La Escalera de Jacob es el nombre con el que se conoce a la misteriosa escalera que aparece en un sueño del patriarca bíblico Jacob. Pero esta escalera ha acabado también por simbolizar el vínculo entre la Tierra y el Cielo (o el Cosmos), así como la historia de la humanidad, en la cual los diferentes escalones representarían los muchos reinos e imperios que han dominado el mundo a lo largo de los siglos.
El sueño de Jacob
El sueño de Jacob se produjo cuando éste huía de su hermano mellizo Esaú, que pretendía matarle. En su sueño, Jacob ve una escalera que conecta la tierra con los cielos. Según parece, Jacob ve a Dios al final de la escalera, además de ángeles subiendo y bajando por ella. El relato de la Escalera de Jacob se encuentra en el Libro del Génesis.
Según el Génesis, Jacob había robado a su hermano Esaú la primogenitura, es decir, el derecho a la herencia y la bendición de su padre Isaac. A consecuencia de este hecho, Esaú se enfureció con Jacob y decidió matarle. Jacob fue advertido de las malas intenciones de su hermano por Rebeca, madre de ambos. Ella le aconsejó que huyera y acudiera a la casa de su tío Labán, en Paddán Aram, hasta que se calmara la furia de Esaú. Jacob obedeció a su madre y partió en dirección a la casa de su tío.
‘Esaú vende su primogenitura’, óleo de Hendrick ter Brugghen pintado en torno al año 1627. (Public Domain)
En su huida, Jacob llega a ‘cierto lugar’ cuando el sol ya se ha puesto, y decide quedarse ahí para pasar la noche. Según algunas fuentes escritas, este lugar se convertiría en el emplazamiento del ‘futuro Monte del Templo de Jerusalén, donde también iba a ser sacrificado su padre, Isaac.” Jacob tomó una piedra en este lugar para utilizarla como almohada y se quedó dormido. Fue entonces cuando Jacob soñó con la escalera que conectaba cielo y tierra. Así lo describe el relato bíblico:
“Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.” (Génesis 28,12)
Dios habla entonces a Jacob desde la cima de la escalera:
Yo soy Yahveh, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra; y por tu descendencia. Mira que yo estoy contigo; te guardaré por doquiera que vayas y te devolveré a este solar. No, no te abandonaré hasta haber cumplido lo que te he dicho. (Génesis 28,13-15)
Cuando Jacob se despertó a la mañana siguiente, tomó la roca que había utilizado como almohada y la erigió como estela. Derramó aceite sobre ella y llamó al lugar Betel, aunque su nombre primitivo era Luz. Jacob realizó entonces un voto a Yahvé y continuó su camino.
Este pasaje ha sido interpretado de muy diversas maneras. Una de las más habituales es que la escalera representa la conexión existente entre la Tierra y el Cielo.
‘El sueño de Jacob’, ilustración de William Blake realizada en torno al año 1805, Museo Británico, Londres. (Public Domain)
Simbología de la escalera
Otra interpretación bastante conocida es que la escalera representa la historia de la humanidad. En este caso, los escalones que la forman simbolizarían la sucesión de reinos e imperios que han dominado el mundo desde el principio de los tiempos.
Ilustración de la Biblia de Lutero original (1534), en la que la escalera de Jacob aparece dibujada como una escalera de mano. (CC BY-SA 4.0)
Existe aún otra interpretación diferente según la cual la escalera se encontraba sobre la frontera de la nación de Israel y el resto del mundo. Los ángeles que habían acompañado a Jacob en el transcurso de su viaje por Israel se habrían visto obligados entonces a regresar a los cielos ascendiendo por la escalera. Para acompañar a Jacob en su travesía por el extranjero, aquellos ángeles cuyos dominios se encontraban fuera de Israel descendían entonces por la escalera. Existe además una interpretación algo más mística de la Escalera de Jacob en la que se propone que su significado podría simbolizar el ascenso interior destinado a alcanzar la elevación espiritual
El Tel (montículo) Beit Shemesh es un yacimiento arqueológico que cubre alrededor de 3 hectáreas y se trata del antiguo asentamiento homónimo mencionado en la Torá. La bíblica Beit Shemesh se ubica a unos 20 km al oeste de Jerusalem, sobre el fértil valle de Sorek.
Su identificación se basa en la ubicación geográfica mencionada en el Onomasticón de Eusebio (siglo IV EC) y en el nombre de la aldea árabe Ein Shams, que conserva el antiguo nombre.
