lunes, 25 de febrero de 2019

Guerras entre vikingos y aztecas en el México precolombino



¿Visitaron los vikingos el México precolombino? Las imágenes de hombres blancos en las pinturas murales de Chichén Itzá, en el Templo de los Guerreros, probablemente representen a vikingos: los principales navegantes europeos en la época en la que fue construido el templo. Este hecho sugiere que los “Señores Blancos” que habían visitado México antes que los españoles eran vikingos. Las sagas nórdicas hablan de travesías que podrían haber tocado tierra en México

Hans Ebeling publicó el libro ‘Die Reise in die Vergangenheit III. Die Europäer gewinnen den Erdball. Geschichte der Neuzeit bis’, en 1789. En su obra, Ebeling habla de cómo Moctezuma II recibió a Hernán Cortés creyéndole Quetzalcóatl. Guðrún Guðmundsdóttir y Björn Thorsteinsson tradujeron el libro de Ebeling al islandés. En su epílogo hablan de la Saga Eyrbyggja. Esta saga menciona a dos posibles vikingos que podrían haber navegado hasta alcanzar la región mexicana de Yucatán: Gudleif Gudlaugson (c. 1025) y Björn Breiðvíkingakappi (c. 965).
Guðmundsdóttir y Thorsteinsson aseguran que la Saga Eyrbyggja describe cómo Björn Breiðvíkingakappi (‘Björn el gran guerrero vikingo’) navegó rodeando Irlanda hasta desembarcar en México.
Un grupo de vikingos se dirige a tierra en un bote de remos. Ilustración de Oscar Wergeland
Existen también tres tradiciones en las sagas nórdicas que mencionan que en los años 965 o 986 Ari Marson zarpó de Irlanda con la intención de alcanzar Groenlandia. Cuenta la historia que el barco de Marson se encontró con un mar embravecido y que una tormenta le alejó de su rumbo. En seis días llegó a México. La Saga Eyrbyggja y el viaje de Ari Marson podrían explicar cómo llegó por primera vez el hombre blanco a Yucatán.
Pintura mural del Templo de los Guerreros de Chichén Itzá, México. La imagen muestra hombres de piel clara preparándose para retirarse por mar mientras otros defienden un poblado o son hechos prisioneros
El retorno de los Señores Blancos
Muchos investigadores afirman que decenas de miles de indígenas ayudaron a Hernán Cortés a someter a los mexicas (aztecas) en 1519. Formaron una confederación de pueblos muy diversos que deseaban sacudirse el yugo azteca.
Algunos expertos creen que estas tribus se unieron a los conquistadores para derrotar a los aztecas porque representaban el retorno de los “señores blancos”. Sin embargo, la mayoría de los investigadores opinan que esta historia sobre los “señores blancos” es un mito creado durante la conquista española. Escribe Restall al respecto: “La leyenda del retorno de los dioses, nacida durante la guerra entre españoles y mexicas en una reformulación del discurso de bienvenida de Moctezuma realizada por Cortés, hacia el año 1550 ya se había fusionado con la leyenda del Cortés-Quetzalcóatl que los franciscanos habían empezado a difundir en la década de 1530.”
Página del Códice Azcatitlán en el que podemos ver al ejército español, con Hernán Cortés y la Malinche al frente.
Pero esta historia de los “señores blancos” en el México precolombino podría tener su explicación. El Templo de los Guerreros de Chichén Itzá sugiere que los europeos ya habían visitado México entre los años 600 y 900. En los murales del templo aparecen individuos de piel blanca, negra y morena. En algunas de las imágenes se observan blancos combatiendo, y también cautivos de los negros.
Blancos prisioneros de individuos de piel negra
El libro Esoterismo del Popol Vuh, obra de Raphael Girard, tiene un capítulo dedicado la ‘Danza de los Gigantes’. Esta danza maya parece representar un conflicto precolombino entre blancos y negros en México.
Este libro resulta bastante revelador. En él, Girard habla de la Danza de los Gigantes Negros. La Danza de los Gigantes Negros explica la razón por la que otros pueblos indígenas se unieron a los españoles para destruir a la nación azteca. La descripción de la Danza de los Gigantes que hace Girard es sorprendente:
En el episodio siguiente, Aparición, se escenifican las vicisitudes sufridas por el Gigante Blanco, que ha caído en manos de su rival. El Gigante Negro “intimida” a su rival golpeando furiosamente el suelo con su espada mientras realiza gestos y movimientos amenazadores con la intención de alcanzar o herir al Gigante Blanco, que se defiende lo mejor que puede intentando esquivar y responder a sus ataques. La batalla se interrumpe a intervalos mientras los gigantes rinden homenaje al sol, para reanudarse inmediatamente a continuación con mayor furia si cabe. Durante todo el episodio el Gigante Negro adopta una actitud amenazadora, no solo hacia su rival, sino también hacia el numeroso público que asiste al espectáculo. Ambos guerreros se vigilan constantemente, intentando sacar partido del más mínimo error de su adversario. Durante largos minutos permanecen inmóviles como estatuas, para a continuación cruzar sus espadas cautamente mientras lanzan miradas en todas direcciones como si temieran algún peligro invisible. A continuación se enzarzan y cada uno de ellos apoya la punta de su espada sobre el cuello de su oponente, en una pose sobrecogedora que apenas dura un instante. Finalmente, el Gigante Negro consigue decapitar al Gigante Blanco “porque es más poderoso,” en un episodio que representa para los Chortís el momento en el que “nuestro Señor estaba sufriendo bajo el dominio de un espíritu maligno.”
La derrota del gigante blanco a manos del gigante negro no supone el fin de la danza. En la Danza de los Gigantes un individuo blanco llamado Gavite regresa a México y ayuda a los pueblos indígenas a derrotar a los gigantes negros. Explica Girard:
Finalmente, Gavite decapita al Gigante Negro y se lleva su espada, después de que el gigante le diga humildemente: “Descansa por un momento, hijo, y te daré tu pago, ya que ahora me rindo y hasta mi corazón tiembla.” El Gigante Negro se reconoce vencido y está dispuesto a pagar un tributo a Gavite de ahí en adelante. Pero el dios-héroe responde: “No tendrás descanso ahora, gigante fanfarrón, pues estamos empezando el final de la labor [hornada].” Observamos aquí para una mejor comprensión del lector que la palabra ‘hornada’ significa tarea, acto o ceremonia, y es un término utilizado frecuentemente en ese sentido por los ancianos chortí.
 
