Eliseo Gil, principal implicado, se enfrenta a cinco años por estafa y daños al patrimonio
Lo catalogaron de «extraordinario hallazgo», y estaba destinado a revolucionar lo que se sabía acerca no solo de la lengua vasca, sino también del cristianismo. El tesoro, que aguardaba ser recuperado en el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia, era suculento: cientos de piezas datadas de los siglos III, IV y IV con inscripciones en euskera, jeroglíficos, y las más antiguas representaciones de Jesús de Nazaret en la cruz. Hoy, los principales promotores de la empresa, con Eliseo Gil Zubillaga a la cabeza, aguardan el inicio del juicio en el que se valorará si fueron autores de uno de los mayores fraudes de la historia de la arqueología española. Un proceso que se iniciará el próximo 3 de febrero en el juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria.
Han pasado 11 años desde que se anunció el éxito de la excavación realizada en el yacimiento alavés de Iruña-Veleia, popular por los vestigios que alberga de la época romana. Los hallazgos se produjeron bajo la gestión de la empresa Lurmen S.L., de la que era administrador Gil. Concretamente, los arqueólogos descubrieron supuestamente unos grafitos escritos en cerámicas anteriores al año 500 d.C. Se presentaron como piezas de «trascendencia mundial», dado que no solo adelantaban hasta el siglo III la aparición del euskera –600 años antes de los primeros vocablos de los que se tienen constancia–, sino que presentaban la imagen más antigua conocida de la muerte de Jesús. Había, además, cientos de piezas con representaciones de personajes mitológicos y jeroglíficos, así como inscripciones en griego o latín.
La gesta de Gil y su equipo se resquebrajó apenas dos años después, cuando la Diputación de Álava, que es además propietaria del yacimiento, encargó una investigación a una comisión de científicos y especialistas para comprobar la autenticidad de las piezas y acabar con las incipientes sospechas de fraude.
Para los expertos existían pruebas bastante claras de la falsificación, como el hecho de que aparecieran referencias a «Octavio Augusto» cuando en la época se citaba únicamente a «Augusto». Además, incluían signos de puntuación como comas, comillas o signos de equivalencia que no surgieron hasta la Edad Media. Finalmente, el equipo de especialistas dictaminó que las escrituras y representaciones eran falsas, posición en la que convinieron en un estudio posterior peritos de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales y del Instituto del Patrimonio Cultural de España.
Desperfectos
Para entonces, Lurmen había recibido una suculenta inversión de 3,7 millones de euros procedentes del Gobierno vasco, aunque este hecho ha quedado fuera de la causa. Por el contrario, la Fiscalía recrimina a Gil y a sus principales colaboradores los «desperfectos» que supuestamente causaron en 476 piezas halladas en el yacimiento de Iruña-Veleia con el objeto de dotarlas de un «pretendido valor histórico-cultural-religioso que no tenían». En este sentido, el Ministerio Público defiende que rayaron la superficie de los materiales para realizar «inscripciones excepcionales, deteriorando así de forma irreversible piezas tardo-romanas auténticas».
El principal acusado en el juicio que se iniciará el próximo febrero es el propio Eliseo Gil, que en todo momento ha defendido su inocencia. Para él, la Fiscalía de Álava pide cinco años y medio de cárcel por un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa. La Diputación, que también ejerce como acusación, eleva la pena a siete años y medio. En el banquillo se sientan además dos de sus colaboradores más cercanos: Óscar Escribano y Rubén Cerdán, para los que reclaman respectivamente cinco años y medio y dos años y medio de prisión.
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