domingo, 30 de junio de 2019

Los Millares, el nacimiento de una nueva sociedad hace más de 5000 años

Nos dirigimos a Los Millares en la provincia de Almería, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Europa, entre los surgidos en el denominado Calcolítico Europeo, es decir el inicio de la Edad de los metales. No solo para conocerlo un poco mejor, sino para intentar mostrar cómo se consagró una nueva sociedad jerarquizada, que abandonó para siempre la igualdad de clases.

El origen de Los Millares.

El poblado de Los Millares se comenzó a levantar hace aproximadamente unos 5.200 años. Desde su descubrimiento en el año 1891,  de forma casual mientras se construía el ferrocarril entre Almería y Linares, y hasta los años 70 del siglo XX. Las diferentes hipótesis sobre sus constructores miraban hacia el otro lado del mediterráneo. Es decir  del mismo modo que tres milenios antes habían llegado grupos humanos para introducir la agricultura, y la ganadería en el Levante peninsular. Ahora el turno correspondió a mineros y comerciantes que conocían el proceso de elaboración de piezas de cobre. De tal forma que los Millares supuestamente se convirtió en una colonia exportadora de este metal al mediterráneo oriental.
Hoy día la anterior postura orientalista ha sido rebatida por la mayoría de los expertos, que se suman a las denominadas posturas evolucionistas. Además aportando diversas explicaciones que ponen de manifiesto los errores de supuesta llegada en masa de grupos orientales. Sin ir más lejos, en Los Millares existe constancia de tecnología muy primitiva para la elaboración de piezas de cobre. Alguien que se aventura a traspasar el Mediterráneo, para explotar una mina, transformar el mineral, y elaborar piezas de cobre, no viene sin conocer bien las técnicas más avanzadas. Por otro lado hay que pensar que si bien se elaboraban algunas joyas, la mayoría de la producción era la destinada a las actividades diarias, como la pesca (anzuelos), o los diversos útiles de labranza. Es decir el principal cliente parece ser autóctono.
De todas las posturas la que más adeptos ha ganado en los últimos años, fue la expuesta por J. J. Eiroa a principios del siglo XXI. En definitiva es una síntesis de las dos posturas anteriores. Este autor no cree que la génesis de la metalurgia del cobre fuera in situ, la tecnología primitiva pudo ser foránea, pero posiblemente realizada por grupos autóctonos. Es decir, más que las personas viajaron las ideas, aunque podemos pensar que hace 5.000 años, estas no viajaban solas, por lo que algún grupo reducido externo pudo llegar con dicha tecnología e integrarse en la comunidad de Los Millares.

La nueva sociedad de clases.

Al encarar este tema volvemos a encontrarnos con las contradicciones. Los Millares está considerado uno de los primeros poblados donde se reconoce  abiertamente diferentes estatus, ya fueran políticos, económicos o sociales. La evidencia es clara, tanto en los diferentes tamaños de las viviendas, como en los ajuares de los difuntos.
Las primeras hipótesis de esta evidencia se dirigieron a la llegada de la metalurgia del cobre, es decir dicha concentración de poder fue gracias al control de la producción de objetos de cobre. No solo los ricos adornos que acompañaban a esta nueva alta sociedad, sino los mismos útiles de labranza, que favorecían mejoras agrícolas, y que eran arrendados a cambio de altas comisiones.
Pero evidentemente esta postura ha sido ampliamente rebatida. La producción de objetos de cobre es muy poco significativa, al menos en un primer término. De tal forma que la mayor parte de las herramientas de producción se seguían elaborando con antiguas tradiciones, basadas en la talla lítica o en piedra pulida. Lo que produjo la distinción de clases fue el control de los excedentes, situación que se venía arrastrado desde el Neolítico, no solo agrícolas, sino ganaderos y mineros. No hay que pensar que Los Millares fue una sociedad dedicada a la metalurgia, la agricultura y la ganadería era la ocupación mayoritaria de sus habitantes y por lo tanto las primeras actividades en generar beneficios.
En definitiva la necesidad pudo crear esta sociedad de clases en Los Millares. Necesidad en varios sentidos, un poblado de más de 1000 personas necesita mejoras agrícolas para alimentarlos, sin ir más lejos en Los Millares se construyó un acueducto y acequias de regadío, además de murallas para proteger los excedentes. Pero también necesidad de controlar la extracción de minerales, la elaboración de los productos e incluso sus rutas de intercambio. Todo ello entronca con las tesis funcionalistas,  es decir el control necesita de instituciones que toman el poder. Pero también dan la razón a las tesis marxistas, todas estas mejoras se encaminan  a la producción de excedentes y riquezas, su defensa es la que proporciona división social y conflictos continuos. Bien mirado podemos deducir que la llegada de las clases sociales, vino dada “por el pez que se muerde la cola”.