El nombre “Beit Shemesh” significa “Casa del Sol” y sugiere la deidad que fuera adorada por los habitantes cananeos de la antigua ciudad: Shamash, el dios del Sol en el creciente fértil. La ciudad de Beit Shemesh fue conquistada por los israelitas aproximadamente hacia el siglo XI AEC.
La Torá menciona a Beit Shemesh al describir el límite norte de la Tribu de Judá y como una ciudad levítica en el territorio de Judá:
Josué 15:10-11 Después gira este límite desde Baala hacia el occidente al monte de Seir; y pasa al lado del monte de Jearim hacia el norte, el cual es Quesalón, y desciende a Bet-semes, y pasa a Timna. Sale luego al lado de Ecrón hacia el norte; y rodea a Sicrón, y pasa por el monte de Baala, y sale a Jabneel y termina en el mar.
Josué 21:16: Aín con sus ejidos, Juta con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos; nueve ciudades de estas dos tribus;
Beit Shemesh es mencionada también en relación a la devolución del Arca de la Alianza por parte de los filisteos, que la habían capturado en la batalla de Even-Ezer. El arca fue colocada en un carro tirado por vacas en la ciudad filistea de Ekrón, habiendo pasado previamente por Gat, y enviada por el Nájal Sorek a Beit Shemesh:
I Samuel 8/9: Tomaréis luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de ella; y la dejaréis que se vaya. Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente.
I Samuel 6:12 Y las vacas se encaminaron por el camino de Beit Shemesh, y seguían camino recto, andando y bramando, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda; y los príncipes de los filisteos fueron tras ellas hasta el límite de Beit Shemesh.
El camino de Beit Shemesh también lleva al valle de Elah, donde según la Torá tuvo lugar el encuentro en el que David derrotó a Goliat.
Beth Shemesh era una importante ciudad del Valle de Sorek, en la frontera entre Judá y Dan. A comienzos del siglo VIII AEC, la ciudad ocupó un rol estratégico porque controlaba el acceso por el oeste al reino de Judá y el camino a su capital, Jerusalem.
Fue precisamente allí donde tuvo lugar la batalla entre Amasías, rey de Judá, y Joás, rey de Israel:
II Reyes 14:11 Pero Amasías no escuchó; por lo cual subió Joás rey de Israel, y se vieron las caras él y Amasías rey de Judá, en Bet-semes, que es de Judá.
II Reyes 14:12 Y Judá cayó delante de Israel, y huyeron, cada uno a su tienda.
II Reyes 14:13 Además Joás rey de Israel tomó a Amasías rey de Judá, hijo de Joás hijo de Ocozías, en Bet-semes; y vino a Jerusalén, y rompió el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina, cuatrocientos codos.
Poco después Beit Shemesh pasó a control filisteo, pero volvió al reino de Judá bajo Ezequías.
Excavaciones
Excavaciones realizadas en Beit Shemesh a comienzos del siglo XX y durante la década del 30 pusieron al descubierto grandes partes del tel, llegando hasta la roca misma. Fueron descubiertas ruinas de varias ciudades sucesivas de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro.
Se han descubierto restos de una gran estructura, de los siglos XII – XI AEC, probablemente un edificio público. Sus murallas, construidas de grandes piedras, indican que tenía un segundo piso.
Grandes piedras de molienda y hornos de arcilla dan testimonio de la vida cotidiana de sus habitantes.
La alfarería empleada por los habitantes de Beit Shemesh durante este período pertenece a la tradición cananea y filistea, pero los huesos de los animales que consumían corresponden a la dieta típica de los israelitas que habitaban en una zona montañosa.
Esos hallazgos indican las influencias culturales de los habitantes de esta ciudad de frontera; es difícil, sin embargo, determinar la identidad étnica específica de éstos – cananea, filistea o israelita.
En el siglo X AEC, probablemente durante el reinado de Salomón, Beit Shemesh fue reconstruida y sirvió al reino como centro administrativo regional. Las ruinas son evidencia de una considerable planificación e inversión financiera en los edificios.
Un elaborado sistema de fortificaciones del siglo X AEC, que formaba parte de la ciudad israelita, fue descubierto en la parte noreste del tel. El principal elemento es una torre con dos muros perpendiculares muy anchos, cada uno de 1,5 metros de largo, construidos con grandes piedras.
En la parte sur del lugar se descubrió una gran zona que fue usada para la actividad comercial y para el almacenamiento de las mercancías. Los edificios contenían fragmentos de numerosas vasijas de acopio destruidas en una conflagración a comienzos del siglo VIII AEC.
