jueves, 20 de junio de 2019

¿Por qué los griegos pintaban gente roja en vasijas negras? Una respuesta inesperada



La Crátera de Eufronio (510-500 a.C.)
Kílix pequeños y delicados, enormes cráteras imponentes, platos, copas, ánforas, aríbalos, askos, estamnos, cílicas... A finales del siglo VI a.C, mientras los griegos inventan la democracia y se preparan para la inevitable invasión persa, algunos pioneros de la Hélade desarrollan una innovación técnica que desencadenará una revolución artística inimaginable.
Hartos de las limitaciones estéticas que imponía el modelo vigente hasta ese momento de figuras negras, alfareros y pintores cuyos nombres bailan entre la historia y el mito como Eufronio, Eutímides, Fincias, Oltos, Epíctetos o el pintor de Panaitios, se deciden a iluminar sus creaciones siluteando directamente figuras rojas sobre fondo negro.
Simposio. Vaso de figuras rojas atribuído a Brygos, c. 490-480 a.C.
Las posibilidades del nuevo artificio desbordan la creatividad en bellísimas escenas mitológicas, bélicas, domésticas, deportivas... y sexuales, con variopintos ejemplos de sexo homosexual, en grupo, onanismo o bestialismo,  los cuales durante décadas sonrojaron a los conservadores de los museos quienes las ocultaron en sus sótanos.
¿Hay aquí algún enigma? Aparentemente no. Surge una nueva técnica, se expande, sustituye a la anterior... En fin, lo normal. El hecho de que a los griegos antiguos lo que de verdad les gustase fuera contar historias a través de la cerámica, y que dispusieran de otros muchos colores para hacerlo además del rojo parece no importar cuando los libros de historia del arte y los museos reproducen ese latiguillo tantas veces repetido de que "las vasijas de figuras rojas es un icono de la Antigüedad".
Y, sin embargo, cuando el arquéologo inglés Timothy Taylor (izquierda)  fue invitado a participar en la ya célebre pregunta Edge anual, que cada año reúne a las mentes más preclaras del planeta para plantearles una cuestión que ilumine las distintas áreas del conocimiento, y supo la pregunta de aquel año - "Cuál es tu explicación bella, profunda o elegante preferida"-, no dudó. Ni la selección natural, ni la segunda ley de la termodinámica ni la teoría cuántica. Taylor decidió ofrecer una respuesta inesperada: su explicación favorita le llevó a la cerámica de figuras rojas de la Grecia clásica.

La respuesta de Taylor se incluye junto con otras más de 200 de científicos y pensadores como Nassim TalebSteven Pinker,  Richard Dawkins, Freeman Dyson, Daniel C. Dennett o Jared Diamond que acaban de ser recogidas en el libro 'Eso lo explica todo: Ideas bellas, profundas y elegantes sobre cómo funciona el mundo '(Deusto), editado por el hiperactivo animador del conocimiento John Brockman. El volumen recopila las respuestas a la pregunta Edge 2012, probablemente la edición más memorable de la cita hasta la fecha y que aún no habían sido traducidas al español. Física, cosmología biología, filosofía, lógica, filología, arte. Todas las respuestas son brillantes y luminosas pero quizás la más anticlimática e interesante sea la que da título a esta reseña: ¿Por qué los griegos pintaban gente roja en vasijas negras? Veamos.

Una explicación atrevida

"Explicar algo que parece no necesitar explicación es bueno", arranca Taylor su respuesta, "y si encima nos lleva a otras explicaciones de cosas que no parecían necesitar explicación, todavía mejor. Y si provoca un tufo enorme, porque los intereses académicamente establecidos intentan preservar el status quo frente a las implicaciones atrevidas, es una de las mejores. He elegido la explicación sencilla e inmensamente influyente de Michael Vickers sobre por qué los antiguos griegos pintaban figuritas rojas en sus vasijas".
Michael Vickers es profesor emérito de Arqueología de la Universidad de Oxford y en 2010 publicó una genial hipótesis a la contra de la cerámica griega. Para ello le tomó prestada una idea bien conocida a Marco Vitruvio Polión, estudioso y arquitecto romano del siglo I a.C. Vitruvio se percató de que muchos elementos presentes en los templos griegos de la Antigüedad que hasta entonces habían sido interpretados como elementos puramente decorativos, eran en realidad rémoras de anteriores consideraciones prácticas. Por ejemplo, las diminutas y perfiladas hileras de cubos y los huecos bajo las líneas de los techos, eran en realidad ecos formales de los travesaños y cabos de viga que fueron proyectados en un tiempo anterior cuando las estructuras estaban hechas de madera. A esas utilidades prácticas reconvertidas en objetos de goce estético los llamó 'skeomorfos'.
Kýlix ática que muestra a Edipo ante la esfinge
Pues bien, Taylor explica que Vickers "arguyó que la cerámica griega era también 'skeumórfica', siendo el sustituto barato del aristocrático metal precioso. Afirmó que las figuras rojas sobre negro imitaban las figuras doradas sobre plata, mientras que las formas de las vasijas, con sus agudas carinaciones y sus asas delgadas y similares a correas, que tan fácilmente se rompen en el barro, eran traducciones directas del arte de los orfebres. Para muchos, eso sigue pareciendo poco plausible. Pero para aquellos, como yo mismo, que trabajamos sobre el terreno de la arqueología de la Edad del Hierro en Europa Oriental, con sus ostentosos montículos funerarios abarrotados de lujosos metales preciosos, resulta totalmente lógico. La plata antigua, al desenterrarla, es totalmente negra, y la figuración dorada es de un rojo rojizo muy contrastado".
De lo que no se dieron cuenta los museos que conservaron tales vasijas, advierte Taylor, es de que, como ahora sabemos, aquel lustre sulfurizado de la plata que la ennegrecía no era producto del tiempo y de las ruinas, sino que era deliberado. A ningún griego antiguo muerto se le habría enterrado con plata brillante como a sus odiados persas que la pulían con exóticos limones.
Vaso de figuras rojas (mediados del siglo V a.C.). Cratera de cáliz del Pintor de las Nióbides (Museo del Louvre)
¿Filósofos o avariciosos?
Las implicaciones son tan paradójicas como divertidas. Si la imagen imponente que nos transmite la Grecia antigua es la de un proyecto colectivo orientado a la más excelsa filosofía y al arte por el arte, el affaire de la cerámica de figuras rojas sobre fondo negro que pretendía imitar los objetos de lujo de los más pudientes brinda una faz más prosaica y humana, un mundo en el que todos querían emular, como si les fuera la vida en ello, a los opulentos propietarios de minas de plata con legiones de esclavos y flotas de galeras comerciales. Y esto nos indicaría otra fragilidad de la Historia: la sistemática minusvaloración de la economía a la hora de estudiar -y admirar- el mundo antiguo.
Concluye Timothy Taylor: "La ironía del mundo del arte moderno es que las vasijas de figuras rojas que actualmente cambian de manos a cambio de enormes sumas de dinero no son lo que los propios griegos realmente valoraban. De hecho, hoy está claro que la ilusión de que esas antigüedades baratas fueran lo más auténtico fue deliberadamente potenciada a través de la difusión de textos griegos muy bien seleccionados por las casas de subastas del siglo XIX que querían crear un mercado".









Fuente: elconfidencial.com 

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