En todas las culturas de los primeros pueblos del planeta, se pueden encontrar las mismas coincidencias de las visitas de seres superiores, descendidos de los cielos, que contactan directamente con los humanos, dando inicio con ello las creencias religiosas de los pueblos afectados que han llegado hasta nuestros días. Los contactados.
En todas las épocas ha habido además personajes que han influido directamente en la marcha de la historia de la humanidad, después de haber sido contactados por entes no humanos.
Puede hablarse de personajes contactados o “elegidos”, como también puede hablarse de pueblos enteros.
Los primeros formados (contactados)
Antes de hablar de los primeros contactados, cabría hablar de los primeros formados, aquellos que fueron puestos por seres superiores sobre la superficie del planeta Tierra, programados para engendrar allí a una nueva raza de seres inteligentes: nosotros. De ello nos hablan las referencias bíblicas a Adán y Eva, en que un ser superior crea a los primeros padres de la especie humana.
Los relatos del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, de la gran familia maya, según el cual los poderosos del cielo deciden crear sobre la superficie terrestre a un muñeco de inteligencia restringida (nosotros).
El relato conocido por el “Espejo de Izanami”, con el que los japoneses explican el descenso, en tiempos remotos, de una pareja celeste que procrea sobre el planeta Tierra y deja en él a sus hijos varón y hembra para que crezcan y se desarrollen hasta llegar a formar la nación nipona.
Las pinturas rupestres conocidas por “wandjinas”,en los montes Kimberley australianos,son las únicas pinturas no trazadas por mano humana, sino directamente por los dioses que en épocas remotas descendieron para proporcionar alimento a los nativos ¿los “primeros contactados” en sentido estricto? , antes de transformarse en serpientes míticas, ascender al cielo y moverse allí en forma de luces que pueden verse a gran altura ¿los primeros “Objetos Volantes No Identificados” en sentido estricto?
Y así una larga lista.
Los primeros contactadores
Entre los primeros rollos recuperados en 1947 de las cuevas de Qumran, junto al Mar Muerto, nos llama la atención el del Génesis Apocrifon, denominado Manuscrito de Lamech antes de haber sido desenrollado. En él se cuenta cómo Lamech, padre de Noé, vuelto a casa tras larga ausencia, se encuentra con la sorpresa de que su mujer, Bathenosh, había dado a luz a un niño que no acababa de cuadrar en la familia. Su mujer le asegura que el niño no es hijo de ningún extraño ni de ninguno de los “Hijos del Cielo”, como nos lo relata el propio Lamech de acuerdo con el texto del Libro de Enoch:
“Yo he puesto en el mundo a un hijo, diferente a los otros; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los mensajeros del cielo.”
Esta comparación que hace Lamech parece indicar que él, o incluso la gente de la época, estaban familiarizados con las características o peculiaridades que presentaban estos “hijos de los mensajeros del cielo”, que por lo tanto habrían efectuado frecuentes visitas a los humanos de la época, que podríamos entonces considerar como de los primeros humanos contactados por seres superiores descendidos de las alturas.
Producto de las primeras contactaciones: los gigantes.
En otro pasaje de su legado, Enoch nos habla ya de la unión de los celestes con las hijas de los hombres:
“Y los mensajeros, hijos de los cielos, se dijeron entre ellos: ‘Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.'”
De estas uniones siempre de acuerdo con el Libro de Enoch las hijas de los hombres, que podemos considerar primeras contactadas íntimas, “concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes”. Este relato que queda confirmado por otros pasajes del Génesis, tiene sus similitudes con las narraciones tradicionales de los orígenes de otros muchos pueblos del planeta.
En todos los casos, los varones de estos coitos cósmicos son de origen extraterrestre, mientras que las hembras que dan a luz a los gigantes o “seres diferentes” son humanas, terrestres, contactadas.
El contactado Lot
El conocidísimo pasaje bíblico que refiere la destrucción de Sodoma y Gomorra, circunstancia que convierte al patriarca Lot en uno de los primeros contactados con nombre conocido. Se conjugan en este pasaje los factores de venganza por parte de los “contactadores” o emisarios descendidos de las alturas, de protección a una familia concreta, de aviso previo del inminente arrasamiento total, de ataque aéreo y hasta de una posible cuenta atrás, ya que Lot y su familia disponen de un plazo muy breve e improrrogable para abandonar la ciudad a fin de salvar sus vidas.