Escena de la tradicional ‘Danza de los Gigantes’ en la que aparecen Gavite y el Gigante Negro, entre otros personajes.
Girard continúa su relato:
No existen discrepancias entre las fuentes Chortí y Quiché en cuanto a la forma en la que se da muerte al jefe de las fuerzas infernales. Gavite le decapita, exactamente igual que hizo Hunahpú con Hun Camé en el Popol Vuh: “Lo primero que cortó fue la cabeza de Hun Camé, gran Señor de Xibalbá.” Ofreciendo la cabeza y la espada del Gigante Negro como trofeos al Rey y Capitán dice Gavite: “Aquí te traigo la cabeza de este gigante, con la hoja de acero de su espada, arrebatada en la batalla. Vencerá al mundo entero, ya que si no la dominas, ella te dominará a ti.”
Los murales de Chichén Itzá indican que los pueblos indígenas se aliaron con los negros cuando los blancos intentaron por primera vez invadir México. Sin embargo, parece que más tarde se dieron cuenta de que los ‘gigantes negros’ eran arrogantes y fanfarrones, y decidieron rebelarse contra ellos– aunque en un principio les habían ayudado a derrotar a los vikingos.
La Danza de los Gigantes probablemente represente la lucha por el poder entre blancos y negros. Los blancos perdieron la primera batalla (como se observa en los murales de Chichén Itzá), pero los pueblos mayas habían sido utilizados como peones por los negros para derrotar a los blancos. En uno de los murales se puede ver a un hombre de cabellos rubios a punto de ser sacrificado por dos hombres negros.
Murales de Chichén Itzá. Hombre de cabellos rubios a punto de ser sacrificado por dos hombres negros. (In the Cavity of a Rock)

Descripción de los aztecas

Folio 65º del Códice Mendoza, códice azteca de mediados del siglo XVI. (Public Domain)
Aunque muchos de los pueblos indígenas se habían aliado con los negros en su batalla contra los invasores blancos de épocas precolombinas, para el tiempo en el que los españoles llegaron a México los ‘Señores Negros’, es decir, los aztecas, estaban maltratando al resto de pueblos indígenas.
Los españoles describen a los aztecas como sigue: “Las gentes de esta tierra están bien formadas, y son más altos que bajos. Son oscuros como leopardos, de buenos gestos y modales, en su mayor parte muy diestros, robustos e incansables, y al mismo tiempo los hombres más mesurados conocidos. Son muy belicosos y encaran la muerte con una gran resolución.”
Las evidencias arqueológicas, descripciones de mayas y españoles e ilustraciones de los códices indican que los aztecas podrían haber sido un pueblo de piel negra. Esto no debería sorprendernos, ya que los pueblos paleoamericanos Luzia y Naia eran también negros.
Además de la descripción de las crónicas españolas en la que se dice que los aztecas eran negros ‘como leopardos y jaguares’, los mayas llamaban a los aztecas xilaan “de cabellos rizados o encrespados”, algo característico de los africanos subsaharianos. Por otro lado, se pueden observar individuos de raza negra o africanos en varios códices mexicanos, entre ellos el Códice Telleriano y el Códice Mendoza.
Detalle de la página 30 del Códice Borbónico. (FAMSI)

Recomponiendo las piezas

Resumiendo, parece que el personaje de la Danza de los Gigantes llamado Gavite representaría a los españoles. El gigante negro derrotado por Gavite sería un símbolo de los aztecas, identificados por mayas y españoles como negros y representados en los códices como un pueblo cruel que maltrataba a otras tribus de la región.
Los blancos que desembarcaron en Chichén Itzá eran vikingos. Los vikingos fueron diestros navegantes que llegaron a muchas naciones de Europa, incluida Gran Bretaña. Es posible que navegando por el Atlántico se hubieran extraviado por una tormenta hasta alcanzar lo que hoy es México.
Como indica Dennis Tedlock en Popol Vuh: El libro maya del nacimiento de la vida: “No sabían a dónde se dirigían. Hicieron esto durante largo tiempo, cuando estaban allá en las praderas: el pueblo negro, el pueblo blanco, gentes de muchos rostros y muchas lenguas, en la incertidumbre al límite del horizonte” (págs. 149-150). Esta mención de blancos y negros en el Popol Vuh confirma la diversidad de razas que se observa en las pinturas murales de Chichén Itzá.
Mural del Templo de los Guerreros de Chichén Itzá




Autor: Clyde Winters
Artículo original cedido por Ancient-Origins.es
Articulo publicado en...https://www.lapuertadelmisterio.com/guerras-entre-vikingos-y-aztecas-en-el-mexico-precolombino/

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