhibidos en el Museo de la Acrópolis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Fotografía 6 - Vista de los restos arqueológicos del acceso y planta baja del Museo de la Acrópolis. Cedida por el Museo de la Acrópolis de Atenas.
Bibliografía
"Escultura griega", John Boardman. Ediciones Destino. Barcelona, 1999
"Arte y mito en la antigua Grecia", Thomas H. Carpenter. Ediciones Destino. Barcelona, 2001
"Akropolis", Valerio Massimo Manfredi. Grijalbo. Barcelona, 2000
"Grecia", Anaya Touring Club. Madrid, 2010.
"Acropolis and Museum, brief history and tour", Publication of the Association of Friends of the Acropolis. Atenas, 2004.
"Imagen y culto: una historia de la imagen anterior a la era del arte", Hans Belting. Ediciones Akal.
fuente del articulo--http://www.mediterraneoantiguo.com/2011/12/la-pieza-las-cariatides-de-atenas-el.html
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