Una de las principales características de las más importantes ciudades de la Antigüedad en los reinos helenísticos, primero, y en los territorios romanos de Oriente, después, son las grandes avenidas columnadas. También existieron en la propia Roma y otras ciudades europeas, pero los ejemplos orientales suelen ser de mayores dimensiones y, muchas de ellas, se conservan en mejor estado.
La mayor de todas, y posiblemente también la primera en construirse, fue la que flanqueaba el cardo de Antioquía, que tenía unos 2.275 metros de longitud, esto es, algo más de 2 kilómetros. Pero de ella apenas queda nada.
De las tres mejor conservadas, las de Éfeso, Palmira y Apamea, quizá sea esta última la que hoy en día posee mayor espectacularidad, puesto que aun permanecen en pie muchas de sus columnas.
Apamea (Afamia en árabe) es el yacimiento arqueológico de una ciudad situada en el valle del río Orontes, al noroeste de la actual Siria, a la que Alejandro Magno llamó Pella. En el año 300 a.C. Seleuco I Nicátor, el último de los diádocos, la reconstruyó, ensanchó y fortificó, poniéndole el nombre de su esposa Apama.
Ya entonces se construyó una avenida columnada, la cual quedó prácticamente destruida en el año 115. El 13 de diciembre de ese año un terremoto de magnitud 7,5 y de intensidad XI (extremo) en la escala de Mercalli, sacudió la cercana ciudad de Antioquía y su región circundante. Apamea y otras ciudades quedaron completamente destruidas.
La Gran Columnata de Apamea / foto Bernard Gagnon en Wikimedia Commons
Trajano ordenó la reconstrucción inmediata, comenzando por la imponente columnata, cuyos trabajos se extendieron a lo largo de todo el siglo II. La avenida está orientada sobre el eje norte-sur de la ciudad, siguiendo el cardo máximo. Desde la puerta norte de la ciudad, la columnata se extendía unos 2 kilómetros en línea recta hasta la puerta sur.
Tras unos 1.500 metros de recorrido, la cruzaba el otro eje principal de la ciudad, el decumano, intersección marcada por dos arcos triples. En torno a la avenida columnada se disponían los principales edificios de la ciudad: baños, ágora, ninfeo, basílica y el Templo de Tique (personificación de la fortuna y la casualidad).
Columnas con decoración de espirales acanaladas / foto Bernard Gagnon en Wikimedia Commons
La calle interior tenía 20,79 metros de anchura y se pavimentaba con grandes piedras poligonales. Las columnatas laterales tenían 6,15 metros de ancho durante todo el recorrido, con columnas de 9 metros de altura y casi un metro de diámetro, levantadas sobre basas cuadradas de medio metro de altura y 1,24 metros de lado. Los diferentes motivos decorativos de las columnas se atribuyen a diferentes períodos constructivos, los más planos a la época de Trajano y las espirales acanaladas a la de Antonino Pío. Los pórticos bajo la columnata estaban decorados con grandes mosaicos.
Algunos autores opinan que la monumentalidad de la avenida columnada se veía interrumpida por la disposición de tiendas y tenderetes en los espacios entre las columnas, que en muchas ocasiones se extendían hasta el pavimento mismo de la calle. Quizá por ello en tiempos de Justiniano se restauraron algunas partes de la columnata, y se redujo la calle interior a 12 metros añadiendo una acera de unos 4 metros de ancho a cada lado. En cualquier caso, siguió siendo una de las mayores avenidas columnadas del mundo romano. Y además, es uno de los pocos sitios donde se ha conservado una fila de ventanas sobre las puertas de las tiendas, típicas de los mercados romanos.
La ciudad llegó a tener una población de hasta 500.000 habitantes, según recoge la estela funeraria de Quintus Aemilius Secundus, que llevó a cabo el censo en el año 6 d.C. Destruída por el rey sasánida Cosroes I en el siglo VI, la ciudad sería reconstruida en parte tras la conquista musulmana de Siria en 638. Su fin definitivo llegaría a causa de otro terremoto, en 1152.
Curiosamente los griegos denominaban a Apamea kibôtos, que significa baúl de dinero, cofre, posiblemente por su abundante riqueza. Como en griego esta palabra también significaba arca, a partir del siglo III la ciudad empezó a acuñar moneda con la imagen del arca de Noé. Parece ser que los cristianos de Apamea sostenían que este era el lugar donde se había posado el Arca de Noé, en el relato bíblico de diluvio universal.
Reproducción de la Gran Columnata de Apamea en el Musée du Cinquantenaire de Bruselas / foto Michel Wal en Wikimedia Commons
Una reproducción de una sección de la columnata de Apamea tal y como debió ser en su máximo esplendor, puede verse en Musée du Cinquantenaire de Bruselas.
Según Ross Burns, la columnata de Apamea es el ejemplo sobreviviente más espectacular de eje columnado así como una de las avenidas más prestigiosas de la arquitectura mundial. Y supera a todas las otras en tres aspectos: sus dimensiones, su linealidad, y la extraordinaria proporción de sus columnas supervivientes.
Otra vista de la Gran Columnata de Apamea / foto James Gordon en Wikimedia Commons
Por Guillermo Carvajal
Fuentes...
The Afterlife of the Roman City (Hendrik W. Dey) / Roman Syria and the Near East (Kevin Butcher) / The Byzantine Shops at Sardis (J. Stephens Crawford) / Origins of the Colonnaded Streets in the Cities of the Roman East (Ross Burns) / Wikipedia.
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