viernes, 6 de enero de 2023

Las Enigmáticas Esferas de Piedra de Costa Rica

 


Las Esferas de Piedra de Costa Rica son singulares monolitos. Por ahora se han contado más de 500 esferas de tamaños que oscilan entre los 30 cm y los 257 cm ypor ende, sus pesos van desde unos pocos kilos hasta superar las 16 toneladas. Además se caracterizan por la perfección de su acabado, y algunas cuentan con sofisticados petroglifos, en alto y bajo relieve. Los arqueólogos no han podido datar cuándo fueron talladas, de qué manera se esculpieron, ni cómo fueron trasportadas hasta, incluso, una isla.

En el año 2014, la Unesco nombró al conjunto de asentamientos cacicales precolombinos con esferas de piedra ubicados en Costa RicaPatrimonio de la Humanidad. Las conocidas coloquialmente como bolas de Costa Rica son únicas en el mundo y se hallan situadas principalmente al sur de Costa Rica, en la llanura del delta del río Diquís, en la península de Osa y en la Isla del Caño. Misteriosas, perfectas, incomprensibles, hermosas… Son infinitos los calificativos con que podemos describirlas. Tantos como los misterios que parecen rodearlas.

Historia del Descubrimiento

Las primeras esferas fueron descubiertas en el año 1939, cuando la compañía estadounidense "United Fruit Company" inició la siembra de miles de hectáreas de plataneras. Pero los trabajos de "limpieza del bosque" muy pronto se vieron ralentizados ante la presencia de unas extrañas rocas redondas de granito, de muy diversos tamaños y volúmenes.

Situación geográfica del delta del río Diquís, lugar en el que se descubrieron las esferas de piedra. (A. Egitto/CC BY-SA 3.0)

Situación geográfica del delta del río Diquís, lugar en el que se descubrieron las esferas de piedra. (A. Egitto/CC BY-SA 3.0)

Los peones informaron del problema a su patrón, George P. Chittenden -quien trabajaba como explorador y compraba tierras en el Delta del Diquís. Chittenden ordenó retirar las esferas que podían ser movidas mediante palancas y empujadas por tractores. Pero no le quedó más remedio que esperar a la llegada de maquinaria especializada para desalojar las más pesadas.

Chittenden informó del hallazgo a su compatriota, la arqueóloga Doris Zemurray Stone, quien le suplicó  que no tocara más esferas hasta que pudiera analizarlas, pero la gran mayoría ya habían sido movidas. La arqueóloga llegó a las fincas en abril de 1940, iniciando una serie de primeros estudios, pero le fue imposible obtener una datación coherente de las esferas, ni esclarecer su posible origen. Tampoco logró hallar evidencias arqueológicas que justificaran la perfección de su manufactura.  

La investigadora observó muchos grupos de esferas y averiguó que originalmente estaban acompañadas por grandes estatuas de piedra que representaban figuras animales y humanas. Hoy los astrofísicos que estudian los equinoccios, solsticios y los alineamientos de las esferas lamentan la perdida de la posición exacta de aquellas inmensas estatuas, pues con ellas se perdió la observación de las sombras reflejadas por el sol en su trayectoria y su posible utilidad como calendario astronómico. Además, la doctora Stone fue la primera en percatarse de que en toda la zona del Diquís, no existen canteras del material utilizado en la fabricación de las esferas.