Durante el siglo VIII AEC, los habitantes de Beit Shemesh se dedicaron a la producción de aceite a escalas industriales, tal como lo demuestran las instalaciones de producción halladas. Las jarras de aceite halladas llevaban grabadas en el asa la inscripción la-melekh, que significa “para el Rey”.
Pasando las puertas de ingreso había una plaza que probablemente servía como centro de la vida pública de la ciudad, y detrás de ella, los excavadores encontraron un gran reservorio subterráneo de agua, inédito en el período bíblico.
El reservorio excavado en la roca es cruciforme, cubierto con un grueso estuco hidráulico. El largo de cada uno de sus brazos es de 9 mts. y su ancho es 2 a 4 mts.; tiene 6 metros de altura y una capacidad de 800 m3.
El brazo noroeste del depósito se llenaba con el agua de lluvia reunida en la plaza de arriba (que fluía por las escaleras estucadas y un canal que corría a su lado). También el canal debajo del portón de la ciudad se vaciaba en el depósito.
Se encontró también un lugar de culto compuesto por una estructura circular hecha de piedras y un espacio caracterizado por una fila de tres grandes piedras redondas y planas.
Hay signos de desacralización de este complejo ritual, lo que da testimonio de los sucesivos cambios de mando de la zona. No se ha podido determinar a que población perteneció originalmente, si cananea o israelita, pero sí se cree que en los constantes conquistas de la región, pasó a manos de los filisteos para luego volver a cambiar de manos.
En el lugar se encontraron numerosos huesos de animales, dando a interpretar que se trataba de un altar de sacrificios rituales. Algunos de esos huesos eran de cerdo, y los mismos desaparecen hacia el siglo XI AEC, indicando que a partir de ese momento sus habitantes fueron exclusivamente israelitas.
Se hallaron muchos ídolos y figuras de arcilla en forma de mujeres y animales, especialmente caballos. Algunos estudiosos asocian esto con un culto a la fertilidad y la diosa cananea Asherah.
Todos los ídolos encontrados estaban mutilados, lo que es consistente con las reformas religiosas promulgadas por los reyes de Judá, Ezequías (726-697 AEC) y Josías (640-609 AEC).
Los libros de Reyes y Crónicas registran que volvieron a las leyes de Moisés y destruyeron los signos de la religión pagana que prevalecía tanto en la tierra.
2 Reyes 13:5-6 Y dio Jehová salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios; y habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes. Con todo eso, no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvieron; y también la imagen de Asera permaneció en Samaria.
2 Reyes 13:10-11 … comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria… E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.
Beit Shemesh fue destruida por el rey asirio Senaquerib en su campaña contra Judá en el año 701 AEC, y luego abandonada. En el siglo VII AEC algunas familias judías regresaron, restauraron el depósito y se establecieron durante un tiempo en el lugar.
Este retorno a Beit Shemesh no fue bien recibido por los controles asirios y, determinados a erradicar todo intento de establecimiento en el lugar, taparon la entrada del embalse con 150 toneladas de tierra y escombros.
Hasta hace poco solo se conocía una parte del yacimiento, un pequeño sector a un costado de la carretera 38. Pero al presentarse un proyecto de expansión de la carretera realizaron una excavación del otro lado y allí encontraron un enorme terreno repleto de valiosos testimonios de la ciudad bíblica.
Joás de Israel
Joás (Yeho’ash), quien venció a Amasías en la batalla de Beit Shemesh, fue rey de Israel del 798 AEC al 782 AEC. Hijo y sucesor de Joacaz, a diferencia de su padre, Joás fue un guerrero de éxito. Fue el 12do rey de Israel, y el tercer rey de la dinastía de Jehú, su abuelo.
Al principio sus relaciones con el vecino reino de Judá eran buenas, al punto que Joás accedió a enviar tropas en apoyo de Amasías, el rey de Judá, a una campaña contra los edomitas. Pero las diferencias no se hicieron esperar y luego del regreso de su campaña en Edom, Amasías le declaró la guerra a Joás.
En la batalla de Beit Shemesh Joás obtuvo una gran victoria, incluso tomando prisionero a Amasías y llegando hasta Jerusalén mismo. También logró la paz con el rey de AsiriaHadad-Nirari III convirtiéndo a Israel en un estado vasallo.
La estela de Adad-Nirari III
Hadad-Nirari III (o Adad-Nirari III), rey de Asiria (810-783 AEC), realizó una exitosa campaña para reconquistar las regiones que su abuelo Salmanasar III había dominado.
