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miércoles, 22 de enero de 2014

Los poemas de Homero referidos a escandinavia

Carro del Sol

DE CÓMO LA PALABRA “HISTOR”, “JUEZ”, PASÓ A SIGNIFICAR “HISTORIADOR”  
        Homero usó la palabra griega “Histôr” con el significado de “el que conoce la ley”, es decir como sinónimo de “juez”, en dos versos de la Ilíada.
        En el Canto XVIII, v. 501, dice: “ambos recurren a un juez para tener una decisión” ; “amphô d iesthên epi histori peirar elesthai”).
En el Canto XXIII, v. 486: “nombremos árbitro a Agamemnon Átrida” ; “histora d Atreidên Agamemnona theiomen amphô”), aludiendo a una carrera de caballos en que el dificilísimo cargo de árbitro es asignado a una persona que no sólo es capaz de ver con nitidez lo sucedido sino que también sus compañeros lo consideran imparcial e incorruptible.
Posteriormente Heródoto usó la palabra (“historiai”), que en griego significa “investigaciones” o “indagaciones”, para titular su conocida obra “Los nueve libros de la Historia”, dedicada a registrar los hechos del pasado. Fijó el propósito de sus investigaciones en su deseo de “que no se desvanezcan con el tiempo los hechos de los hombres…”
Herodoto Herodoto
Después de Heródoto, la palabra “historia” perdió su significado prístino y pasó a significar un relato ordenado de los acontecimientos de los hombres. Así “histôr” adquirió el significado de “historiador”. De su etimología debería deducirse que “Historiador” sería el “Juez del Pasado”. Sólo el Tiempo podrá decir la última palabra.
Las vigas maestras de la historia son la heurística y la hermenéutica. La heurística o técnica de investigación es amplísima y no tiene más limitaciones que las impuestas por la hermenéutica, es decir por lo ya averiguado por otras ciencias. De lo expuesto se deduce que si bien el documento es un elemento muy importante, no lo es en término absoluto.
        Después de todo la mayoría de los juicios civiles nace de las diferentes formas de interpretar lo expresado por las partes en escrituras públicas, toda vez que en muchas de ellas no se establecieron normas para enfrentar los hechos del futuro.
Primera Parte
5.- PROTOHISTORIA DE LOS HECHOS GEOGRÁFICOS OBSERVADOS POR HOMERO EN EL CÍRCULO ÁRTICO DE NORUEGA
        La hipótesis general de esta investigación obliga a demostrar que los hechos geográficos sucintamente descritos por Homero en la Ilíada y profundizados en la Odisea corresponden con precisión a realidades fácilmente verificables, existentes todas en la costa atlántica de Noruega y dentro del círculo ártico, conformando el confín occidental de un feraz continente.
        Debido al medio milenio transcurrido entre la vida de Homero y la época en que los griegos llegaron con sus navegaciones hasta el Mar Negro y las costas itálicas, los nuevos navegantes creyeron encontrar en cada región visitada un lugar parecido a determinado punto referido por Odiseo, lo que dio base a una confusión que dura hasta el día de hoy.
        Consciente de que una afirmación tan contradictoria con las interpretaciones tradicionales exige ir respaldada por una comprobación científica incontrovertible, capaz de hacer brillar la evidencia aún para los ojos del lector más incrédulo, recurriré a parangonar lo dicho por Homero con la realidad geográfica que hoy conocemos porque ésta no ha cambiado en los últimos cinco mil años. Si bien estos hechos geográficos son hoy sobradamente conocidos y visitables a través de internet, nunca han sido vinculados con los viajes de Odiseo, a pesar de surgir fácilmente su correlación debido a la nitidez de las descripciones homéricas.
        Dado que la realidad geográfica y astronómica de la costa ártica noruega coincide plenamente con las descripciones contenidas en la Ilíada y en la Odisea en no menos de quince circunstancias distintas y complementarias, obliga a inducir que ello importa una prueba de valor absoluto para demostrar que Homero existió y que personalmente estuvo allí, por cuanto la geografía no ha cambiado.
        Como en ninguna otra parte del mundo se dan conjuntamente estos quince accidentes geográficos, cabe concluir en forma inevitable que él los conoció personalmente dada la suma perspicacia que se nota en sus vívidas descripciones. Debido a su complejidad no podría haberlos adivinado ni tampoco haberlos recibido de terceras personas. La lógica obliga. Resultaría una situación extraordinariamente anticientífica suponer que tantas similitudes pudieran ser meras coincidencias.
