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lunes, 25 de noviembre de 2013
Corroboran que los mayas desmembraban a sus enemigos
La arqueología es a veces la notaria póstuma de actos atroces cometidos entre seres humanos en oscuras épocas del ayer. Así ha ocurrido ahora con una minuciosa investigación realizada por especialistas de México y Alemania a partir del hallazgo de una fosa común de 1.400 años de antigüedad en Uxul, México.
Durante los últimos cinco años, este grupo, integrado por científicos del Departamento de Antropología de América en la Universidad de Bonn en Alemania y el Instituto Nacional Mexicano de Antropología e Historia, ha estado excavando en la histórica ciudad maya de Uxul en Campeche, México, con el fin de investigar los orígenes y el declive de los estados regionales en las tierras bajas del territorio maya.
El proyecto encabezado por Nikolai Grube y Kai Delvendahl de la Universidad de Bonn, así como por Antonio Benavides del Instituto Nacional Mexicano de Antropología e Historia, ha realizado ahora un hallazgo sensacional: Estos expertos han descubierto y analizado los esqueletos de 24 personas en una caverna artificial de aproximadamente 32 metros cuadrados que había sido usada previamente como un depósito en el que almacenar agua.
El interior de la cueva durante las excavaciones. Tiradas por el suelo se aprecian algunas calaveras, mandíbulas inferiores y costillas. (Foto: Nicolaus Seefeld / Universidad de Bonn)
La presencia de ciertas marcas en los huesos, así como otros detalles, indican que los individuos enterrados en la caverna fueron decapitados y desmembrados hace alrededor de 1.400 años.
El arqueólogo Nicolaus Seefeld, que estudió el sofisticado sistema de abastecimiento de agua de Uxul, descubrió la escalofriante fosa común.
Todas las calaveras yacían esparcidas sin orden ni concierto dentro de la cueva, con independencia de las ubicaciones del resto de los esqueletos.
Otros detalles excluyeron la posibilidad de que esta fosa común fuera una fosa de traslado, en la cual los huesos de los difuntos son depositados después de haber sido extraídos de otra fosa. En el traslado es fácil que bastantes huesos puedan desprenderse y acaben mezclados con los de otros difuntos.
Según las conclusiones alcanzadas por los científicos, el patrón espacial de los huesos indica que los cuerpos de las 24 personas fueron decapitados y desmembrados. La mayoría muestra evidencias inequívocas de muerte violenta.
Las marcas de hacha observadas en las vertebras cervicales de los difuntos son una prueba contundente de decapitación.
La frente de otro cráneo muestra una fractura no curada, probablemente causada por un golpe asestado con un garrote. Además, numerosas calaveras muestran signos de cortes que pudieron originarse por hachazos propinados mediante hachas de piedra.
Debido a que estaban cubiertos con arcilla, los huesos se han preservado tan bien que ha sido posible distinguir la edad y el sexo de 15 de los 24 individuos. Estos eran 13 hombres y dos mujeres cuyas edades al morir iban de los 18 a los 42 años. Los análisis de los dientes y de los huesos revelan además que varios de los fallecidos sufrían de desnutrición y que habían perdido varias piezas dentales por caries.
Algunos de los individuos tenían piezas de jade a modo de implantes dentales. Los científicos interpretan esto como un signo de alto estatus social. Sin embargo, los arqueólogos de la Universidad de Bonn no saben todavía si se trataba de prisioneros de guerra de otra ciudad maya que fueron sacrificados en Uxul, o de nobles de la propia Uxul. Sólo en un estudio futuro, con la ayuda de análisis por isótopos, será posible clarificar si los difuntos eran miembros de la población local o por el contrario provenían de otra región de las tierras bajas.
Fuente: noticiasdelaciencia
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