Pero veamos el texto bíblico:
“Cuando los dos emisarios llegaron por la tarde a Sodoma, Lot estaba sentado a la puerta de la población. En cuanto los vio, se levantó para salir a su encuentro, se prosternó de cara al suelo y dijo: ‘Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo para pasar la noche y lavaros los pies.. ’”
Los dos emisarios en un primer momento se niegan aduciendo que dormirán en la plaza, pero a los ruegos insistentes de Lot aceptan y entran en su casa. Al poco rato los hombres de Sodoma llaman a Lot y le exigen que les entregue a los dos forasteros. Lot se niega a ello, ofreciéndoles a cambio a sus dos hijas, que aún no conocieron varón. Ante el enojo del gentío, intervienen los dos misteriosos emisarios, asiendo a Lot y metiéndolo en casa, al tiempo que, “hirieron de ceguera a los hombres que habían permanecido fuera de la entrada de la casa, de forma que no pudieron llegar a hallar la entrada.”
Obsérvese que es éste uno de los casos en que el texto bíblico denota que los emisarios o ángeles que proceden de las alturas pueden ser absolutamente semejantes a nosotros, ya que sin más los llaman ‘hombres’
“dijeron a Lot: ‘Vamos a destruir este lugar: grande es el clamor contra sus habitantes en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado para exterminarlos.'” (…) “
Al despuntar el alba, y dado que Lot se hacía el remolón, los dos hombres lo tomaron de la mano, así como también a su mujer y a sus dos hijas, y por compasión de Yahveh hacia él, le hicieron salir y lo dejaron fuera de la ciudad.
Mientras lo sacaban, dijeron:
“¡Sálvate, por tu vida! No se te ocurra mirar atrás ni te entretengas en ningún lugar de la llanura. ¡Sálvate en la montaña, no fuera caso de que murieras!” Poco después, “Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venían de Yahveh desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. La mujer de Lot miró hacia atrás, y se convirtió en una estatua de sal.” (Esta circunstancia hizo apuntar a algunos estudiosos la hipótesis de que se produjo allí una auténtica explosión nuclear.)
“Abraham fue muy de mañana al lugar en que había estado en presencia de Yahveh. Miró hacia Sodoma y Gomorra y toda la llanura, y vio la humareda de la tierra que subía como la humareda de un horno.”
El contactado Moisés
El libro del Éxodo nos ofrece uno de los casos de contacto extraterrestre más decisivos para la marcha de la Humanidad. El contactador, Yahveh, se desplazaba a voluntad en un vehículo aéreo: “Yahveh iba delante de ellos, de día en una columna de nube para mostrarles el camino,y de noche en una columna de fuego que los iluminaba, para que pudieran caminar día y noche.”
Inmediatamente se hace patente la intervención de Yahveh que por su carácter marcadamente sanguinario jamás puede ser identificable con la noción de Dios en defensa de los hijos de Israel (con la finalidad de que le admiren, teman y estén, por ende, a su servicio), masacrando implacablemente a los egipcios.
Y queda patente el contacto directo de este desconocido vengador celeste con el caudillo de los israelitas, Moisés, al decirle Yahveh:
“Extiende la mano sobre el mar, que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus conductores.”
Moisés extendió la mano sobre el mar, y hacia la mañana el mar regresó a su lugar, y las aguas sorprendieron aquí el ensañamiento de Yahveh llega a sus cotas máximas a los egipcios que huían.
El que Moisés fue en el siglo XVI antes de JC un hombre-contacto, queda claramente confirmado en el siguiente pasaje bíblico:
“Yahveh les dijo acto seguido a Moisés, a Aharon y a María: ‘Acudid los tres a la entrada del oráculo’. Y los tres fueron. Entonces Yahveh descendió en la columna de nube, se colocó a la entrada de la tienda y llamó a Aharon y a María. Y los dos salieron”.
Y les dijo: ‘Escuchad mis palabras: si entre vosotros dos hubiera un profeta de Yahveh, me mostraría a él en visión, le hablaría en sueños. No sucede así con mi siervo Moisés; él es el hombre de confianza de toda mi casa. Yo le hablo cara a cara, en visión y no en enigmas; él contempla la imagen de Yahveh.”
El libro del Exodo sigue corroborando plenamente este extremo:
“Yahveh dijo a Moisés: ‘Acudiré a reunirme contigo dentro de una nube espesa, para que el pueblo pueda darse cuenta de cuando hablo contigo y crea aún más en ti.'”
Pero Yahveh advierte del peligro que supone aproximarse a su ‘nave’:
“Además, márcale al pueblo un límite alrededor de la montaña y adviérteles: ‘Guardaos de subir a la montaña y de tocar su base. Quien toque la montaña morirá.'”
