El paradigma imperante de la ciencia es que la sociedad actual es la cúspide y pináculo de una evolución progresiva e ininterrumpida de la humanidad. Bajo este modelo, la evolución de la humanidad es un proceso continuo y gradual que va desde el primitivo hombre de las cavernas, pasando por el desarrollo de la agricultura y la domesticación de los animales, luego sigue con los griegos, romanos, la Edad Media, la Ilustración, los inicios de la ciencia, y desemboca finalmente en nuestra altamente tecnologizada civilización actual.
Pero en base a la cada vez más abundante evidencia de paralelismos arquitectónicos, similitudes inexplicables en su mitología y simbología en común entre diversas culturas de todo el mundo, existe una corriente alternativa que sugiere que en un pasado remoto, ya borrado de la memoria de la humanidad, ha existido una civilización, una suerte de “Cultura Madre” que ha volcado sus conocimientos a todas estas culturas.
Dicha “Cultura Madre” – llámese Atlántida, Mu, Lemuria, etc. – habría desarrollado un vasto acervo de conocimientos sobre el hombre y el cosmos, los cuales habrían sido luego transmitidos (de alguna manera) a las primeras civilizaciones reconocidas por la historia: Sumer, Egipto, Indo, México, China.
La gran cantidad de similitudes compartidas por estas primeras culturas, reflejadas en su arquitectura, pirámides, esculturas, símbolos, deidades y leyendas, es la evidencia física y mitológica de su origen común. Pero a pesar de esta abrumadora evidencia, la ciencia oficial sigue afirmando que estas civilizaciones se desarrollaron independientemente unas de las otras.
Quien más ha investigado sobre este tema es Richard Cassaro.
Un video de Colin Wilson, filósofo y místico británico, sobre esta teoría alternativa:
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