Un paseo por Los Millares para conocer esta nueva sociedad.

Como ha quedado expuesto pasear hoy día por el yacimiento arqueológico de Los Millares, es caminar por uno de los poblados más importantes de la Europa Occidental para la compresión de la sociedad de los metales. Esta sociedad no solo cambió hacia la distinción de clases, muchos otros aspectos aparecieron para conformar la nueva forma de vida de los habitantes de la Península Ibérica.

Un nuevo hábitat.

La forma de población en sí es una de las aportaciones más importantes del Calcolítico. Su construcción en una zona elevada desde donde se dominan las tierras agrícolas, los pastos, las  fuentes de agua, e incluso las vías de comunicación, es una novedad. La situación del Poblado de Millares entre la Rambla de Húechar y el río Andarax, cumple perfectamente estas expectativas.

Las casas de Los Millares.

Como se ha señalado con anterioridad se reconoce el diferente estatus de los habitantes de Los Millares por el tamaño de sus casas. Es evidente que no sería una regla general, pero si un indicio a tener en cuenta, al que por cierto deberíamos sumar las diferentes comodidades con las que contara el interior de la misma. En definitiva exteriormente eran similares; el clásico zócalo de mampostería rematado con barro y cañas, con un techo vegetal de forma cónica. Este último era sujetado mediante un poste central y algunos contaban con salida de humos.
Casas de Los Millares asociadas a la muralla
En su interior encontrábamos algunas comodidades, como bancos corridos adosados a las paredes, un hogar central de barro endurecido, o un apartado para colocar las diferentes cerámicas caseras. Así como otros elementos necesarios para la elaboración de prendas textiles, o para moler el trigo.

Un poblado bien protegido.

La defensa del poblado, y por supuesto de sus excedentes, se realizó mediante la construcción de cuatro murallas concéntricas. Los que llegaban los Millares se encontraban que estaba protegida por una primera muralla de 4,5 m de altura, que había que traspasar por una gran puerta principal en forma de torre, tras la cual unos arqueros vigilaban al recién llegado. Si era bien recibido entraba en la parte baja del poblado, en donde las casas eran posiblemente las de las familias menos afortunadas, junto a dichas casas se encontraban algunos almacenes e improvisados establos para los animales.
Recreación de la entrada principal de Los Millares
Tras traspasar la segunda de las murallas se accedía a un segundo nivel de casas, estas ya parecían de mayor tamaño, es evidente que debieron pertenecer a individuos de un estatus superior al del primer nivel, además la mayoría de ellas contaba con hogares. En dicho espacio también se encontraban gran cantidad de silos donde los habitantes de Los Millares depositaban el grano.
Siguiendo el camino hacia el interior del poblado se encontraban con la tercera de las murallas, en este caso su cometido fue la protección de algunos edificios públicos.  El primero de ellos pudo tener gran importancia en la economía de Los Millares, ya que era una especie de taller para la elaboración de productos de cobre. La producción de estos bien pudo estar en manos de los dirigentes de la ciudad. Si más no, eso puede indicar la presencia cercana de una especie de palacio con almacenes y patio central, sin duda debió ser el edificio más grande del poblado.
Restos del taller donde se elaboraban los objetos de cobre.
La última de las murallas que se encontraba este visitante protegía la parte más antigua del poblado de Los Millares, sin duda el génesis de esta nueva cultura. En la actualidad no conocemos con exactitud los edificios que allí se alojaron, estos se superpusieron los unos a los otros en diversas ocasiones durante los más de 1000 años que Los Millares se mantuvo habitado. Destaca una gran balsa que era alimentada por una acequia que atravesaba todas las murallas anteriores, su cometido ser el último refugio de la comunidad.

Fuera de las murallas.

