sábado, 18 de enero de 2020

La cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca, una extraña escultura de apariencia romana encontrada en un yacimiento de México

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El yacimiento arqueológico de Calixtlahuaca está situado en la falda de un cerro junto a la actual Toluca, en México. La ciudad, en la que se han excavado numerosos edificios, templos y otras estructuras, fue originalmente construida por la cultura matlatzinca con el nombre de Tecaxic.

 Los mexicas la conquistaron durante el reinado de Axayácatl, destruyéndola y levantando sobre ella una nueva ciudad, Calixtlahuaca.
Las investigaciones se iniciaron en la década de 1930, bajo la dirección del arqueólogo José García Payón, que sacó a la luz la gran mayoría de edificios, restaurándolos. Entre los hallazgos realizados por García Payón hay una escultura singular y controvertida, conocida como Cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca. Apareció en 1933 en un depósito de ofrendas o ajuar funerario encontrado bajo tres capas intactas de suelo de una estructura piramidal.


El conjunto de objetos encontrados junto a la cabeza incluía fragmentos de cerámica, piezas de oro, cobre, turquesa, cristal de roca, azabache y hueso, que se dataron entre 1476 y 1510 d.C. Sin embargo la cabeza, que parecía formar parte de una figura más grande de la que no se hallaron restos, resultaba tener una extraña similitud estilística con los bustos romanos de la Antigüedad.

Pasó desapercibida hasta que en 1961 el antropólogo austríaco Robert Heine-Geldern examinó la figurilla y afirmó que debía ser helenístico-romana, datándola hacia el año 200 a.C. Nadie le hizo mucho caso y el asunto se olvidó hasta 1990.

En ese año un estudiante de arqueología llamado Romeo Hristov (hoy profesor de antropología en la Universidad de Nuevo México) la localizó en el Museo Nacional de Antropología de México. Junto con Santiago Genovés revisaría las circunstancias del descubrimiento así como la literatura relacionada con él. Ambos publicaron un estudio titulado Evidencias mesoamericanas de contactos transoceánicos precolombinos en 1999, donde por primera vez argumentaban la posibilidad del origen romano.


Citaban la opinión de Bernard Andreae, que en aquel momento era director del Instituto Arqueológico Alemán en Roma, según el cual la cabeza era sin lugar a dudas romana. Además, añadía, el examen estilístico nos dice con más precisión que es una obra romana de alrededor del siglo II d.C., y el peinado y la forma de la barba presentan las características típicas del período de los emperadores severianos (193-235 d.C.), exáctamente según la moda de la época. Y también el descubrimiento de otros objetos romanos en tierras americanas, como las monedas encontradas en 1963 durante la construcción de un puente sobre el río Ohio en Louisville1.

Las pruebas de termoluminiscencia llevadas a cabo en 1995 en el Max Planck Institut de Heidelberg no aclararon demasiado las cosas, ya que arrojaron un intervalo tan amplio (datando la cabeza entre el siglo IX a.C. y el XIII d.C.) que cualquier origen era posible. Según Peter Schaaf y Günther A.Wagner, que publicaron un comentario al trabajo de Hristov y Genovés en 1999 (Comments on “Mesoamerican Evidence Of Pre-Columbian Transoceanic Contacts” by Hristov And Genovés, in ancient Mesoamerica):

debido a problemas metodológicos, no fue posible realizar una determinación de la edad por termoluminiscencia. Sin embargo, fue posible calcular un rango de edad de 1270 d.C. a 870 a.C. para la cabeza. Esta edad resultante probablemente descarta una fecha de fabricación colonial, pero debido a su baja precisión ciertamente no puede ser usada como argumento sobre su origen, o incluso como evidencia de contactos transoceánicos precolombinos

El profesor de antropología de la Universidad de Arizona, Michael E. Smith, apunta cuatro posibilidades acerca de la cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca:
La primera es que se trata de un hoax. Efectivamente puede ser una escultura romana, pero colocada a propósito como una especie de broma. Según Smith un profesor de la Universidad de las Américas llamado John Paddock solía decir a sus alumnos que la cabeza había sido una broma concebida por Hugo Moedano, estudiante que participó en los trabajos arqueológicos. Sin embargo, no ha sido capaz de confirmar o desestimar esta historia, ya que todos sus protagonistas han fallecido.
Vista frontal de la cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca / foto Romeo Hristov
La segunda posibilidad es que, incluso cuando la cabeza tenga un origen romano, debió mezclarse con los objetos procedentes de la excavación en un momento posterior, por error. Se basa en el hecho de que el arqueólogo García Payón no tomaba notas exhaustivas de sus hallazgos, y que la colección de artefactos procedentes de Calixtlahuaca que hoy se puede ver en el Museo de Antropología de Toluca está plagada de cerámicas añadidas procedentes de otras excavaciones.
La tercera posibilidad es que la estatuilla, siendo igualmente romana, fuera introducida en Calixtlahuaca en los primeros tiempos de la conquista, algo que afirma ya se barajó cuando García Payón publicó sus descubrimientos en 1960.
Y por último, la cuarta posibilidad es que, efectivamente esta estatuilla romana llegara de algún modo y en algún momento del período precolombino hasta México, quizá a través de Asia. Aunque Smith afirma que duda seriamente de esta última opción, tampoco la descarta totalmente.


García Payón visitando Tecaxic-Calixtlahuaca décadas después de su descubrimiento / foto Michael E. Smith
Hristov y Genovés añaden que quizá los restos del naufragio de un barco fenicio o beréber llegaron hasta las orillas americanas, llevando consigo la figura.
A día de hoy ninguna de las hipótesis ha podido ser confirmada, ni se ha podido datar la figura con cierta precisión. Tampoco se ha publicado ningún análisis estilístico o comparativo con obras romanas del supuesto período al que podría pertenecer, principalmente porque pocos investigadores quieren arriesgarse a enfangarse en un asunto tan controvertido.













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