domingo, 24 de febrero de 2019

La polémica machista tras descubrirse que un gran guerrero vikingo del siglo X era realmente una mujer



Representación artística de la mujer-guerrera vikinga. (Antiquity Publications Ltd./drawing by Tancredi Valeri).
La tumba que ha desatado la polémica sexista fue descubierta en 1878 durante una excavación en Birka, uno de los asentamientos vikingos mejor conservados de Suecia. Se trata de una ciudad fundada en el siglo VII, entre cuyos restos destaca un cementerio con cerca de 3.000 tumbas, trozos de las antiguas murallas y restos de los embarcaderos usados por las comunidades allí asentadas.
El hallazgo fue, sin duda, importante desde el punto de vista arqueológico: un enterramiento datado en el siglo X, conocido como Bj 581, que contenía un gran ajuar consistente en dos escudos, una espada, un hacha, restos de una armadura, dos caballos y un tablero utilizado para preparar estrategias bélicas, además del esqueleto correspondiente.
El asentamiento de Birka y la tumba de 'Bj.581' (Antiquity / Charlotte Hedenstierna-Jonson)
Semejante tesoro llevó a los investigadores de la época a dar por hecho que se trataba de un importante guerrero y líder militar. Hombre, por supuesto. Sin embargo, el 8 de septiembre de 2017, la revista American Journal of Physical Anthropology publicó un sorprendente estudio de ADN que demostraba que el importante guerrero de Birka era, en realidad, una mujer. No había lugar a dudas, puesto que se había identificado el cromosoma X, pero no el Y.
Para no correr riesgos, también realizaron un análisis isotópico del que pudieron concluir que la guerrera había tenido una existencia itinerante, rasgo típico de la vida desarrollada por los combatientes vikingos. Este importante descubrimiento reforzaba la teoría de que las mujeres vikingas no solo participaban en las batallas como cualquier soldado masculino, sino que también desempeñaban cargos de responsabilidad dentro de la jerarquía militar. Un hecho, sin duda, insólito.
Foto: Dos dibujos sobre la tumba referenciada.

Un guerrero, sin ninguna duda

«Los huesos hallados en la tumba Bj 581 no pertenecían a una clásica valkiria como las que aparecen en las sagas, sino a una líder militar real que ha resultado ser una mujer», explicaba la directora de la investigación, Charlotte Hedenstierna-Jonson, cuyas revelaciones generaron inmediatamente una gran polémica. Los resultados de la excavación fueron, incluso, puestos en duda. «Me sorprendieron las reacciones que tuvimos con el artículo», aseguró la responsable a la revista History. ¿Una guerrera en vez de un guerrero? No podía ser, a pesar de que numerosas leyendas y sagas vikingas antiguas hablaban de mujeres al frente de las batallas.
Charlotte Hedenstierna-Jonson,  Universidad de Uppsala
Los arqueólogos emprendieron también la tarea de demostrar que el esqueleto que habían analizado era el esqueleto correcto y no otro por confusión, tal y como defendían los detractores. Comprobaron que cada hueso estaba etiquetado como «Bj 581», siguiendo la misma práctica arqueológica que se había usado en el resto de excavaciones del cementerio de Birka. Vieron, además, que estas mismas marcas estaban presentes en los artefactos y en los huesos de los caballos, lo que vincula todos los restos a la misma tumba. Y, por último, confirmaron que los huesos humanos coincidían todos con el registro de la excavación, descartando cualquier coincidencia con otro entierro de la zona.