        A todas ellas nos referiremos en detalle en los acápites que vendrán más adelante.
        Afirmamos lo anterior al comprobar con el atlas en la mano que todos los accidentes geográficos descritos en la Ilíada y en la Odisea expresan con enorme realismo el medio marino que en conjunto se desarrolla en la costa noruega, donde comienza la región del Círculo Ártico. En ninguna otra parte del mundo se da esta doble conjunción, hechos y descripciones geográficas tan vívidas que tienen el sabor, olor y ruido de mar.
        Es posible que los viajes de Homero puedan parecer una gran novedad debido a que éste ha sido hasta ahora considerado solamente un poeta. Esto no es de extrañar porque Hesíodo, que fue su primer comentarista, no supo ni podía saber que Homero navegó con los fenicios ni menos hasta donde viajó con ellos.
        Aún más, como Hesíodo nunca fue un navegante, mal habría podido captar las vicisitudes inherentes a navegaciones realizadas en las tormentosas zonas árticas.

6.- LOS FENICIOS O TAFIOS CAMBIABAN BRONCE DE TÉMESA, EVENTUAL TÁMESIS, POR HIERRO
        Presumo que Homero habría podido fácilmente navegar en algún barco fenicio como carpintero, los actuales ingenieros, porque debió manejar esta lengua debido a que su aya o preceptora fue una sidonia de noble estirpe adquirida por su padre, la cual captó de inmediato la notable capacidad intelectual del niño y pudo enseñarle a escribir en versos la lengua fenicia.
 Homero utilizó personajes ficticios para no hablar en primera persona y en este caso utilizó a la diosa Atenea, disfrazada del porquerizo Eumeo, para contar sus datos biográficos en el Canto XV de la Odisea, v. 402 a 454. Es de interés señalar que ya en ese tiempo los lenguajes estaban muy entremezclados por la llegada de los pueblos aqueos y dorios, Odisea, XIX, 172-177.
        También narró en el verso 184 del Canto I de la Odisea que Atenea, disfrazada de Mentes rey de los tafios, hizo referencia a que éstos desde Témesa llevaban bronce a cambio de hierro.
        De la simple lectura del texto cabe inducir que el Témesa de Homero es el mismo Támesis actual, lugar donde trocaban bronce por hierro.
        La vinculación de Témesa con el Támesis surge inequívocamente del hecho que siglos más tarde Julio César, al invadir el sur de Britania, conservó el nombre originario de Tamesa para referirse al río principal de ese país. Eventual filología de este vocablo podría consultarse en la página de internethttp://www.oua.ox.ac.uk/
        Confirma esta apreciación los descubrimientos arqueológicos modernos relativos a antiguas explotaciones de estaño en las Islas Cassitérides o Islas Sorlingas (Scilly Islands). Este metal era aliado con cobre traído posiblemente de Chipre y así producían el bronce.
        En cuanto al lugar desde donde los fenicios traerían el hierro, se podría presumir que éste debió ser la costa ártica de Noruega, porque allí abunda este mineral. En época prehistórica en todas las regiones de Escandinavia, incluyendo Dinamarca, la abundancia de hierro debió ser tal que este mineral afloraba en los pantanos y se acumulaba en capas en las turberas, facilitando la fabricación de aceptables herramientas y armas.
        El conocimiento preciso que tenían los antiguos sobre la forma de templar el hierro se deduce del canto IX de la Odisea, v.390 a 394, en que se cuenta cómo chirriaba el ojo del Cíclope en contacto con el fuego de una estaca ardiente, al igual que chirria el hierro al rojo vivo cuando el herrero lo sumerge en agua fría para lograr su mayor dureza o temple. También Homero aludió directamente al hierro al describir el eje del carro, “sidereo axoni”) “sidereo axoni”) de la diosa Hera, en la Ilíada, V, 723.
7.- LA ISLA EEA DE CIRCE Y EL SOL DE MEDIANOCHE
        A la vuelta de Troya, Odiseo pasó por el país de los cícones, por la región de los lotófagos, por la isla de los Cíclopes, por la isla del dios Eolo y el país de los lestrigones antes de alcanzar la isla Eea, de configuración llana y muy boscosa, donde vivía la diosa Circe, Odisea, X, 135.