Es evidente que toda la vida de los habitantes de los Millares no se hacia intramuros, los campos de cultivo, las zonas de pastos o el rio por el cual llegaban hasta el mar,  también necesitaban de protección.

Más fortines defensivos.

En la zona anexa a Los Millares se han contabilizado hasta la actualidad 13 fortines, la mayoría pequeñas torres circulares. Pero el denominado posteriormente fortín 1, era un espacio de protección realmente singular. Contaba con doble muralla, además en la exterior al menos había cinco torres de vigilancia. Aparte de su evidente labor defensiva, por un lado debió ser un lugar sagrado, debido al hallazgo de diferentes ídolos. Por otro una especie de escuela de la vida, ya que entre otras actividades los jóvenes del poblado se iniciaban en la elaboración de puntas de flecha. Sus moradores posiblemente pasaban largas temporadas allí alojados, ya que contaban con grano y todo lo necesario para la supervivencia.
Vista cenital del fortín nº 1
Otras de las actividades que ejercían en las inmediaciones del pueblo era la caza, a pesar de contar con animales domesticados, la actividad cinegética seguía siendo uno de los mayores aportes calóricos. Por último destacar a los mineros que extraían el cobre de las cercanas montañas de la Sierra de Gádor, tanto a cielo abierto como incluso en galerías de minas.

La necrópolis.

Sin duda otro de los aspectos destacados de esta nueva comunidad, ya que los muertos eran depositados fuera del poblado. Concretamente mediante la construcción megalítica de los Tholois. Aunque no eran de grandes dimensiones, los mayores unos seis metros de diámetro, sorprende su número, se han contabilizado unos 80. Es evidente pensar que pudieron ser familiares, cada una de las familias más importantes contaría con uno supuestamente privado. Eran de forma circular y revestidos con pizarras, cerrados en la parte superior con una falsa cúpula, como no se conocía la técnica para rematarla, el agujero se tapaba con maderas o bien una gran losa, sobre la cual depositaban la tierra.
Como es conocido eran espacios reutilizables, es decir continuamente abiertos para ir depositando a sus familiares. El acceso era a través de un largo corredor en el cual se disponían diversas losas de pizarras, estas hacían de puertas para la protección del lugar. En algunas de estas tumbas se han llegado a localizar los restos de cerca de un centenar de personas, con la particularidad que los niños eran enterrados en las mismas paredes, en una especie de pequeños nichos. El ocre, o el fuego eran signos inequívocos de que se efectuaba algún tipo de ceremonia de despedida. Tras ella se depositaban las ofrendas, verdadero marcador para la arqueología de las diferencias sociales. En Los Millares se han encontrado objetos que debieron venir desde lejos, como el marfil o los huevos de avestruz.
Corte vertical de un tholoi
Por incidir un poco más en las diferencias sociales de esta nueva comunidad, destacar que dos de estos tholois, quedaron situados intramuros tras la construcción de la muralla exterior.  No es descabellado pensar en los dirigentes de la misma.

A modo de conclusión.

Sin lugar a dudas Los Millares es uno de los lugares más paradigmáticos de la Península Ibérica para conocer el nacimiento de la denominada por la antropología, “complejidad social”.  Es evidente que no estaban solos, en especial el sur de la Península se han localizado restos de otros poblados similares, uno de ellos, Zambujal en Portugal con sorprendentes parecidos en lo referente a la arquitectura.
Maqueta de Zambujal en Portugal
Maqueta de Zambujal en Portugal, algo más pequeño pero con gran similitud
Los Millares, posiblemente fue incendiado sobre el año 2.200 aC., resulta significativo que en este espacio geográfico del sureste peninsular fuera ocupado por una nueva cultura, El Argar, donde dichas diferencias sociales se amplían un poco más, además de encontrar las primeras evidencias de aristocracias guerreras.
Si os apetece conocer más sobre Los Millares os recomiendo este articulo de mis amigos Esperanza Varo, y Javier Nero de Legionixhispana: Clik sobre la imagen 


Por último invitaros a conocer los horarios y condiciones de la visita a uno de los yacimientos arqueológicos más imprescindibles para el conocimiento de nuestra prehistoria, en la siguiente página web: juntadeandalucia.es
Imágenes: de los folletos de Los Millares, commons.wikimedia




Por ...Jose Mari

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.