Para dejar constancia de sus hazañas hizo grabar una estela en alabastro con una altura de 1,30 metros. Fue hallada en Karana (hoy Tell El-Rimah), provincia de Niniveh y se hoy encuentra en el Museo de Irak (Bagdad).
En la estela, el rey Hadad-Nirari menciona precisamente el tributo que recibe por parte de “Joás el Samaritano”.
La Torá se refiere de la siguiente forma sobre Joás:
2 Reyes 13:10 En el año treinta y siete de Joás, rey de Judá, Jeoás, hijo de Joacaz, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, y reinó dieciséis años.
2 Reyes 13:13 Cuando Joás murió, lo enterraron en Samaria, en la tumba de los reyes de Israel. Su hijo Jeroboam reinó en su lugar.
Entre los símbolos que aparecen en la estela, en parte superior derecha están los de Assur, Marduk, Nabu, Adad y Anu (dios del cielo sumerio, rey de los dioses); y en la izquierda los de Isthar (Inanna para los sumerios), Sin (Nannar para los sumerios) y los Sibitti, los siete dioses guerreros de la mitología sumeria, hijos de Anu y de Ki (Ninhursag) y liderados por el dios Erra.
Salmanasar III y el Obelisco Negro
Salmanasar III, abuelo de Hadad-Nirari III, gobernó Asiria entre 858 AEC y 824 AEC. En su tiempo se enfrentó a una coalición de estados de la que formaban parte Damasco, Hama e Israel. En 845 AEC, luego de vencer a la coalición, Salmanasar III le reclamó tributo a Jehú, Rey de Israel y abuelo de Joás, quien gobernó entre 841 AEC y 814 AEC.
Así lo atestigua el llamado Obelisco negro de Salmanasar III, monumento que data del año 827 AEC y que destaca los logros realizados por dicho rey. Erigido en tiempos de guerra civil, el obelisco fue situado en una sala de audiencias del palacio de Kalhu, como propaganda de su reinado.
La inscripción del obelisco inicia con el siguiente prólogo:
“Assur, el gran señor, rey de todos los grandes dioses; Anu (Ami), rey de los Igigi y Anunnaki, el señor de las tierras; Enlil (Bel), el exaltado, padre de los dioses, el creador; Ea, rey de las profundidades (Apsu), quien determina el destino; [Sin], rey de la tiara, exaltado en esplendor; [Adad, poderoso, preeminente, señor de la abundancia (abundancia); Shamash, juez del cielo y de la tierra, director de todas (las cosas); ‘Marduk, maestro de los dioses, señor de la ley (presagios); Urta, valiente (gobernante) de los Igigi y los Anunnaki, el dios todopoderoso; Nergal, el listo (perfecto), rey de la batalla; Nusku, portador del cetro brillante, el dios que toma decisiones; Ninlil, esposa de Bel, madre de los [grandes] dioses; Ishtar, primero en el cielo y en la tierra, que llena la medida de valentía, los grandes [dioses], que ordenan el destino (destinos), que han hecho grande mi reino, (yo hablo).”
Entre los tributos aportados por los reinos sometidos se observa el texto en escritura cuneiforme sobre el relieve del 2do cuadro:
Tributo de Jehu, hijo de [la Casa de] Omri (Iaúa hu-Umri). Plata, oro, un cuenco de oro, un vaso de oro, copas de oro, jarras de oro, plomo, bastones para la mano del rey, jabalinas, recibí de él.
En el relieve se observa a (probablemente) un emisario del rey Jehú postrándose ante el rey asirio Salmanasar III, y es este registro precisamente la imagen más antigua de un hombre del pueblo de Israel.
La escultura fue hallada en 1846, por el arqueólogo Austen Henry Layard en Nimrud (Kalhu), antigua capital asiria, a unos 30 km al sudeste de Mosul en el actual Irak.
Salamanzar III mandó a hacer también el monolito de Kurkh, una estela de 2,20 metros de alto que relata las campañas de Salmanazar en el oeste de Mesopotamia y Siria.
La parte final enumera a los beligerantes de la batalla de Qarqar, Siria, en la cual se enfrentó a una “alianza de doce reyes”. Esta alianza fue dirigida por Irhuleni, rey de Hama, y Hadadezer, rey de Damasco, pero también menciona un fuerte contingente liderado por Acab, rey de Israel.
La estela se encuentra hoy en día en el Museo Británico y fue encontrada en el pueblo kurdo de Kurkh en Turquía.