Todo esto demuestra que en el mismo entierro no había registro alguno de huesos humanos que no pertenecieran al esqueleto analizado, pero los críticos se agarraron entonces a la hipótesis de que las armas podrían pertenecer al esposo de la mujer. Un dato que descartaría el hecho de que la mujer fuera realmente una guerrera. Y después alegaron que las armas y demás tesoros podrían ser las reliquias familiares o regalos de terceras personas que no pertenecían en su origen a la mujer de Birka y que no eran, por lo tanto, herramientas «de trabajo» de nuestra protagonista. No hay que olvidar que, entre las 1.100 tumbas excavadas a finales del siglo XIX en el yacimiento, solo había otra con un ajuar funerario parecido, que era típico de los entierros de las élites militares. Hedenstierna-Jonson y su equipo se preguntan ahora si entre todos esos enterramientos podría identificarse a alguna mujer más que, a lo largo de este tiempo, habría sido tomada por un hombre y no lo fuera.

Representación de la tumba de Birka - JOHN WILEY & SONS
Desde que fueron descubierto los restos de Birka, sin embargo, todos las arqueólogos e investigadores que se acercaron a este hallazgo coincidieron en que se trataba de la tumba de un guerrero de alto rango. Ni se les pasó por la cabeza que pudiera ser una mujer, al estar enterrado con nada menos que dos caballos y una cantidad importante de armas y vestimentas. El artículo de American Journal of Physical Anthropology, sin embargo, defendía que la genómica y los análisis isotópicos podían ser empleados como herramientas válidas para reconstruir nuestras creencias sobre los modelos de organización, movilidad y roles de género que se habían establecido para las civilizaciones pasadas.
«Es una mujer que vivió como guerrera profesional y fue enterrada en un ambiente marcial como una persona de alto rango», confirmó después Hedenstierna-Jonson en otro artículo publicado en la revista AntiquityLa investigadora explicaba que el hallazgo planteó una serie de dudas sobre el papel de las mujeres en la cultura vikinga. Sobre cómo este pueblo pudo entender la identidad de género, ya que, a diferencia de otras vikingas enterradas con armas, la guerrera de Birka no llevaba ropa o joyas típicas de mujeres. Como declaró después a la revista History la directora de la investigación, también profesora de arqueología de la Universidad de Uppsala en Suecia: «Su traje no es el típico masculino, porque es un estatus muy alto, pero no hay tampoco nada que indique que es una mujer. No hay hallazgos típicos que podamos relacionarlos con las mujeres».
Las armas de la tumba Bj.581: una espada, un hacha, un cuchillo de combate, dos lanzas, dos escudos y 25 flechas perforadoras de armaduras (fotografías cortesía de Christer Åhlin, Museo de Historia de Suecia).
La idea de que las mujeres vikingas eran también guerreras no es nueva. En imágenes fantásticas del siglo XIX es fácil verlas representadas como valquirias o mujeres fuertes. Existe un texto irlandés de la época que describe a una flota femenina en Münster. También una crónica bizantina que relata que había mujeres armadas entre los muertos después de una derrota vikinga. Y hay un registro sobre el sitio de París en el siglo IX en el que un monje francés asegura haber visto a mujeres danesas en el campo de batalla. Después de la Segunda Guerra Mundial esa visión cambió un poco, con libros que tendían a retratarlas como amas de casa que trabajaban en la granja familiar. Hedenstierna-Jonson dice que "en realidad no hay nada que apoye eso", pero refuerza la idea de que los roles en la sociedad vikinga siempre estaban segregados por el sexo.
Una selección de las piezas de juego de la tumba Bj.581 (fotografía de Charlotte Hedenstierna-Jonson).
Hedenstierna-Jonson predice que a medida que más arqueólogos comiecen a desafiar sus propias suposiciones sobre el género en su trabajo, podrían buscar más vikingas que ocupaban puestos especiales como esta guerrera, y tal vez incluso descubrir que algunas tumbas descubiertas previamente fueron identificadas erróneamente. 
En cuanto a la identidad de género de la guerrera, Hedenstierna-Jonson y sus colegas escriben: “Hay muchas otras posibilidades de un amplio espectro sobre el género, algunas quizás desconocidas para nosotros, pero familiares para la gente de la época. No descartamos ninguna de ellas".







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