Los banquetes funerarios se convirtieron desde muy pronto en una necesidad obligada del ceremonial de enterramiento egipcio. Tras celebrarse la inhumación, los parientes y deudos del difunto se juntaban, probablemente en el patio de su tumba, para celebrar un banquete cuya «energía positiva» -por así llamarla-, iba a fortalecer al difunto para facilitar su renacimiento en el más allá.
La escena se representa sobre todo en las tumbas del Reino Nuevo, donde pasó a formar parte de los elementos habituales de la decoración. De hecho se conocen los restos de alguno de estos banquetes, como pueda ser el del celebrado tras inhumar a Tutankhamón. Sus restos fueron enterrados en lo que se conoce como Pit 54, relativamente cercano a la entrada de la tumba (KV62) y en cuyo interior había grandes jarras de cerámica, lino, saquitos de natrón, vendas, copas, huesos de animal y collares florales.
Recientemente, parece haberse identificado en el cementerio de Hieracómpolis (HK11C) una cocina dedicada a proporcionar los alimentos que se consumían en este tipo de banquetes cuando se enterraba a alguien en el cercano cementerio de la élite predinástica de la ciudad.
No sólo esto, sino también plumas, mechones de pelo, restos de piel e incluso cuernos de mamífero. Una gran mayoría de ellos conmarcas de combustión, lo que indica claramente que fueron expuestos a grandes temperaturas, es decir, cocinados.Se trata de un edificio grande (9 × 7,5 m) con tres esquinas en ángulo recto y la cuarta redondeada donde sus excavadores encontraron, aunque la excavación continúa, una decena de hogares de entre 50 cm y un metro de diámetro. En torno a ellos aparecieron numerosos restos de animales, sobre todo de escamas y espinas de peces de gran tamaño (percas del Nilo de hasta metro y medio de longitud), así como abundantes restos de huesos de bóvidos.
Resulta interesante comprobar la amplia variedad de especies consumidas, entre ellas 13 de peces (en especial perca del Nilo), dos de reptiles, tres de aves y siete de mamíferos (incluidos un hipopótamo y varias gacelas, pero sobre todo bóvidos, cabras, ovejas y en menor cantidad cerdos, es decir, animales domésticos).
Estos huesos y espinas presentan una particularidad notable, la de pertenecer a las partes con menos carne de los animales. En el caso de los peces los restos que aparecen pertenecen sobre todo a la cabeza, con muy pocas vértebras; mientras que en el caso de los animales domésticos se trata de cráneos y los extremos de las patas.
La conclusión de todos estos indicios es bastante clara: en este edificio se cocinaban grandes cantidades de comida que luego eran consumidas en otro lugar. Dado que las partes menos apetitosas no se incluían en los platos podemos suponer que se trataba de comidas de un cierto relieve social.
Si a esto le sumamos que en las cercanía de esta cocina se encuentra una estructura similar dedicada a la fabricación de cerveza (¡325 litros de una tacada!) y la proximidad del cementerio de la élite HK6, lo más probable es que fuera allí donde se consumieran todas estas viandas y bebidas durante los banquetes de los diversos enterramientos.
El problema es que entre las tumbas y otras estructuras no se han encontrado restos de ese consumo, que por tanto quizá se realizara en una zona concreta del cementerio todavía no excavada... o quizá fuera que los restos eran cuidadosamente limpiados y enterrados en otro lugar. Las excavaciones continúan y la nueva campaña, próxima a empezar, puede tener la clave.
Vía: El Mundo
articulo publicado en-http://antrophistoria.blogspot.com.es/2015/01/viaje-la-eternidad-los-banquetes.html-
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