Y, efectivamente, Yahveh subió a bordo de la nube para desplazarse hasta Moisés:
“Al tercer día, de madrugada, hubo encima de la montaña truenos y rayos y una nube espesa, acompañados de un fuerte resonar de trompeta.”
(…) “La montaña del Sinaí humeaba toda ella, porque Yahveh había bajado sobre ella con fuego.”
(…) “Entonces Yahveh llamó a Moisés a la cumbre de la montaña, y Moisés subió.”
(…) “El pueblo se mantenía lejos, mientras Moisés se acercó a la oscuridad en la cual se hallaba Yahveh.”
Y ya su estancia prolongada dentro de la nube-nave de Yahveh:
“Moisés entonces subió a la montaña. Entonces una nube cubrió la montaña, y la gloria de Yahveh se estableció encima de la montaña del Sinaí. La nube la cubrió durante seis días, y, al séptimo día, Yahveh llamó a Moisés desde el interior de la nube. El aspecto de la gloria de Yahveh era a los ojos de los israelitas como un fuego abrasador en la cima de la montaña. Moisés penetró en medio de la nube y subió a la montaña, y permaneció en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches.”
La primera abducción: el contactado Elías
El profeta Elias nos brinda en el siglo IX antes de JC la primera narración conocida dentro de los textos bíblicos en que el contactado es abducido por un objeto volante no identificado. Pero no hace falta interpretar el texto, sino que una vez más es suficiente con leerlo simplemente tal y como nos lo transmiten las Escrituras:
“Cuando Yahveh quiso hacer subir a Elías al cielo en una turbonada, Elías y Eliseo marcharon hacia Galgala.” De Galgala fueron a Bet-El, de aquí a Jericó, y de allí al Jordán. Tanto en Bet-El como en Jericó, los profetas del lugar le dijeron a Eliseo:
“¿Sabes que hoy Yahveh quiere llevarse a tu señor por los aires, por encima de tu cabeza?”, con lo cual confirmaron que se trataba de un encuentro con abducción previamente anunciada y acordada.
La historia termina así, literalmente, junto a la orilla del río Jordán:
“Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego separó al uno del otro, y Elías ascendió al cielo en la turbonada. Al verlo Eliseo, gritó: ‘¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su conductor!’.”
Ya sé que no encaja lo del carro de fuego con caballos de fuego, pero ¿qué otra forma de describir a un “vehículo” volante que transporta a una persona, tenía un testigo que no tenía la más remota idea de lo que era un aparato volante fabricado por alta tecnología por seres inteligentes, si no era comparándolo con lo que él conocía como medio de transporte: un carro tirado por caballos?
Posiblemente de una forma similar abandonara mucho tiempo antes nuestro planeta uno de los personajes más intrigantes que lo pisaron, cual fue el padre de Matusalén, Henoc. Cuenta el texto bíblico:
“Henoc vivía con Dios, y desapareció, porque Dios se lo llevó.”
El contactado Isaías, precursor de Alber Einstein: nueva abducción
No estará de más recordar aquí otro texto bíblico, cuál es el escrito apócrifo titulado Visión de Isaías, que relata cómo el profeta Isaías, en el siglo VIII antes de JC, duda de la veracidad de su fe en la grandeza del Todopoderoso, por cuya razón es contactado e invitado a subir al cielo. Al ver allí la majestad del llamado Creador, Isaías se arrepiente de sus dudas.
El emisario que le había conducido al cielo se disponía a acompañarle de regreso a la Tierra.
“¿Por qué tan pronto?” suplicó el profeta.
“No llevo más de dos horas aquí.”
“Dos horas no: treinta y dos años”, rectificó el emisario, advirtiéndole, sin embargo, que estos treinta y dos años no habían transcurrido para él: vuelto a la Tierra tendrá la misma edad que tuvo al partir.
Tenemos aquí un ejemplo de aplicación práctica de la teoría de la relatividad. Pero, ¿cómo la podía conocer el autor del apócrifo, escrito antes del siglo III de nuestra era? La pregunta no es capciosa ni ligera. Poco importa que la Iglesia reconozca la autenticidad o no de este texto apócrifo. Poco importaría incluso en este caso el que Isaías ascendiera realmente a algún punto externo a la atmósfera terrestre o no. Poco importaría para esta pregunta el que efectivamente realizara este asombroso viaje espacial.
Porque lo que realmente es inquietante en este texto y que alguien me lo aclare si puede es cómo un autor que vivió antes del siglo III de nuestra era, era capaz de poner un ejemplo práctico de aplicación de la teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein en nuestros días.
