domingo, 23 de febrero de 2020

El calendario europeo más antiguo conocido está basado en la constelación de Orión

Portada - Cinturón de Orión (Public Domain) y vasija cerámica Vučedol (oocities.org)

A finales de los años 70 del siglo XX, durante la construcción de un refugio atómico, fue descubierta una antigua vasija hecha pedazos entre los escombros. Los arqueólogos de entonces quedaron muy perplejos ante los extraños dibujos geométricos que se observaban en esta pieza cerámica, datada en torno al año 2600 a. C., hasta que el Dr. Aleksandar Durman finalmente descifró su código: se trataba de un calendario. Aunque, a diferencia de los calendarios egipcios o sumerios de la misma época, este calendario europeo no estaba basado en el sol o en la luna, sino más bien en las estrellas. En el centro de las constelaciones trazadas sobre su superficie se encontraba la que recibe el nombre del noble cazador de la mitología griega: Orión.
Esta pieza cerámica fue desenterrada el 21 de marzo del año 1978, en el transcurso de la construcción del que es ahora el Hotel Slavonija de Vinkovci, Croacia. Los arqueólogos reconocieron rápidamente el hallazgo como perteneciente a la antigua cultura Vučedol, que se desarrolló en las márgenes occidentales del Danubio entre los años 3000 a. C. y 2200 a. C. Sin embargo, aunque los investigadores sabían que la pieza pertenecía al pueblo Vučedol, sus dibujos no fueron descifrados hasta décadas más tarde.
Mapa del área de influencia de la cultura Vučedol. (Public Domain)
Mapa del área de influencia de la cultura Vučedol. (Public Domain)
La cultura Vučedol era contemporánea de la incipiente Troya, el Imperio Antiguo de Egipto y el imperio sumerio de Mesopotamia. A diferencia de estas civilizaciones, los Vučedol eran de origen indoeuropeo, y por lo tanto no adoraban a la luna. Era el sol el astro al que los Vučedol rendían culto, aunque no pudiera ayudarles a comprender las estaciones siendo un pueblo que vivía en el paralelo 45. Como muchos ya sabrán, en el hemisferio norte el sol no nace y se pone en el mismo lugar a lo largo del año, como ocurre en el Ecuador. De este modo, los Vučedol tomaron como referencia en su lugar los precisos movimientos de las estrellas.
De suma importancia era Orión, una constelación fácilmente reconocible por el ‘cinturón’ del mítico cazador, constituido por tres brillantes estrellas que forman una línea recta. En la región en que vivían los Vučedol, Orión se ocultaba en el horizonte cierto día del año para desaparecer durante todo el verano.
“En la época de la cultura Vučedol, el cinturón de Orión, que es la constelación invernal dominante, se ocultaba en el horizonte exactamente el 21 de marzo, marcando de este modo el equinoccio de primavera,” afirma el Dr. Aleksandar Durman. Los Vučedol observaron que Orión indicaba el comienzo de un nuevo año. A partir de esta sencilla constatación, fueron capaces de construir un calendario completo para todo el año.
La constelación de Orión a simple vista (CC BY-SA 3.0)
La constelación de Orión a simple vista (CC BY-SA 3.0)
Este calendario Vučedol puede observarse en la vasija hallada en el año 1978. Sus dibujos decorativos están divididos en cuatro hileras, una para cada estación. La hilera inferior, cercana al fondo de la vasija, representa la primavera. La pieza cerámica está rota, de modo que no pueden verse todos los cuadrantes de cada una de las hileras, pero los dibujos que se conservan de la primera franja representan al sol y al cinturón de Orión.
La segunda hilera representa el verano. En los cuadrantes de esta franja aparecen las constelaciones de las Pléyades, el Cisne y Casiopea: constelaciones igualmente importantes que fueron también utilizadas por los griegos para determinar los movimientos celestes. Casiopea en particular resulta útil para llevar la cuenta del paso del tiempo a lo largo del año. Durante el verano, sus cinco estrellas forman una ‘W’. A medida que el año progresa, la W gira hasta que, cuando llega el invierno, las cinco estrellas adoptan la posición de una ‘M’. En la leyenda griega, Casiopea está encadenada a su trono y condenada a girar eternamente en el cielo porque había afirmado que su hija era más bella que las Nereidas.
La tercera franja representa el otoño. Los cuadrantes de esta hilera nos muestran las Pléyades, Géminis y Pegaso/Piscis. Finalmente, la franja superior es la del invierno. Aquí podemos observar el símbolo de Casiopea girado 180 grados, así como a Pegaso/Piscis, las Pléyades, Géminis y el regreso de la constelación dominante de invierno, Orión.
Vista tridimensional de una pieza cerámica Vučedol
Aunque no podemos estar seguros de cuáles eran algunos de los dibujos de la vasija, al encontrarse incompleta, los investigadores creen que cada hilera tenía en un principio 12 cuadrantes, lo que podría corresponderse con el número de semanas de cada estación.
La sociedad Vučedol estaba muy jerarquizada. Se han hallado evidencias de personajes de esta cultura, que aparentemente gozaban de una alta consideración, enterrados con joyas de oro. En un principio ganaderos, los Vučedol alcanzaron la maestría en la fundición del cobre hacia el año 3000 a. C. El trabajo con el cobre no solo aportaba beneficios económicos, sino que también estaba considerado poderosamente mágico. El escalafón superior de la cultura Vučedol era por tanto el de los artesanos del cobre, una casta dominada por los chamanes. Se creía antiguamente que estos chamanes-artesanos podían alcanzar el corazón de la tierra y extraer de él su esencia vital: el cobre.
Además, el chamán artesano era capaz de manipular el mineral por medio de procesos naturales a fin de alterar su naturaleza para que prestara un mejor servicio al ser humano. Debemos tener en mente que la fundición del cobre no es tarea fácil. El chamán-artesano sabía cómo evitar las emanaciones de gas venenoso, arsénico, inherentes a la fundición del cobre. Con el tiempo, el chamán-artesano acababa perdiendo su capacidad de coordinar los movimientos corporales, ya que el arsénico, cuya inhalación nunca podían evitar por completo, le mataba lentamente. En la cultura Vučedol, cada individuo nacía con una casta y una profesión que le acompañaba hasta su muerte.







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