        Odiseo y sus compañeros después de un consumir un gran ciervo y mucho vino, observaron que el sol ya estaba alto e inmóvil, de modo que no podían determinar por dónde había salido ni por dónde se dirigiría al ocaso, Odisea, X, 190-192. Ahora sabemos que eso debió suceder el día en que el Sol empieza a alumbrar permanentemente sobre el Círculo Ártico durante el período denominado “Sol de Medianoche”, lo que demuestra que se encontraban en las regiones árticas.
Circe
Circe
        Confirma esta apreciación la noticia transmitida por Estrabón, I,1, 7, que según el filósofo Crates en una de las regiones visitadas por Odiseo hay “una especie de estuario o golfo que mira desde el trópico de invierno hacia el Polo Sur”.
        Como Homero no aludió explícitamente a este estuario, debemos suponer que tan exacta información debió ser conocida a través de Piteas, pues hoy sabemos que corresponde exactamente al actual Fiordo Occidental de Noruega, de donde habría que concluir que el fenómeno hidrológico que Piteas llamó “pulmón marino” corresponde con fidelidad al remolino del Maelström. Fig. 1, tomada de “Atlas Mundial Encarta 1993-1996”, Microsoft Corporation.
1.- Mapa del Fiordo Occidental de Noruega.
1.- Mapa del Fiordo Occidental de Noruega.
Ver fotografía en la portada de este sitio web de Internet, tomada de “Enciclopedia El Mar”.
        Otra alusión al Sol de Medianoche podemos encontrar en el Canto X, 82-86, en que se refiere a la posibilidad de que los pastores ganaran doble salario debido a que los días resultaban interminables. También nos lleva a pensar que todo esto sucedía en los países árticos, el supuesto encierro de los vientos en un odre por el dios Eolo porque hoy sabemos que en las regiones árticas se producen imprevisibles cambios de la orientación de los tormentosos vientos, llegando a las típicas calmas que preceden a la tempestad.
        Lo mismo podemos decir de las citas muy reiteradas a la diosa Aurora porque, a no dudarlo, las auroras boreales constituyen el espectáculo más grandioso que se produce en nuestro globo terráqueo. Las auroras boreales no alcanzan a ser visibles en el Mediterráneo.
Aurora Boreal
Aurora Boreal
Los dedos de la diosa Aurora
Los dedos de la diosa Aurora
8.- EL MAELSTRÖM SERÍA EL “OKEANOS” O REMOLINO UBICADO ENTRE LAS ROCAS ERRANTES Y VECINO A ESCILA Y CARIBDIS
        Circe mandó a Odiseo al Hades a consultar a Tiresias, después de pasar por el Océano, contiguo a su isla Eea, Od., X, 508.
        Después que Odiseo hubo visitado el Hades volvió a la isla de Circe, quien le recomendó tomar precauciones al acercarse a unos islotes donde se escuchaban misteriosas sirenas, que suponemos sería el ulular de los violentos vientos que reinan en las regiones polares.
Vista aérea del Maelström
Vista aérea del Maelström
        Circe avisó también a Odiseo que a continuación tendría que elegir entre dos pasos muy peligrosos.
        El primero enmarcado entre promontorios supuestamente “Errantes”, Od., c. XII, v. 61, porque en la realidad es el turbión o remolino, actualmente llamado Maelström, el que avanza lentamente a medida que baja la altura de la marea.
        Esos promontorios corresponden a los actuales cabo Lofotodden y a la isla Vaeroy, que cierran el Fiordo Occidental de Noruega.
        Ver fig. 2, dibujo tomado de “The Nautical Almanac”.
2.- El Cabo Lofotodden y la Isla Vaeroy.
2.- El Cabo Lofotodden y la Isla Vaeroy.
    Homero utilizó en Od. C. XII, v. 68, el vocablo griego “Thyellai”, para referirse a este turbión o remolino, aunque en el c. V, v. 174, usó como sinónimo la expresión griega  “Laitma Thalásses”, para aludir a las simas o profundidades del mar por donde se suponía que las aguas caían al centro de la Tierra para después aparecer en forma de manantiales o fuentes de los ríos. Representó también la peligrosidad de este remolino al relatar en el C. XII, v.69, que anteriormente sólo la nave Argos de Jasón se había salvado de caer en él porque la diosa Hera, que amaba al héroe, lo indujo a bordearlo, pareplo), alejándolo de su mortífera succión.