El contactado Habacuc y su fugaz viaje aéreo
Relata el texto bíblico del libro del profeta mayor Daniel otro curioso caso de contacto:
“Vivía en Judea el profeta Habacuc, que había preparado un cocido, había untado pan en una cazuela, y salía al campo para llevárselo a los segadores. El emisario del Señor le dijo: ‘Lleva la comida que aquí tienes a Babilonia, a Daniel, dentro de la cisterna de los leones.’ Habacuc respondió: ‘Señor, ¡yo no he visto nunca Babilonia, ni conozco la cisterna!’
El emisario del Señor lo tomó por la coronilla y, cogiéndole de los pelos por los aires, lo dejó en Babilonia sobre la cisterna, con la fuerza de su ala. Habacuc gritó: ‘¡Daniel, Daniel, toma la comida que Dios te envía!’ Y Daniel dijo: ‘Has pensado en mí, oh Dios, y no has abandonado a los que te quieren.’ Daniel se levantó y comió. Y el emisario del Señor devolvió inmediatamente a Habacuc a su lugar.”
El contactado Daniel
Ya poco antes los protectores celestes de Daniel le revelaron a éste con pelos y señales las características de los próximos reinados en la zona. Evidenciaban con ello que su intervención podía encauzar los destinos de los países, y esta situación se ha venido prolongando a lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días. El profeta Daniel nos describe a sus ‘contactos’ de esta forma tan poco divina y, en cambio, tan tecnológicamente avanzada:
“El día 24 del mes primero, mientras me hallaba a orillas del gran río” se refiere al Tigris “alcé los ojos y vi a un hombre vestido de lino, con el dorso ceñido de oro de Ufaz. Su cuerpo era como el crisólito; la cara, como el fulgor del relámpago; los ojos, como antorchas de fuego; los brazos y las piernas, como el reflejo del bronce pulido; el sonido de sus palabras, como el murmullo de una multitud.” (…)
“Mientras así me hablaba, bajé la cabeza sin decir nada; y como una semejanza de mano de hombre me tocó los labios.” (…)
“Nuevamente la apariencia humana me tocó y me confortó.”
Más adelante, Daniel nos relata que este misterioso personaje humanoide no estaba solo:
“Y yo, Daniel, vi a otros dos que estaban de pie, uno en esta orilla del río y el otro en la otra orilla del río. Y le hablé al hombre vestido de lino que se hallaba por encima del agua del río: ‘¿Hasta cuándo, el fin de las cosas extraordinarias?’ Y oí al hombre vestido de lino que estaba encima del río: ‘Todas estas cosas se acabarán cuando se haya acabado el poder del que oprime al pueblo santo.'”
Insisto: ¿quién es ése, a quien tanto le interesa intervenir en nuestra historia?
El contactado Ezequiel
Tiempo después, en el siglo VI antes de JC, el profeta Ezequiel tuvo un encuentro similar junto al río Quebar, cerca de Babilonia, quedando descrito en su libro uno de los más detallados testimonios de encuentros cercanos con objetos volantes no identificados que podemos encontrar en los tiempos antiguos. No hay espacio aquí para reproducir su extensa descripción, que finaliza con esta indicación de que hubo un “contacto”:
“Y lo ví, y caí sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba. Me dijo: ‘Hijo de hombre, levántate, que quiero hablarte.'”
Del relato de Ezequiel se desprende claramente que se trata de la descripción detallada del descenso de un aparato volante que se dirige hasta el lugar en el que se halla el profeta, se detiene allí junto a él, momento en el que uno de sus tripulantes (o acaso el único) se dirige al profeta para entablar una conversación. El estudio más serio y autorizado de cuantos se han efectuado del fenómeno observado y descrito por Ezequiel es indudablemente el que llevó a cabo Josef F. Blumrich, ingeniero jefe responsable de la Oficina de Construcción de Proyectos de la NASA, agencia que le concedió en 1972 la medalla para Servicios Excepcionales.
El resultado de sus investigaciones fue no sólo la afirmación rotunda y categórica de que Ezequiel vio efectivamente una nave espacial, sino la descripción total y compleja de la misma. Afirma que encontró todos los elementos para la rediseñar el aparato, en los textos bíblicos. Tanto es así, que llegó a patentar en los Estados Unidos, para aplicaciones tecnológicas actuales, la especial configuración de la famosa “rueda en rueda” que cita el texto bíblico de Ezequiel.
Por Veritas Boss
Articulo publicado en...http://www.veritasboss.com/contactados-antiguedad/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.