domingo, 31 de mayo de 2020

El cráter del Sirente y la teoría que lo relaciona con la visión de Constantino antes de la Batalla del Puente Milvio



En la región italiana de los Abruzos, junto a los montes Apeninos y a unos 13 kilómetros de la localidad de Secinaro, hay un pequeño lago estacional (que se suele secar en los meses estivales) y cuyo origen es objeto de diferentes teorías, alguna de ellas apasionantes desde el punto de vista histórico. Sobre todo teniendo en cuenta que ninguna de ellas se ha podido probar y, por tanto, el verdadero origen del lago sigue siendo un pequeño misterio.
Es el cráter del Sirente, llamado así porque está situado en medio de un prado del monte del mismo nombre, la cima más alta de la región con 2.349 metros de altitud.
Su forma casi circular y sus dimensiones, unos 115 por 140 metros, hicieron que se interesara en él a finales de la década de 1990 el geólogo sueco Jens Ormö, un especialista en cráteres de impacto causados por meteoritos que trabaja en el Centro de Astrobiología CSIC-INTA de Madrid. Ormö aseguró que los rebordes del lago presentaban las protuberancias típicas resultado de la colisión de un bólido, esto es, un meteorito en llamas similar a una bola de fuego. Así que un equipo de la Escuela Internacional de Investigación de Ciencias Planetarias de Pescara realizó un estudio detallado del lugar.
Sus conclusiones fueron que, efectivamente, el cráter se había formado por el impacto de un meteorito de unos 10 metros de diámetro que se estrelló produciendo una explosión de cerca de un kilotón, creando una nube y ondas de choque.
Sin embargo, otros investigadores creen que el cráter y el lago tienen un origen antropogénico, creado por el hombre mediante su excavación, probablemente para obtener agua para el ganado.
Ninguna de las teorías (hay también otra que dice que tendría un origen volcánico) ha podido ser demostrada hasta ahora. De hecho, las autoridades de la región de los Abruzos prohibieron en 2010 la continuación de las investigaciones, cuando los expertos propusieron la excavación de un túnel por debajo del lago, lo que podría haber confirmado o refutado su origen meteórico.
Lo que sí se ha podido comprobar, gracias al examen de muestras del suelo bajo la corona del cráter y su datación por radiocarbono, es que su formación (o creación) tuvo lugar alrededor del año 412 d.C. (con un margen de error de más/menos 40 años).
En esa época el lugar pertenecía al municipium romano de Superaequum dentro de la Regio IV Augustea. Se sabe que la zona fue abandonada en algún momento de los siglos IV-V d.C. debido a un acontecimiento catastrófico. Hasta que Ormö apuntó la teoría del impacto, la única explicación posible para ese abandono era un gran terremoto que habría devastado varias localidades de la región entre 346 y 375 d.C. No obstante, los últimos estudios geológicos sobre la falla sísmica que delimita el valle excluyen su activación en época imperial.
En 2003 un estudio publicado en la revista Antiquity recogía una tradición oral de los Abruzos, que narraba la conversión al cristianismo de la región, datada más o menos en la misma época del impacto:
Fue por la tarde… un alboroto golpeó la montaña y descuartizó los robles gigantes anunciando la llegada violenta de la Diosa. Un calor repentino e intenso abrumó a la gente y un grito resonó por todas partes, dividiendo el aire con su estela de violencia … De repente, allí, a lo lejos, en el cielo, una nueva estrella, nunca antes vista, más grande que las otras, se acercó cada vez más, apareció y desapareció detrás de la cima de las montañas orientales. Los ojos de la gente miraban la extraña luz que se hacía cada vez más grande. Pronto la estrella brilló tan grande como un nuevo sol. Una luz irresistible y deslumbrante impregnó el cielo. Las hojas de roble se estremecieron, se descoloraron y se enroscaron. El bosque perdió su savia.
 

Una descripción que encaja bastante bien con el impacto de un meteorito envuelto en llamas. Pero hay más, porque a la vista de esta posible relación algunos historiadores recuerdan que el 28 de octubre del año 312 d.C. tuvo lugar la Batalla del Puente Milvio en Roma entre los ejércitos de Majencio y Constantino. Y según Eusebio de Cesarea en su Vida de Constantino, la obra que estaba escribiendo a su muerte en el año 339 d.C. y que nunca llegó a terminar:

Y mientras rezaba así con ferviente súplica, se le apareció una señal maravillosa del cielo, cuyo relato hubiera sido difícil de creer si hubiera sido relatado por cualquier otra persona. Pero como el propio emperador victorioso lo declaró mucho tiempo después al escritor de esta historia, cuando fue honrado con su conocimiento y sociedad, y confirmó su declaración con un juramento, ¿quién podría dudar en acreditar la relación, sobre todo porque el testimonio del tiempo posterior ha establecido su verdad? Dijo que hacia el mediodía, cuando el día ya empezaba a declinar, vio con sus propios ojos el trofeo de una cruz de luz en los cielos, sobre el sol, y que llevaba la inscripción, Conquistarás por esto. Al ver esto, él mismo quedó asombrado, y todo su ejército, que le siguió en esta expedición, fue testigo del milagro…



Algunos historiadores opinan que lo que Constantino vio en el cielo aquel día, y que supuestamente le hizo convertirse al cristianismo, no fue sino el meteorito que produjo el cráter del Sirente. Según un artículo publicado en 2003 por Ormö y otros investigadores, los días que precedieron a aquella batalla el ejército de Constantino estaba acampado a apenas 100 kilómetros del mismísimo lugar del impacto.
Otros, por el contrario, piensan que lo que Constantino vio fue en realidad un fenómeno óptico denominado parhelio, producido por la refracción de la luz y la presencia de partículas de hielo en las nubes. El primer parhelio documentado data del 20 de abril de 1535 en Estocolmo, unos 1200 años después de la visión imperial.
En su estudio de 2007 Werner Mayer, Ferran Claudin y Word Ernstson señalaban que, aunque los datos sísmicos del cráter del Sirente apoyan la interpretación del impacto del meteorito, no se han encontrado huellas geoquímicas, metamorfismo de choque u otras características asociadas a un impacto de este tipo, y por ello no se pueden excluir otras hipótesis.
Es más, el cráter del Sirente no es más que el cráter principal de todo un área de aproximadamente 1 kilómetro cuadrado, en la que hay hasta otros 30 cráteres menores.



Por ...Guillermo Carvajal
Fuentes: Ori, G.G, Rossi, A.P, Komatsu G, Ormö, J, Rainone, M, Signanini, P, Torrese, P, Sammartino, P, Madonna, R, Baliva, A, Di Achille, G, Seismic data from the main crater of the proposed Sirente meteorite crater field (central Italy), Lunar and Planetary Science, XXXVIII, 2007 / Speranza, F.; I. Nicolosi; N. Ricchetti; G. Etiope; P. Rochette; L. Sagnotti; R. De Ritis; M. Chiappini (2009-03-20). The «Sirente crater field, Italy, revisited». Journal of Geophysical Research. American Geophysical Union. 114 (B3): B03103. Bibcode:2009JGRB..114.3103S. doi:10.1029/2008JB005759 / Santilli, R.; Jens. Ormö; Angelo. Pio Rossi; Goro. Komatsu (2003). A catastrophe remembered: a meteorite impact of the fifth century AD in the Abruzzo, central Italy. Antiquity. 77 (296): 313–320. doi:10.1017/S0003598X00092292 / Werner Mayer, Ferran Claudin & Kord Ernstson, The Sirente craters (Italy): On the possible origin of geomagnetic anomalies (Ormö et al. 2007) / Wikipedia.



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