         La palabra “laitma” también ha sido traducida en oportunidades por “abismo”, del griego “abyssos” (“sin fondo”), expresión que no fue usada por Homero.
Como Hesíodo no fue capaz de entender el alcance de las expresiones homéricas, porque en Grecia nadie conocía el fenómeno marino mencionado arriba, terminó denominándolo “Caos” ( , “Kháos”) en su trabajo “Teogonía” (vv.116, 123, 632, 700, 740 y 814).
       Resultaría fácil identificar este remolino con el Tártaro de las antiguas leyendas nórdicas y dos veces citado por Homero en la Ilíada: Zeus amenazó a los dioses que quisieran tomar partido a favor de los troyanos o de los griegos, con precipitarlos “al tenebroso Tártaro en el fondo del báratro que se halla en lo más profundo, bajo tierra, donde se encuentran las puertas de hierro y el umbral de bronce, tan lejos por debajo del Hades como el cielo está por encima de la tierra”,  C. VIII, vv. 13-16. Más adelante también Homero cita al Tártaro en el confín de la Tierra, C. VIII, vv. 478-481.
     Es posible que en los siglos posteriores, la palabra “Tártaro” haya dado origen al nombre “Tartessos”, aplicado a ruinas sumergidas existentes en Cádiz, España.
En cuanto al segundo paso sugerido por Circe, se encontraría entre la actual isla Rost y el islote ubicado a 900 metros al SO. de ella.
        En la primera habitaba el monstruo Escila, v. 84, que con sus seis cabezas atrapaba sus presas. En el islote vecino se ubicaba el monstruo Caribdis, v. 104, que tres veces al día absorbía y vomitaba las aguas.
        Un fenómeno similar habrán podido observar los turistas modernos en diversas costas del mundo, debido a que los bolsones de aire atrapados en las oquedades de los roqueríos son presionados por las aguas al subir las mareas de modo que parte de esta agua es obligada a escurrir violentamente por pequeñas grietas formadas entre las mismas rocas.
        En la costa chilena, puerto de Lebu, la Piedra del Toro expulsa agua de la misma manera y en el Golfo de Chiloé, estuario de Reloncaví, también se producen tres mareas al día en el punto denominado Ralún.
Estuario de Reloncaví
Estuario de Reloncaví
9.- TRINACIA, LA ISLA DE LAS VACAS DEL SOL, CORRESPONDE A LA ACTUAL ISLA LANDEGODE
    Después de haber pasado Odiseo por los tres peligros indicados por Circe, debió navegar recto al oriente hasta encontrar en la costa continental la isla Trinacia , Od., XI, 227, con sus “tres cabos” debido a su forma triangular. Era una isla baja y muy pastosa en la que habitaban numerosos rebaños de vacas y ovejas. Estas características corresponden exactamente a la actual isla Landegode, cuyo nombre original, “Landit Goda”, significa en antiguo noruego “buena tierra”.
A pesar de la prohibición de Odiseo, sus compañeros mataron muchas de las vacas tan apreciadas por el dios Hiperión (XII, 359) que se regocijaba al verlas lozanas cada vez que nuevamente volvía a verlas tras los seis meses de obscuridad.
Presumimos que estas reses pertenecerían a la especie de los uros (Bos Taurus Primigenius), muy bien aclimatada en esta zona y distinguible por tener una frente amplia, dos grandes cuernos, grandes pezuñas y piel muy gruesa que les permitía avanzar sin empantanarse por los humedales que se formaban al retirarse las nieves invernales aprovechando los pastos más tiernos y nutritivos.
        Por su piel muy gruesa podían defenderse de la inmensa cantidad de mosquitos que pululaban tratando de succionar su sangre. Quizás si por cruzarse en muy cerrada consanguineidad fueron apareciendo anomalías en el aparato reproductor que terminaron por extinguirlas, de ahí que Homero aludiese a su difícil reproducción, Odisea, XII, 130.
La fertilidad de esta isla coincidía con el concepto de “feraz continente”,  (“eribólakos epeiroio”), señalado por Homero en el canto XIII, 235, cuando Odiseo preguntó a un joven ovejero, disfraz de Atenea, si esa tierra era una simple isla o un cabo de un continente fértil. A Homero le sorprendía esa fertilidad porque en otras regiones habrían sido simples taigas o tundras a la misma altura.

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