Por ahora se han contado más de 500 esferas de tamaños que oscilan entre los 30 cm y los 257cm y con pesos que van desde unos pocos kilos hasta superar las 16 toneladas. Además se caracterizan por la perfección de su acabado, y algunas cuentan con sofisticados petroglifos, en alto y bajo relieve, como los que aparecen en la foto. Los arqueólogos no han podido datar cuándo fueron talladas, de qué manera las esculpieron ni cómo fueron trasportadas hasta, incluso, una isla. (Axxis10/CC BY-SA 3.0)

Por ahora se han contado más de 500 esferas de tamaños que oscilan entre los 30 cm y los 257cm y con pesos que van desde unos pocos kilos hasta superar las 16 toneladas. Además se caracterizan por la perfección de su acabado, y algunas cuentan con sofisticados petroglifos, en alto y bajo relieve, como los que aparecen en la foto. Los arqueólogos no han podido datar cuándo fueron talladas, de qué manera las esculpieron ni cómo fueron trasportadas hasta, incluso, una isla. (Axxis10/CC BY-SA 3.0)

En 1943, la Dra. Stone publicó sus conclusiones. En agradecimiento al funcionario de la compañía platanera, registró a George P. Chittenden como descubridor de las gigantescas esferas de piedra en el Delta del Diquís.  

Años después, en 1948, el reconocido arqueólogo Samuel K. Lothrop, experto en civilizaciones indígenas americanas, fue invitado por la Doctora Stone a visitar el Delta del Diquís. Lothrop quedó fascinado por la riqueza arqueológica del lugar e inició su exhaustiva investigación.  

El trabajo de ambos les llevó a la conclusión de que no existe registro pétreo alguno, en ningún otro lugar del mundo, similar a las esferas costarricenses. Entre las características que las convierten en únicas destacaron la extraordinaria cantidad producida, su gran tamaño y perfección, el fino acabado de sus superficies y la existencia de conjuntos de esferas que forman alineaciones o figuras geométricas.

Alineación de esferas en uno de los jardines del Museo Nacional de Costa Rica. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

Alineación de esferas en uno de los jardines del Museo Nacional de Costa Rica. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

El Delta del Diquís

La zona costera y las islas cercanas al Delta fueron un importante centro de intercambio cultural y comercial precolombino. Los suelos del Delta eran fértiles para la agricultura, con abundante variedad de flora y fauna. Además, los más ricos yacimientos de oro de todo el país se encuentran en las franjas aledañas al Diquís. El Delta del Diquís, por tanto, constituyó un importante centro de producción. Un lugar en el que convergían ideas, intercambios comerciales y conocimientos. Una región en la que se desarrollaron extensas poblaciones humanas, organizadas bajo el dominio de un poder central, constituido por reyes y sacerdotes.

Los aborígenes del Diquís alcanzaron un alto nivel productivo posibilitando la acumulación de excedentes y, con ello, la aparición de un extenso gremio de artesanos, altamente especializados, mostrando gran riqueza en la forma de sus creaciones y un dominio sorprendente de las técnicas. Algo que evidencian los objetos de oro, la alfarería y la escultura en piedra encontrados en las milenarias llanuras del Diquís. Además, la gran cantidad de montículos empedrados, plazas públicas, calzadas y cementerios, dan también fe de la existencia de grandes y prolongados asentamientos humanos en esta hermosa región.

Tal y como la arqueología nos ha enseñado, el Delta del Diquís albergó una desarrollada cultura, estructurada con una compleja organización política, religiosa, económica y social. Una nación avanzada, capaz de organizar, consolidar y hacer funcionar de manera efectiva su pequeño reino. Pero, lamentablemente, esta espléndida zona arqueológica ha sufrido intensos saqueos, además de haberse visto ocupada por compañías extranjeras y multinacionales desde hace casi un siglo: toda tumba en la región fue profanada y saqueada, yendo a parar los restos mortales de antiguos reyes y poderosos sacerdotes junto a los escombros y desbrozos de la jungla.

Los aborígenes del Diquís alcanzaron un alto nivel productivo posibilitando la acumulación de excedentes y la aparición de un extenso gremio de artesanos, altamente especializados, algo que evidencian los objetos de oro encontrados en la zona. Museo del Oro Precolombino, San José de Costa Rica. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

Los aborígenes del Diquís alcanzaron un alto nivel productivo posibilitando la acumulación de excedentes y la aparición de un extenso gremio de artesanos, altamente especializados, algo que evidencian los objetos de oro encontrados en la zona. Museo del Oro Precolombino, San José de Costa Rica. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

Todo lo anterior provocó la pérdida irreparable de información arqueológica de suma importancia: si bien se han encontrado y recuperado gran cantidad de piezas, su estudio se ve limitado por culpa de la destrucción del contexto en el que se hallaban originalmente.  

¿Quién o quiénes las tallaron?

Antropológicamente hablando, desconocemos el nombre específico de la civilización que creó las esferas, pero gracias a las continuas investigaciones, hoy podemos asegurar que fueron esculpidas por una cultura amerindia, instalada y desarrollada en el Delta del Diquís, desde tiempos inmemoriales.

Un grupo humano, altamente organizado, cuyos monumentos fueron realizados por medio de las ancestrales técnicas de picado y pulido de la roca. Pero es que, además, debieron contar con una tecnología sin precedentes en el mundo antiguo así como con sofisticados conocimientos de transporte, precisión matemática e ingeniería.

La producción de esferas se llevó a cabo, de manera constante, durante alrededor de un milenio, lo que también demuestra que sus creadores mantuvieron el control de sus territorios durante, al menos, todo ese tiempo.

Las esferas del Delta del Diquís son un claro reflejo del gran desarrollo conseguido por la civilización que las esculpió. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

Las esferas del Delta del Diquís son un claro reflejo del gran desarrollo conseguido por la civilización que las esculpió. (Rodtico21/CC BY-SA 3.0)

Su asombrosa esfericidad y la gloriosa manifestación de su pasado, evocan incógnitas similares a las planteadas por las pirámides mayas y aztecas, las gigantescas cabezas de la isla de Pascua o los monumentos olmecas.         

Sin duda alguna, las esferas halladas en Costa Rica constituyen una de las muestras más impresionantes y particulares de las representaciones en piedra de toda la América precolombina.

Una cultura consagrada al culto a la esfera

Aunque la idea de la esfera fue concebida por diversas culturas prehispánicas en el continente americano, lo cierto es que sólo se desarrolló como un concepto escultórico de proporciones monumentales en el Delta del Diquís. A diferencia de otras civilizaciones de la América indígena, aquí se pretende representar en la piedra el concepto abstracto de la esfericidad.

Esfera de piedra precolombina en el interior de otra esfera de vidrio y acero inoxidable ubicada en la entrada del Museo Nacional de Costa Rica, como símbolo permanente de la identidad nacional. (Axxis10/CC BY-SA 3.0)

Esfera de piedra precolombina en el interior de otra esfera de vidrio y acero inoxidable ubicada en la entrada del Museo Nacional de Costa Rica, como símbolo permanente de la identidad nacional. (Axxis10/CC BY-SA 3.0)

Las manifestaciones artísticas de otras culturas amerindias, giran en torno al mundo de los sentidos, con modelos animales, vegetales o humanos. Sin embargo, las esferas del Diquís rompen con este paradigma, incorporando el culto a lo esférico.

Por tanto, tal y como expone en sus numerosos estudios acerca de este tema, el incansable investigador Alberto Sibaja:

“Lo realmente admirable de los prehistóricos hacedores de esferas del Delta del Diquís, no son las esculturas redondas en sí mismas, (las cuales lograron con tan prodigiosa maestría), sino más bien el cómo, bajo cuál atmósfera cultural y con qué instrumentos sociales y de trabajo las realizaron. Y ante todo, cómo fue posible que estos amerindios del neolítico, desarrollaran hace más de dos mil años el tan abstracto concepto de la esfericidad, mismo que no lograron las grandes civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, Siria, Grecia, Roma, etc.”







Autor: Mariló T. A.

https://www.ancient-origins.es/noticias-general-lugares-antiguos-americas/las-enigm%C3%A1ticas-esferas-piedra-costa-rica-002983

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